EL PERU Y LA GUERRA CON CHILE

Mi amigo chileno Perate me contestó un blog larguísimo dándome sus razones sobre el boicot que los peruanos queremos hacerle a los productos chilenos en Lima, teniendo en cuenta que la historia los señala como no muy amigos nuestros. Como no sé manejar bien la computadora he borrado su respuesta y la mia. Repongo mis ideas en este nuevo mensaje sin ánimo beligerante ni polémico. Espero ser comprendido por todos los lectores del mundo que accedan a este correo electrónico.

El Perú no quiere la guerra porque no es expansionista. Todos saben de qué tamaño fue el Tahuantinsuyo –consignaba casi toda la costa del Pacífico- y de qué tamaño es ahora, es decir, cómo sus vecinos limítrofes le han ido cercenando pedazos de su territorio hasta dejarlo como es ahora.

El Perú no es guerrerista ni ambicioso. No lo es porque tiene de todo: Dios y la Naturaleza le dieron de todo, hasta de sobra. El hecho de que no nos desarrollemos más que todos los demás es por nuestra propia culpa, por nuestra incuria política, por culpa de nuestras luchas internas por el poder, de nuestra idiosincracia mezquina y de nuestro racismo. Pero, estos problemas, tan graves como negativos, son internos y, por lo tanto, nada tiene que ver con nuestros vecinos. Ellos no son culpables de nada de lo que nos pasa.

El Perú, sin embargo, es muy digno y muy grande. Digamos, de la Guerra con Chile nos quedaron dos botones de oro de nuestras dignidad y grandeza en el ámbito universal: Grau y Bolognesi.
Grau y Bolognesi fueron dos héroes que ahora están en la gloria codeándose con los más grandes capitanes de la historia, como posiblemente ninguno de los capitanes latinoamericanos, salvo Bolívar, San Martín, Sucre y dos o tres más, amén de otros hombres cèlebres de la civilidad latinoamericana como Sarmiento, Martí y una docena más.

Me permito decir todo esto con la humildad de mi estirpe humana y profesional porque se está creando una peligrosa tirantez entre el Perú y Chile por culpa de un vídeo que la línea aérea LAN del país del sur pasó en sus naves, considerado denigrante para nuestro país.
Luego, se confirmó por boca del mismo ex jefe de las FF. AA. del Ecuador que Chile le había vendido armas cuando nosotros estábamos en plena guerra con los ecuatorianos en El Cenepa, 1995. Chile le pidiò disculpas al Perú y se las pidió porque era lo mínimo que podía hacer en su condiciòn de país garante del Protocolo de Río de Janeiro.
Esto ocurriò en los medios dilplomáticos, pero el pueblo peruano no lo supo nunca porque las autoridades de entonces no lo creyeron conveniente: se estaba por firmar la paz que puso fin a un desentendimiento entre el Perú y el Ecuador que pretendía ser eterno.
El gobierno del presidene Toledo, por intermedio de la Cancillería, ha solicitado a Chile que le pida disculpas al Perú por tamaño acto desleal, pero Chile ha dicho que ya las pidiò y que ellos solo piden disculpas una sola vez. Los peruanos pensamos que nada le costaría a Chile decirle ahora al Perú: “Mil disculpas públicas por lo que hicimos en 1995”. Y punto.

Pero, Chile es un país soberbio, prepotente, como siempre. Siempre lo fue y lo será. Por eso es que hay resquemor entre los peruanos de que alguna vez Chile nos vuelva a hacer otra Guerra del 79. Una guerra que rompió todas las reglas de la conducta bélica cualesquiera que fueran sus inspiraciones.
Pasarán siglos y los peruanos no podrán olvidar tanta iniquidad, dijo el historiador Sir Clements Markham en sus libros testimoniales sobre esa contienda. “En la guerra entre países civilizados, el vencedor procede como si su enemigo pudiese convertirse más tarde en amigo, y procura disminuir antes que aumentar inútilmente el peso de la desgracia humana que causan sus nefastas operaciones, pero los chilenos hicieron lo contrario. Han hecho saborear a sus antagonistas todas las amarguras de la derrota, con mil formas de ultraje y de violencia y mediante un plan de pillaje total, y han dilatado innecesariamene el área de las operaciones hostiles”, según el historiador inglés.

No obstante, Perú no quiere guerras de ninguna naturaleza. El pueblo libra una guerra interna para desprenderse de quienes detentan irresponsaablemente el poder. Lucha contra la corrupciòn administrativa, el atraso y la pobreza. No quiere guerras externas, le bastan las internas.

Un lector chileno, el amigo Perate, dio respuesta a un blog donde doy razones para tomar en cuenta la conducta de los inversionistas chilenos en el Perú. La historia los señala como inamistosos.
Ahora mismo, le digo, a Perate que les estamos pidiendo a los chilenos que nos devuelvan ese pedazo de mar que, en virtud de las llamadas “200 Millas marinas” nos pertenece frente a Tacna. Los chilenos han ideado una teoría absolutamente irregular para apropiarse de esa zona. Y dicen que ya eso está arreglado, que ya nada tienen que conversar.
Ellos confían en que son dueños del Pacífico de acuerdo a la Doctrina Portales. Según el general (r) Edgardo Mercado Jarrín, notable geopolítico peruano, del epistolario del político chileno se desprende que:
- Chile debe ocupar entre las naciones de América un lugar rector.
- Debe ejcutar una política teniendo en cuenta tan solo su provecho y
- Debe dominar para siempre en el Pacífico.
Excelente que lo aspiren y lo logren, pero sin tocar un centimetro de territorio de nadie, menos disminuir ni un adarme de dignidad nacional.

A Perate le hablé de Vietnam, ahora de ñañas con EE. UU: despúes de haber peleado diez años. Pero, digo, ¿Estados Unidos está invirtiendo en Hanoi con miras a invadir Vietnam en el futuro?. Entendió, Perate, que yo comparaba a los asesinos vietnamias con los chilenos. Falso. Yo fue testigo del heroismo de los vietnamitas porque derrotaron a un enemigo mil veces superior. Pero, se desacreditaron ante el mundo cuando invadieron Kampuchea para quedarse allí 10 años, con toda su mala intensión.
Mi ejemplo de la guerra entre Israel y Palestina fue para imaginar una paz, aunque sea mediocre, mientras Israel no le demuestre palmariamente a los palestinos que jamás van a usar su poder (aún atómico, lo puse entre paréntesis) para cometer mayores invasiones y abusos.
Perate me dicta lecciones de historia diciéndome que la Guerra del 79 no fue por el cobre sino por el salitre, claro, eso lo sé, lo que pasa es que en un blog, uno no puede ser tan detallista ni tan extenso. Por ejemplo, yo mencioné a Pablo Neruda como mi amigo, pero no conté que hasta había almorzado con él conchas de abanico y ceviche. Ni que una vez, Hortencia, la dignísima mujer de Allende me invitò a almorzar a su casa en Santiago, ni que con Nicanor Parra fui a pasear a Ica en mi automóvil ni que al “perro” Olivares –el que asesinó Pinochet en La Moneda- le hice una caricatura en Pyongyang, Corea del Norte cuando asistíamos a un congreso antimperialista.

Las autoridades de ambos países deben hacer todo lo posible por zanjar diferencias. Chile tiene que sentarse a conversar sobre los problemas pendientes. Ahora que el Secretario General de la OEA es chileno, debe pugnar por bajar a cero la tensiòn. Pedirle a su país que se siente a una mesa de conversaciones civilizadas con el Perú. Que no estamos en la Guerra del 79 para no perdonarle la vida a nadie y, al contrario, masacrarlo. ¿No, señor Insulza?

El Perú es grande en todo sentido, no es guerrerista ni expansionista. Pero más que nada y sobre todo, es digno.