LAS MALVINAS, HACE 28 AÑOS
LAS MALVINAS. LA PREPOTENCIA BRITANICA
Por Manuel Jesús Orbegozo
Andaba en Londres, abril de 1982. Por entonces, circulaban noticias ávidas de que la situaciòn en el sur de Argentina continuaba grave. El general Leopoldo Galtieri había ordenado que sus tropas acantonadas en el sur glacial ocuparan las islas Malvinas que eran argentinas, que pertenecían al continente americano y no a ningún país extranjero.
Las noticias eran alarmantes. Se decía que desde el 2 de abril Argentina había recuperado las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur que siempre les pertenecieron. Habían sido recuperadas por las fuerzas armadas y eso, a los latinoamericanos, nos llenaba de orgullo en cualquier lugar del mundo donde nos encontráramos.
Lo que más nos enorgullecía además era que las noticias confirmaban que, por ejemplo, el Perú estaba apoyando a Argentina; que había habido una sesiòn en la ONU y que lógicamente los Estados Unidos de Norteamérica se había declarado no a favor de Argentina, sino de Gran Bretaña; el Perú, no.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas habia aprobado la Resoluciòn 502 exigiendo el retiro argentino y luego negociaciones entre los países poderosos que dominan la ONU.
Pero los argentinos no cedían.
Eran los primeros días de mayo y el problema ocupaba los titulares de la prensa londinense, todos airosos y prepotentes.
Los periodistas locales y extranjeros que estabamos en Londres amanecíamos en los alrededores de Down Street donde vivía Margaret Thatcher para escuchar sus declaraciones. Solo tenían acceso tres o cuatro periodistas, los cientos de hombres de prensa, nos quedábmos en los alrededores sin poder entrar, prohibidos terminantemtente de sobrepasar las rejas que la policia instaló; veíamos de lejos a la ministra Thatcher, moviendo las manos, encendida de cólera, se le notaba intransigente hasta la pared de enfrente. Los ingleses flemáticos mordían sus sandwiches fríos porque para ellos, esos episodios les eran conocidos.
Eran los últimos días de abril y los primeros de mayo cuando se supo que la aviaciòn británica había atacado a Puerto Argentino aunque los americanos no se quedaban atrás, estában decididos a todo.
Galtieri convocó a licenciados de 1961 lo que significaba que estaba decididos a continuar la guerra hasta reconquistar las islas que les pertenecía desde la noche de los tiempos.
Hasta que se supo sobre el hundimiento del crucero argentino General Belgrano con más de 300 tripulantes. Esto causó mucha alegría en las calles de Londres. Pero, entonces, los latinoamericanos se encorajinan y hunden el famoso crucero británico HMS Shefield. Los diarios londinenses no mencionan “euforia” pero eso era lo que vivían los argentinos.
Regreso a Peru
Regreso a Lima, pero con el sueño de ir a Las Malvinas.
Consigo que El Comercio ordene que vaya y viajo a fines de mayo cuando el doctor Javier Pérez de Cuellar ofrece noticias desconsoladores en el sentido de que Gran Bretaña no permite de ninguna manera que Las Malvinas regresen a Argentina.
Se sabía extraoficialmente que el Perú ayudaba a Argentina hasta con armas, con misiles Exocet, inclusive que uno de esos misiles había hundido al Shefield.
Con mi amiga Victoria, esposa de Ariel Canzani, poeta argentino que mantenía conmigo una larga y profunda amistad, nos íbamos al centro de la ciudad a recoger noticias y ver el ambiente.
Este era de júbilo, aunque lógicamente, la tristeza los invadía cuando las noticias eran negativas.
La famosa Calle Corrientes del tango de Gardel, y todas las clásicas calles bonaerenses se apretaban de viandantes alegres, dicharacheros, como son ellos, y de hurras, ¡viva Argentina, viva Las Malvinas!, para celebrar el triunfo de sus aguerridos marinos, la mayoría imberbes.
El Papa Juan Pablo II
La mañana del 4 de junio estuve a punto de viajar al Sur, hasta cerca de Puerto Argentino, pero resultó muy difícil obtener permiso en la administraciòn militar.
Las noticias dadas por Clarin esta mañana son desconsoladoras. Los británicos toman Monte Kent y la ONU veta el cese del fuego en la ONU o sea, lo que quieren los países poderosos es acabar con Argentina. ¨¿Quiénes sostienen este pedido? Solo Gran Bretaña y los Estados Unidos.
La inminencia de la llegada del papa Juan Pablo II se acerca. Debe llegar pasado mañana 11.
Los argentinos son muy católicos y esperan con ansiedad a Su Santidad, se le prepara una recepciòn apoteósica, como que así sucediò. Sin embargo, en los medios políticos no se le tiene mucha fe. Algunos analistas criollos consideran que el Papa estará más cerca a Gran Bretaña que a Argentina.
Juan Pablo II venía intercediendo por la paz desde los primeros días de iniciado el conflicto, pero, claro, los británicos no le hacían caso.
Ya el 11 de abril, exhortó a ambos países para que depusieran su actitud bélica, pero ni Haig ni Méndez se ponen de acuerdo, no transigen.
El 28 de mayo viaja a Londres en misiòn evangélica, pero, en el fondo, le preocupaba la situaciòn en América. La respuesta britànica: 4 mil soldados en cuatro regimientos avanzaban sobre Darwin y Pradera del Ganso.
Con mi amiga Victoria fuimos a la recepciòn que Buenos Aires le hacía al Papa. Apoteósica. Esa mañana, increiblemente, amaneciò muy gris. No había sol y por último, lloviò a cántaros. Lluvia fuerte de mal presagio. De todos modos con sombrillas o sin sombrillas, los bonaerenses católicos abarrotaron las calles y salieron a aplaudirlo desde Eceiza hasta la Curia Episcopal.
De pronto, se produjo un “milagro”, media hora antes de que llegara el Santo Padre, dejó de llover y asomó el sol como para participar en la recepciòn.
Los periodistas pugnábamos por acercarnos al ilustre visitante, pero solo los privilegiados de la CNN y de Clarín, por ejemplo, estaban a punto de cañón.
Mientras el Papa se reune con las autoridades políticas para proponer soluciones, los británicos repatrían a sus sobreviventes, los 700 del HMS Coventry, Ardent y Antelope hundidos por los argentinos.
Sin embargo, la guerra ya está decidida: el 13 de junio las fuerzas británicas rompen la defensa argentina y toman a 400 prisioneros en Puerto Argentino.
Los británicos diezman a las tropas enemigas que se les oponen.
Esa tarde del 13 de junio, con Victoria y sus hijos, alcanzamos la medianoche gritando con todo el mundo: ¡Viva Argentina, Viva las Malvinas!, por las calles del centro. Nadie quería la rendiciòn, el pueblo estaba delirante.
La derrota
Pero, todo estaba escrito. Al amanecer el 14, las noticias eran devastadoras. Se había establecido un silencio mortal. Las calles estaban vacías en todo Buenos Aires. Los generales Mario Benjamín Menéndez por las fuerzas argentinas y Jeremy Moore, por Gran Bretaña habían acordado “Cese del fuego” y rendiciòn de Argentina.
Después del medio día, todo Buenos Aires estaba en la calle.
Pero había que anotar dos sentimientos totalmente ubicables: pesar por perder Las Malvinas, pero indignaciòn por haberse rendido.
El pueblo maldecía la hora en que Argentina se había doblegado y lloraba.
Victoria lloraba sobre mi hombro. Lloraban mis amigos, Juan y Pedro Lamise. Y el funcionario del hotel donde me alojaba, no lo podía creer. En sus ojos claros se notaba una película de cristal: era una lágrima permanente.
El Papa, a quien habiamos visto de cerca en la Iglesia de la Virgen de Lujan ya se había regresado al Vaticano.
Es posible que yo también haya soltado algunas lágrimas pero no de pesar por el llanto de los argentinos, sino porque en este siglo XX todavía hay países prepotentes como Inglaterra que se siguen sintiendo dueños de lo que nunca fue de ellos.
El colonialismo (Las Malvinas, Guantánamo,etc.) que algunos países europeos y, en estos siglos recientes, los Estados Unidos de Norteamérica mantienen, debe desaparecer para siempre; de semejante ignominia no debe quedar ni siquiera huellas
Ahí fue cuando recordé este dialogo con Chabuca Granda cuando la entrevisté. Ella me preguntó:
- ¿Sabes lo que alguna vez se dijo de Gran Bretaña?
- No. ¿Qué se dijo?, pregunté yo.
- “Que ha saqueado nuestros mares, devastado nuestras costas, incendiado nuestras ciudades y destruido las vidas de nuestra gente. Transporta grandes ejércitos de mercenarios extranjeros para concluir su obra de muerte, desolaciòn y tiranía, iniciada ya en condiciones de crueldad y perfidia apenas igualadas en las más bárbaras épocas y totalmente indigna del jefe de una nación civilizada”
Este alegato no fue hecho por Argentina en Buenos Aires,1982, sino en Filadelfia, alegato de los norteamericanos en 1776, figura en el Acta de su Independencia.
- Y tú, ¿te encabritas?
- Si, contra quien ha olvidado que pusimos nuestro grano de arena en la II Guerra Mundial y contra quien olvida que pertenecemos a un mismo Continente.
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