ELIANE KARP: ESCANDALO INTERNACIONAL

El presidenhte Toledo le obedece y no va a Palestina

Todos los periódicos del día dan en primera página la noticia de que la señora Eliane Karp decidió no acompañar a su marido a realizar una visita protocolar a Palestina. “Un escándalo diplomático internacional”, dicen los periódicos.

Uno de mis últimos blogs está dedicado a la señora Eliane Karp, esposa del presidente de la República, Alejandro Toledo.
Allí, entre otras afirmaciones, decía que “La señora Karp, belga de nacimiento y peruana por x razones, pero de ancestros israelitas o judíos, manda en Toledo. Los sensores o sextos sentidos de las mujeres peruanas confirman que ella manda en Palacio y no él. “Ella es la que gobierna a Toledo”, dicen.
Eso, en fin, podría ser pasable –consideraba en mi blog- si las culturas coincidieran. Pero, ella misma afirma que pertenece a otra cultura, por lo tanto, es de otra naturaleza, de otro comportamiento, de otra idiosincracia, de otra religiòn; es una mujer como de jerarquía superior, con otra concepciòn del mundo y de la vida; una cultura tan encontrada con las nuestras –porque nosotros somos multiculturales- que todo lo que toca en nuestro país, no se convierte en oro, como en la fábula del rey Midas, sino en algo innombrable, propio de un rey cerdo”. Y ya sabemos qué manosean los cerdos.

La señora Karp, según la noticia recién propalada, tenía que acompañar al presidente Toledo a visitar Palestina en su fresco periplo oficial a Europa y Asia.
Toledo tenía un plan que lo estaba cumpliendo con fidelidad. Primero visitó Israel, luego Jordania y de allí fue a China donde -dígase de paso- quién se lucía más era la “Primera Dama” del Perú, señora Eliane Kasrp.
De aquì debiò visitar Ramala donde perenteoriamente está instalado el gobierno del Estado palestino.
Allí estaba programado saludar y conversar con la primera Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas. Entre los episodios de su paso por Ramala, Toledo habría tenido que colocar una corona de flores ante la tumba del legendario Yasser Arafat, recientemente fallecido.
Todo se habría cumplido al pie de la letra, todo al más alto nivel de las relaciones entre países soberanos y amigos fraternos, como son el Perú y Palestina, sino hubiera sido por Eliane Karp, quien se negó a realizar ese viaje.
¿Por qué, señora Karp? ¿Por qué se negó Ud., a realizar ese viaje?.

Según los mismos diarios y el programa de César Hildebrandt, por una razón extremadamente ridícula e inaceptablemente inhumana: La señora Karp, en su calidad de Primera Dama del Perú, se habría negado a acompañar al primer mandatario peruano a colocar la ofrenda floral ante la tumba de Arafat.
Tamaña decisiòn comunicada al presidente Abbas tuvo que haberlo desconcertado. Porque semejante negativa significaba, a todas luces, un gesto de grave descortesía con Palestina.
O sea, el odio racial y religioso de la señora Karp, judìa de nacimiento, contra el islamita Arafat, sigue siendo irreconciliable. Mientras Ariel Sharon se sienta a discutir los problemas pendientes entre los dos estados o va a hacerlo aún en Jerusalen, la señora Karp, no acepta colocar flores ante la tumba de un palestino.
Lo peor es que la señora Karp no es quien queda mal con los palestinos y bien con los judìos radicales, sino el Perú. ¿Qué tiene que hacer nuestro país con que la señora Karp no perdone a los palestinos ni siquiera en sus tumbas?.

Lo peor que le ha podido pasar al Perú en su historia es tener una primera dama judìa de la calidad de la señora Karp. Porque se supone que no todos los judìos ni judias son como la señora Karp. Especialmente, los menos letrados no deben llevar sus odios tan a flor de piel.
La señora Karp no sabe que, como dice la sabidurìa popular, “nada es eterno en la vida”, y el auge actual de Israel también puede sufrir dete3rioroscon el tiempo. Claro, Dios, -el nuestro y también el de ellos- no han de peermitir que vuelvan a aparecer otros Hitler ni nadie que sugiera holocaustos ni genocidios en ningún lugar de la Tierra.

Lo mas lógico, no solo desde el punto de vista diplomático sino humano, hubiera sido que la señora Karp acompañe al señor Toledo a Ramala y coloque las flores ante Arafat. La figura de Arafat no es la de un palestino cualquiera. Indudablemente, Arafat tiene una historia mucho más rica, mucho más valiosa, mucho más singificativa, muchos más gloriosa que la historia de la señora Karp.

(Cualquier ciudadano puede concurrir a una Comisaria limeña y encontrar documentación oleada y sacramentado sobre su criticable comportamiento en calidad de esposa del presidente del Perú. Solo eso es suficiente para descalificarla).

La Karp sigue mandando a Toledo. Antes de salir de Pekin, debe haberle dicho a Toledo y a su piloto: “No a Ramala sino a Paris, a dejar a Chantal, ella es más importante que Arafat”.
Y Toledo, el manso, el tonto hombre de papel, debe haberle contestado: “Ok, madame Karp, Okey”.

En suma, es una lástima que por su temperamento, por el odio racista, religioso de su "Primera dama", el Perú manche su prestigio internacional al eludir el compromiso que su presidente tenía certificado con Mahmud Abbas.
Según el dicho de “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, cambiará y nosotros, los peruanos sin la Karp, por supuesto; los nacidos en esta tierra legendaria, volveremos a colocar flores en las tumbas de los muertos, a estrechar sus manos en su también legendaria tierra palestina, señor Arafat, señor Abbas,