CHILE NO ES OBRA DE ALLENDE
EL CHILE DE HOY NO ES SOCIALISTA, SINO MILITARISTA,
ARMAMENTISTA Y EXPANSIONISTA. ES OBRA DE PINOCHET
Y NO DE SALVADOR ALLENDE
Por Javier Valle-Riestra
Estoy poseído por sentimientos encontrados respecto a Chile. Los apristas tuvimos con la patria de Gabriela Mistral y Pablo Neruda, lazos de sincero afecto. Bajo los gobiernos de Arturo Alessandrii y Pedro Aguirre Cerda los compañeros Luis Alberto Sánchez, Manuel Seoane, Carlos Manuel Cox, Luis Heysen, Muñiz, los Checa, los Grieve, López Aliaga, Pérez Treviño, Luis De las Casas, Boluarte, Armando Villanueva e infinitos más, encontraron en ese país asilo contra lo opresión. Eso no puede ser olvidado ni malagradecido. Hoy están en el poder sucesores de los correligionarios de aquellos días. Pero allí viene mi discrepancia; formalmente son los mismos, espiritualmente no. La siniestra dictadura de Pinochet no pasó en vano. Ese país ya no es el del Frente Popular ni el de Salvador Allende. Es un Estado militarista, armamentista, expansionista y prusiano que aspira a la hegemonía castrense en el sur. Como los nazis buscan un espacio vital a costa del norte. Por eso la agresividad insolente e intolerante de haberme insultado un individuo –como dijo Giampietri– simplemente por una opinión a raíz de una pregunta periodística en La Razón y en RPP. Revisemos la hoja clínica del vecino.
Bolivia, al independizarse del Perú, tenía como límite meridional el paralelo 27; se extendía hasta el desierto de Atacama. Chile decidió desde 1840 apoderarse de ese territorio y paulatinamente avanzó hacia el norte. Pero, como en 1878 el gobierno alto-peruano promulgó una ley creando un impuesto sobre el quintal de salitre exportado, tropas chilenas desembarcaron en Antofagasta y se apoderaron del territorio situado al sur del paralelo 23.
Nos vimos arrastrados a la guerra por un Tratado semi-secreto de alianza defensiva con Bolivia (1873). Por eso perdimos Tarapacá (1883) y aceptamos inexplicablemente un plebiscito sobre el destino de Tacna y Arica. Chile sabía que iniciaría una campaña de desperuanización y de sabotaje del referéndum. Ese proceso culminó con los informes de los Generales norteamericanos Pershing y Lassiter que confirmaron su no viabilidad por el vandalismo chileno. Tuvimos en 1929 que renunciar a Arica.
Todo esto lo había ya diseñado el ministro Portales en 1836, al dirigirse a Blanco Encalada, antes de su expedición contra la Confederación Perú-boliviana, le decía: “Unidos estos dos Estados, aún cuando no más sea que momentáneamente, serán siempre más que Chile en todo orden de cuestiones y circunstancias(…) La Confederación debe desaparecer…”
Esa primera expedición capituló en Paucarpata. Chile decidió una segunda denominada restauradora (1838). Fuimos derrotados en Yungay. Por tercera vez ingresarían las aves de rapiña en 1879. Así que con el prontuario de ese país no podemos confiar que tenga una voluntad indoamericanista porque tiene un designio imperial. Hoy hablan del Mar Presencial, consagrada en la ley 19080, en cuya virtud fabrican un Chile continental-antártico-polinésico con una significación expansionista. No olvidar así que el problema no se resuelve con simplismos de “estadista”. Nuestra demanda en La Haya podrá permitirnos rescatar con tinta lo que perdimos con sangre y recuperar diez mil millas cuadradas en el Pacífico.
Lima, 27 de octubre de 2009
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