EL MUNDO, UN DÍA

Blog del Periodista Manuel Jesús Orbegozo. Este blog se mantendrá en línea como tributo a quien con su pluma forjo generaciones de periodistas desde la aulas sanmarquinas. MJO siempre presente.

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Primero, recorrió todo su país en plan informativo, y luego casi todo el mundo con el mismo afán. Por lo menos, muchos de los grandes sucesos mundiales de los últimos 30 años del siglo XX (guerras, epidemias, citas cumbres, desastres, olimpiadas deportivas, etc.) fueron cubiertos por este hombre de prensa emprendedor, humanista, bajo de cuerpo pero alto de espíritu, silencioso, de vuelo rasante, como un alcatraz antes que de alturas, como un águila, por considerar que la soberbia es negativa para el espíritu humano. Trabajó en La Crónica y Expreso, y más de 30 años en el diario El Comercio como Jefe de Redacción, luego fue Director del diario oficial El Peruano y como profesor de periodismo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo sigue siendo aún después de 30 años seguidos. Esta es un apretada síntesis de la vida de un periodista hizo historia en el Perú y en muchos de quienes lo conocieron. Puede además ver su galeria fotográfica en http://mjorbe.jalbum.net Nota: MJO partio el 12 de setiembre para hacer una entrevista, la más larga de todas. MJO no se ha ido, vive en cada uno de los corazones de quienes lo conocieron.

Friday, October 01, 2010

EN TORNO AL PERIODISMO. UNA CONVERSACIÓN CON MANUEL JESÚS ORBEGOZO


Hace seis años, entrevisté a Manuel Jesús Orbegozo para una revista universitaria. Ayer fue declarado profesor Emérito por la UNMSM en medio del afecto de numerosos exalumnos, y hoy en el Perú se conmemora el Día del Periodista. Dos ocasiones propicias para dar conocer sus reflexiones en torno a su dilatado ejercicio y las luces y sombras de la apasionante profesión. Una conversación serena y algo extensa entre dos amigos, colegas y compañeros de trabajo.

Por Sonia Luz Carrillo

Nació en Otuzco, en 1923. Llegó muy joven a Lima, el periodismo lo atrapó, le permitió conocer a gente de los cinco continentes y llegar a la conclusión de que, como él dice, todos estamos cortados por la misma tijera. Lo emociona recordar a la Madre Teresa, atendiendo a moribundos en Calcuta o limpiándoles las lágrimas y la saliva a los desfallecientes de Etiopía. Conoció a Lech Walesa cuando este salió de prisión; entrevistó a Pol Pot horas antes de que fuera derrocado. Asistió a citas con Gorbachov, Bush, Juan Pablo II y Teng Siao-ping. Conoció a poderosos después defenestrados como Bocaza, el “Napoleón” de Centroáfrica. Entrevistó a Gagarin luego de circunvolar la Tierra y también a Ubilberto Vásquez cajamarquino violador y asesino de una pastorcita quien, fusilado, fue convertido por el pueblo en un santo. Conoció la humildad de grandes hombres como Hermann Trimborn sabio arqueólogo alemán que se sintió honrado al ser entrevistado. Afirma resuelto “Pertenezco, a la fauna de ‘animales apasionados’ como llamaba a los periodistas, Amadeo Grados Penalillo. Estoy hecho de la misma carne y sangre y nervios de los periodistas que formamos la Generación del 50”.

En sus más de cincuenta años de periodista ha conocido la grandeza y la miseria humana y ha tenido tiempo para reflexionar con hondura acerca de la actividad. Por eso inicio el diálogo con Manuel Jesús Orbegozo, preguntando si cree que el periodismo ha colaborado a mejorar o perjudicar el mundo y la percepción que tenemos sobre él.

Es una afirmación que habría que hacerse con cuidado porque entraña un cuestionamiento al papel del periodista, advierte quien obtuviera en 1955 el Premio Nacional de Periodismo.

Encuentra el peligro de culpabilizar a la actividad periodística por los males de la sociedad y añade que tal vez ha colaborado pero no es la directa culpable. Después de cincuenta años – dice- tengo conciencia de que el periodismo ha contribuido al deterioro en algunos aspectos pero son los políticos y los que dirigen los directos culpables.

Nuestra conversación se realiza en momentos en los que el Líbano es bombardeado y como siempre ocurre en una guerra la búsqueda de la verdad se hace más ardua. Ingresamos al tema de la libertad. No tanto el tema de la libertad de expresión sino el de la libertad de pensar (Quienes me escuchan o leen saben de mi permanente preocupación por el tema. SLC). Solicito su reflexión y responde con el recuerdo de cuando inició su labor, a inicios de los años cincuenta, en plena guerra fría y cuando, en su opinión, las fuentes periodísticas empezaban a convertirse en mercenarias.

Los límites del periodismo

En la sociedad contemporánea un valor legitimado es que debe “divulgarse todo” me interesa por eso su opinión acerca de la justicia de mostrarlo todo ingresando inclusive en la vida privada. Responde que todo en la vida debe tener límites. Lo invito a precisar qué límites debe tener el ejercicio periodístico. Menciona la existencia de códigos de ética.

En la concreta práctica los códigos y las declaraciones de principios ¿para qué han servido? Repregunto. Y acepta que no han servido de mucho y es que “el hombre tampoco hace caso a las cuestiones que le ponen límites”.

Entonces concordamos en que de nada sirven los dispositivos o las leyes si no hay una sólida conciencia moral y añade “hay que tomar en consideración que los periodistas siempre servimos a otros, a los empresarios, que son los que fijan reglas de conducta. Cuando esos empresarios son sicarios, mentirosos, abusivos, avaros, hacen pecar al periodista. Y está en nosotros, ahí sí, confrontarlos de acuerdo nuestra conciencia profesional. Muchos no lo hacemos y muchos lo hacemos”.

Cómo puede sortear el joven que se incorpora a una empresa de comunicaciones los problemas éticos, pregunto. Y desde su larga trayectoria responde con algo que repite siempre a los estudiantes de la Escuela de Comunicación Social de la UNMSM: “Nuestra profesión es como cualquier otra pero nosotros debemos dar un servicio público. Debes servir sin que nada te remuerda la conciencia. En tanto tengas esa tranquilidad de conciencia puedes trabajar en cualquier medio. Cuando llega el momento en que el peso se hace insoportable, ahí debes renunciar”.

Pero no vas a negar- le digo- que existe el riesgo de la alienación consistente en que el periodista acepte como legítimas cosas que miradas desde la ética, no lo son. Hay un riesgo permanente, acepta. “Por eso habría que recomendar a lo jóvenes periodistas que hagan todo lo posible para soportar hasta que su conciencia diga no. Servir hasta que sientas un rechazo, de asco, de cansancio o de dolor íntimo y renunciar a eso”.

Nos entrega luego un valioso testimonio: “Yo he servido a varios periódicos. He servido en La Crónica, donde me inicié, he servido en Expreso. En El Comercio trabajé 32 años, en El Peruano, cuatro años, y luego en Expreso otra vez. En ningún medio en los que trabajé yo pude expresar mis ideas. En ninguno, porque todos los periódicos tienen sus límites”.

La pasión de un reportero

“Siempre fui un reportero apasionado”, declara y por eso lo invito a un rápido recuento. “En el periódico que más disfruté mi vida profesional fue en El Comercio. Mis éxitos están en la gran experiencia que me dieron los viajes. No en el número. Siempre dicen “nueve vueltas al mundo” lo cual es cierto pero no es eso lo importante para mí sino la experiencia que recogí. Yo he llegado a lugares asolados por epidemias, a territorios en conflictos bélicos y he visto de cerca los conflictos humanos”.

Este recuento me lleva a pedir su opinión acerca de la insistencia del periodismo en informar sobre guerras y conflictos. En su opinión, desde la noche de los tiempos hay grandes conflictos y luchas. Y concordamos en que hoy los medios de comunicación tienen la posibilidad tecnológica de ser vehículos de entendimiento y de paz que no llegan a concretarse debido a múltiples circunstancias.

Hablar del avance tecnológico lo entusiasma y recuerda “hace 50 años no teníamos todos los instrumentos que tenemos ahora para poder comunicar”. Aquí tengo otra pregunta acerca de la innovación tecnológica que al parecer no está acompañada de un crecimiento en la conciencia de los comunicadores.

“Te voy a contestar con algo que siempre digo a los estudiantes – responde- algo que me gustaría que lo tomaran como un lema. El periodista debe ser eminentemente técnico, eminentemente ético y eminentemente humano si esas tres condiciones se consiguen estamos hablando de un periodista cabal. Creo que el periodista deber ser profundamente humano”.

Refiere que se halla escribiendo un artículo en torno a un publicitado caso de un perro que había atacado a un asaltante. Le parece equivocada y exagerada la defensa del perro porque considera que la vida humana será siempre más importante que todo lo demás. Ante este ejemplo, le hago notar que cualquier tema puede tornarse importante si se lo aborda con hondura, por eso pido su opinión acerca del peligro de calificar un tema a priori de poco o nada interesante.

“Hace un rato te comentaba que en ningún diario pude expresar plenamente lo que yo quería, recuerda. Por ejemplo, mientras escribí en El Comercio, pese a que admiraba a la revolución cubana, en tanto una gesta importante, nunca pude escribir en esos términos. Hoy en mi blog, sí escribo con toda libertad”.

Sus ochenta años cargados de experiencias sirven para ilustrar nuestra conversación. Así recuerda que cuando trabajaba en La Crónica se convirtió en uno de los más reconocidos periodistas por su labor desarrollada con gran vocación lo que le granjeó un gran afecto de parte de los dueños hasta el momento en que se afilió, como uno de los fundadores al Movimiento Social Progresista, en el que también se encontraban Augusto Salazar Bondy, Alberto Ruiz Eldregde, Alejandro Romualdo, entre otros. Recuerda que lo llamó Manuel Cisneros Sánchez mortificado por su presencia en un movimiento considerado enemigo. El respondió que seguiría en el movimiento y que eso no sería obstáculo para también seguir trabajando con lealtad en el periódico en el que se había formado. Pero a los ocho días lo despidieron. Demostración de los límites del ejercicio profesional del periodista.

La docencia

Manuel Jesús Orbegozo no solo es reconocido como uno de los grandes del periodismo sino como maestro de comunicadores. Y él da gracias a la vida porque la ocasión de ser profesor. Y nos comenta que muy joven fue profesor de inglés. Pura vocación docente que lo llevó a desempeñarse sin haber estudiado ni docencia ni periodismo. Recuerda que, un día de 1968, lo llamaron para que enseñara en San Marcos. Tenía solo tres alumnos y recuerda que entre los profesores también se encontraba el poeta Alejandro Romualdo.

Acerca de su labor docente remarca que enseña con más amor que sabiduría, con pasión personal y paternal y en base a la experiencia que le da sus idas y venidas por tantos territorios recorridos y circunstancias vividas. Precisa que no explica teorías sino que comparte su conocimiento del mundo y del país recorrido de palmo a palmo, viendo de cerca diversas circunstancias y personas de toda condición. El reconocimiento de los jóvenes queda expresado de manera contundente: Es padrino de 13 promociones, cinco promociones de comunicadores llevan su nombre, una en San Marcos, tres en Trujillo y una en Huancayo. Legítimamente complacido afirma que siente haber contribuido en la formación de todos ellos. Honor al mérito.

En torno a los atributos que debe tener un maestro de comunicadores es enfático al señalar “Lo ideal sería que fuéramos éticos, eminentemente técnicos y eminentemente humanos. Tenemos la obligación de conocer más que las gentes a las que estamos enseñando. Mientras más cultura tengamos, más amplios conocimientos tengamos, seremos mejores profesores. Es un hecho. Y en primer lugar pongo lo humano”.

Y como a cada paso llega nuestra conversación la palabra ética me animo a preguntar acerca de la forma en la que la Ética debe estar en la formación de los comunicadores, como un curso? Seminarios? O como reflexión permanente en un conjunto de materias? En su opinión lo importante es que no se presente como una abstracción. Y coincidimos en que puede resumirse en la exigencia de no hacer a otro lo que no se quiere para uno mismo. Por ello, comenta, se dedica con frecuencia a analizar con los estudiantes las informaciones cotidianas, en especial los titulares escandalosos que no respetan el dolor ajeno, a fin de propiciar la reflexión sobre las fallas éticas.

Comunicar en un país diverso y complejo

Le pido que abordemos el significado de ser comunicadores en un país tan diverso y complejo como el nuestro. Su respuesta es rápida. “Pones el dedo en la llaga. El Perú es complejo y como tú lo sabes perfectamente y yo lo escribo muy a menudo hay una gran discriminación racial. Nunca olvidaré a María Rostworowski y al padre Felipe Mac Gregor cuando decían que en nuestro país había más aparthei que en Sudáfrica”. Y es un racismo múltiple, acoto por mi parte. Sí –responde- y eso no nos permite avanzar como nación. Todavía no somos una nación.

El mensaje periodístico

Manuel Jesús Orbegozo está convencido que el periodismo debe informar, opinar y también enseñar porque el periodista es un maestro permanente de la sociedad. Por eso reclama al periodista la más clara conciencia del efecto que su mensaje tiene en la sociedad. “Si escribes una sandez vas a sembrar una sandez en el público”.

Hablemos de las características de los mensajes en un contexto de grupos humanos tan diversos, le sugiero.

Antes de responder se acerca a un estante de su nutrida biblioteca y extrae un ejemplar de La Abeja republicana y lee unas líneas acerca de la necesidad del lenguaje sencillo como que “no escribimos para los sabios sino para el pueblo”. Mira qué sabiduría, me dice. Si tan solo aplicáramos los principios de la sencillez, la precisión y la brevedad ya estaríamos aportando un beneficio a la sociedad. Ahora, en torno a los temas estamos en un disparadero con respecto al periodismo que se ocupa temas tan superficiales, lamenta.

Fotografiar la muerte

Le hago notar que es un fenómeno mundial el privilegiar el espectáculo por encima de todo. Y como ejemplo de la forma en que el vértigo de la actividad periodística puede envolver al más lúcido profesional, me revela:

“Te voy a contar una experiencia. Justamente informando sobre el hambre de Etiopía coincidí con un periodista mejicano, Fuentes. Era un infierno, la gente se moría. Cinco mil personas morían todos los días. Cuando entramos a una carpa repleta de moribundos, vi una señora que tenía un hijo muerto y otro moribundo en brazos entonces se nos ocurrió pedirle sus declaraciones. Mientras hablábamos el niño que tenía en brazos murió. Yo atiné a fotografiar la muerte del niño y cuando volteé para ver a mi amigo y decirle que había tomado justo el momento de la muerte, lo encontré llorando. Fue un golpe muy duro para mí porque yo estaba entusiasmado por la fotografía. ¡Y se trataba de un niño que estaba muriendo! Por eso te digo que no hay perfección, todos nosotros hemos pecado. No hay nadie que pueda tirar la primera piedra. Cuando vi llorando a mi colega, me humillé, me sentí descorazonado”, dice mientras me muestra el reportaje y las fotos publicadas en El Dominical de El Comercio en 1991.

¿Qué es la vida?

Manuel Jesús, ha informado sobre conflictos y catástrofes que han conducido a la muerte a muchas personas. Cubrió la guerra de Vietnam y ha estado varias veces en el incendiado Medio Oriente; en los campos de refugiados del África y en escenarios bélicos diversos. Por eso le pregunto ¿Qué es la vida? “Como dice el poeta, tal vez una ilusión. Una ilusión”. ¿Que siempre vale la pena? “Claro! Todo humano quisiera vivir más y más”.

¿Y qué es la vida para un periodista? “Un hecho” responde rápidamente y luego reflexiona: “El periodista ve hechos. Y cualquier hecho desde el nacimiento hasta la muerte es para él un acontecimiento. Por otro lado, siempre ha habido muertes masivas por conflictos ocasionados por los hombres. Incluso en la Biblia han quedado registrados. La muerte va de la mano con la vida”.

Los escenarios y la mirada

Los viajes nos llenan el recuerdo de escenarios. En la memoria de Manuel Jesús Orbegozo lugares y circunstancias se aúnan, por eso explica “He conocido las más grandes obras hechas por el hombre. He visto el Coliseo de Roma, la Torre Eiffel, la Catedral de Colonia, pero al mismo tiempo, las miserias en los extramuros de todas las ciudades del mundo, el horror de las guerras como la de Biafra, la de Iraq y la del Medio Oriente”.

“He testimoniado infinidad de hechos grandes y pequeños, tórridos y glaciares. Nunca puse atajos a mi trabajo” declara. Imposible registrar sus publicaciones en diarios y revistas, baste mencionar que es autor de numerosos libros entre los que destacan Reportajes (1958), Reportaje a China (1972), Tian Anmen: la otra cara de la medalla (1989), Entrevistas: hombres y hechos del mundo (1989), Entrevistas. Mujeres y hechos del mundo (1999), Periodismo: texto de teoría y práctica (2000), MJO Testigo de su tiempo (2006) y Vallejo periodista (2006).

Personas inolvidables

Casi no ha habido un líder político o religioso, personaje de la cultura, las artes, los deportes o la ciencia del siglo XX y lo que va del XXI, que no hayan sido entrevistados por Manuel Jesús Orbegozo. Es interesante, por ello, saber a quiénes no olvida ¿Quiénes dejaron una huella intensa en tu vida, ya se trate de personajes reconocidos o simplemente personas con las que hayas compartido algunas experiencias?

“No sé cómo irá a sonar esto, pero mira, mi madre. Ella, en mi infancia, me enseñó a disfrutar la lectura.. Con ella yo leí, como lo recordé hace unos días en Trujillo, las obras de Valdelomar, Jorge Isaac, etc. Mi padre tenía otro carácter. Hombre probo, ejemplar, pero más distante de la poesía o la música. Mi madre tocaba bellamente la guitarra por música. Yo tuve un tío que era creador y ella tocaba. Mi madre es inolvidable”. Otro personaje es la Madre Teresa de Calcuta y el ejemplo de su especial caridad. La conocí en Calcuta, una ciudad muy pobre cuando yo la visité hace treinta años. Ella y sus monjitas salían a las calles a recoger moribundos con una frase de Madre Teresa ‘Si vivieron indignamente por lo menos que mueran dignamente’. Luego la vi también en el desierto del Sahara y en Etiopía ayudando a bien morir, atendiendo con gran ternura a los más humildes. Otro tipo de caridad. No aquella que se contenta con dar limosnas. La caridad entregada en estas circunstancias es conmovedora!”

“Una persona que también me conmovió y voy a recordar siempre es Ernest Hemingway. Su trato era contagioso. Para nosotros los periodistas lo que más nos conmueve es finalmente es la calidad humana de los personajes y no solo la sabiduría porque yo he estado frente a sabios que me han dejado indiferente. Por ejemplo, cuando entrevisté a Oswaldo Guayasamín le pregunté por los pintores más grandes y me contestó “Picasso, Dalí y yo”. Al redactar la entrevista hablé de su soberbia. En cambio, Hemingway sí transmitía una gran calidad humana”.

Finalmente menciona la impresión que le causó Mao Tse Tung y recuerda detalles del brevísimo encuentro

“Tuve la suerte de verlo la última vez que salió a una ceremonia pública. Fue el 1 de mayo de 1971. Un millón de personas lo esperaban y yo estaba en la mesa de honor, donde me pusieron porque Dios es grande, el dios chino. A las diez en punto sonó el reloj y se produjo un ruido estremecedor: Se asomaba Mao a la celebración. Su presencia me impresionó tremendamente a pesar que solo lo saludé”.

Ante el relato de una aparición tan espectacular, me animo a indagar su opinión sobre los riesgos del culto a la personalidad de un líder. “En ciertos momentos yo creo que es válido políticamente. Sin exagerar Sin llegar a la adoración”, es su respuesta. Luego pondera la situación china a la luz de lo que él conoció “Tú sabes que escribí un libro sobre China que no tenía nada que ver con la situación que se vive hoy. En ese tiempo, según mi guía, los chinos ahorraban un dólar por día porque el presidente Mao así lo ordenaba y hace poco leí la noticia de que en China hay 50 millones de millonarios. Cuando yo visité China, ni soñar que hubiera un chino millonario. Entonces, lo ocurrido es un fenómeno que la historia deberá dilucidar. En principio ya no hay el socialismo que yo creía ver. En el 71 había atisbos de socialismo que me enternecían. Ahora hay prostitución, mendigos, todas las lacras la contraparte es que hay muchos ricos, millonarios que tienen avión propio. En aquellos tiempos no había más que esperanza.”.

Volvemos a sus personajes inolvidables y me cuenta que conoció a José María Arguedas a quien acompañó en varias ocasiones a visitar al violinista Máximo Damian. Oportunidades en las que vio al narrador disfrutar de las piezas musicales, los platos típicos y la conversación en quechua. Recuerda que poco antes de su muerte le concedió una entrevista.

Entre sus recuerdos más entrañables también menciona la amistad con poetas y narradores de la brillante generación de los años 50’. Los nombres de Alejandro Romualdo, Augusto y Sebastián Salazar Bondy y Washington Delgado vienen pronto a su emocionado recuerdo. Y me confiesa que su ingreso al periodismo fue, al igual que otros muchos, por la literatura: “Yo publicaba en un diario de Trujillo pero cuando llego a Lima y me junto con este grupo ellos piadosamente me convencieron que yo no había nacido para la poesía. Entonces tomé el camino del periodismo”.

Remarca con orgullo su pertenencia a la generación; “Los periodistas del 50 pertenecemos a una generación singular. Todos hemos trabajado lo mejor que hemos podido, cada cual en el puesto que le tocó desempeñar. Yo tuve más suerte que otros, acaso porque viajé mucho más en mi país y por el mundo”.

La belleza de la expresión

Ambos reconocemos la estrecha vinculación del periodismo con la literatura y el maestro Orbegozo piensa que es una pena que no se practique más el periodismo literario, el que se ejerce buscando un estilo atractivo por la belleza de la expresión, aquella que pueda ser captada por cualquiera que tal vez no pueda adquirir un libro.

Ahora el periodista enfrenta el riesgo de la vulgaridad y la competencia se torna caníbal por eso también cree en la necesidad de la agremiación de los comunicadores

Está por finalizar nuestra conversación y se anima a leer un poema de su autoría. Es una larga meditación y me quedo con estos versos:

“Esta es mi vida/ la misma que construí / con mis cinceles rústicos”

De no haber sido periodista, Manuel Jesús ¿qué te hubiera gustado ser?

“Poeta. Sí poeta, la poesía me encanta”.

Dios y el final

Hace un momento, dijiste “Gracias a Dios”. ¿Eres creyente?

“Tengo dudas sobre Dios. Sobre todo cuando recuerdo las desdichas que he visto con mis propios ojos. He visto morir a cientos de niños exterminados por el hambre y Dios no se acordaba de poner unas nubes sobre esos territorios para que llegara la lluvia que terminara con las sequías. He visto graves cosas que me hacen preguntarme ¿dónde estás Dios? ¿Si existes, por qué te olvidas de nosotros? No sé qué va a pasar conmigo el día que me vea frente a la muerte. De repente voy a hacer mío lo que dijo alguien – no recuerdo el nombre- “Yo no le tengo miedo a la muerte pero lo único que quiero es que cuando venga, no me encuentre”.

Grandes preguntas. No tenemos tiempo Manuel Jesús para siquiera intentar responderlas.

“Ah el tiempo. Creo que el peor enemigo del hombre es el tiempo. Es un enemigo implacable”.

Esta tarde el tiempo ha transcurrido imperceptible entre libros, fotografías, miles de recortes, medallas, diplomas, búhos y otros recuerdos de viaje. Afuera ya es noche.

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