EL MUNDO, UN DÍA

Blog del Periodista Manuel Jesús Orbegozo. Este blog se mantendrá en línea como tributo a quien con su pluma forjo generaciones de periodistas desde la aulas sanmarquinas. MJO siempre presente.

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Primero, recorrió todo su país en plan informativo, y luego casi todo el mundo con el mismo afán. Por lo menos, muchos de los grandes sucesos mundiales de los últimos 30 años del siglo XX (guerras, epidemias, citas cumbres, desastres, olimpiadas deportivas, etc.) fueron cubiertos por este hombre de prensa emprendedor, humanista, bajo de cuerpo pero alto de espíritu, silencioso, de vuelo rasante, como un alcatraz antes que de alturas, como un águila, por considerar que la soberbia es negativa para el espíritu humano. Trabajó en La Crónica y Expreso, y más de 30 años en el diario El Comercio como Jefe de Redacción, luego fue Director del diario oficial El Peruano y como profesor de periodismo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo sigue siendo aún después de 30 años seguidos. Esta es un apretada síntesis de la vida de un periodista hizo historia en el Perú y en muchos de quienes lo conocieron. Puede además ver su galeria fotográfica en http://mjorbe.jalbum.net Nota: MJO partio el 12 de setiembre para hacer una entrevista, la más larga de todas. MJO no se ha ido, vive en cada uno de los corazones de quienes lo conocieron.

Tuesday, December 07, 2004

CHABUCA GRANDA EN EL RECUERDO

Era la tercera vez que llegaba a la estación del ferrocarril de Hong Kong, al comenzar la década del 80 en uno de mis viajes a China. Me sentè a esperar mi tren de itinerario, cuando de pronto, escuché por los altos parlantes de la estación y a todo volumen, una melodía demasiado inconfundible para un peruano nostálgico: La Flor de la Canela.
¿Cómo, otra canción peruana en otro lado del mundo? me pregunté a mi mismo lleno de admiración, porque ya en otra oportunidad, en el aeropuerto de Tailandia, había escuchado con sorpresa y deslumbramiento, El Condor Pasa
Lógicamente escuchar La Flor de la Canela en Hong Kong significò para mi tararear de inmediato el vals emblemático palabra tras palabra, pero, además recordar con alegría y vanidad a Chabuca Granda.
Declaro que la recordé más con el corazón que con la cabeza.
La recordé cuando conversamos en varias oportunidades, pero, en especial, cuando le pedí entrevistarla a propósito de que La Flor de la Canela estaba cumpliendo unos 25 años de permanencia en el ámbito musical del Perú y del mundo. Teníamos que festejarlo porque hacía esos 25 años que con motivo de la apariciòn del más sonado de sus éxitos como compositora, su corazón era una fiesta.

Veinticinco años después o sea en 1982, fiesta onomástica de La Flor de la Canela, Chabuca viajó enferma a los Estados Unidos de donde regresó solo para decirle hasta siempre. Sinembargo, aquí en Lima la resucitamos porque Chabuca nunca murió para nosotros.

Después de la entrevista de aquella última vez, escribí en el periódico:
"Bastante tiempo ha pasado, Chabuca, desde cuando nació La Flor de la Canela y solo era conocida en Lima y sus alrededores hasta ahora en que con sus jazmines en el pelo y rosas en la cara, se pasea a todo lo largo y ancho del mundo. Bastante tiempo, 25 años seguidos, -ambos lo recordamos- desde cuando me recibiste aquella mañana con el pelo amarrado atràs con una cinta blanca, un pantalón de mansù y una camisa texana; y hoy, - intenté describírte-, lo haces, sin cinta, sin pantalón de mansú y más bien con una larga bata amarilla de enferma.
Bastante tiempo, te dije además, desde cuando no había nada que temer y ahora si que lo hay, porque nuestros corazones son una falla.
Al entrar a tu departamento miraflorino, - esa mañana al paso-, hice un rápido inventario y vi que todo había cambiado mucho. Aquella vez, en tu otra casa, no había cuadros al óleo en las paredes ni tampoco tanta flor restallante y perfumada, aunque sí, sonrosados geranios que tú has inmortalizado en un vals.
Escribí: "Compruebo que hay cambios, aunque en tí nada ha cambiado, nada. Sigues siendo tan dicharachera como antes, tan amable, tan sonriente, tan Chabuca, como que si ni siquiera te rondaran torbos presentimientos.
No había mucha tela que cortar como ahora, te dije, que tenemos cien temas sobre los que tú puedes opinar con la libertad que te corresponde: desde los insólitos actos de caridad milagrosos de la Madre Teresa de Calcuta, hasta la muerte de Edith Lagos, la terrorista, recien enterrada multitudinariamente en Ayacucho; desde los actos fallidos de los políticos de oficio afincados eternamente en el Perú o los sabios que nos faltan y que podrían salvarnos, "porque al paso que vamos, -dijiste tù-, nos estamos yendo al diablo", igual que ahora.
Volviste a repetirme que eras enemiga de las clases sociales entre las que nos suelen dividir ni siquiera los científicos sino los mezquinos. Me dijiste textualmente: "¿De dónde ha salido este concepto tan ridículo de las clases sociales?. No hay que olvidar que en este sentido, hay villanos con plata y pobres que son unos señores, hombres con categoría de príncipes por su comportamiento, y señores que son unos patanes". Luego, me contaste que conociste a un negro de callejòn que era amigo de tu familia. Tu hermano tenía que ofrecer una comida a un numeroso grupo de médicos y no había nadie sino el negro capaz de sacarlos del apuro. Solo quedaban 24 horas. Tú le pediste por favor que les diera una manito. El lo hizo a tiempo y maravillosamente. Cuando fuiste a decirle cuànto le debías, èl te contestó, como herido en su amor propio: "Señora Chabuca, ¿usted vino a pedirme un favor o a contratarme para prepar un almuerzo?".
Me preguntaste irónicamente: "¿Hay gente así, ahora?".

Me dijiste luego que si en el Perú gobernaran 18 hombres con talento, el país estaría salvado, 18 o 21, la cifra no altera el producto, pero hombres sabios, con gran sentido de honestidad y de justicia. Yo te dije que era muydifícil encontrar tanta gente como pensabas, tù misma te dabas cuenta de que ni con la linterna de Diògenes los encontraríamos.
Entonces, tú nombraste a Pablo Macera, a tu hermano Eduardo, -no porque fuera tu hermano sino por su gran sentido de la justicia. A Luis Rodríguez Vildósola –vivo todavía- no importa que sea aprista, dijiste, porque de lo que se trata es de salvar al Perú. Nombraste también a Manuel Angulo, justo y sabio, -dijiste-, no importa que sea herrero. Y, también nombraste a Rafael Fernández Stoll a quien juzgaste digno de conformar la terna de los 21.
En un aparte –escribí que después de haber tomado desayuno: jugo de naranja y cafe con leche y galletas de soda, tu empleada te alcanzó tu pastillita de nitroglicerina para tu angina pectoris, pero pareció que no le tenías miedo a nada, porque, hablabas sin puntos ni comas, cuando lo primero que me recomendó la enfermera fue que no te hiciera hablar mucho y, como recordarás, Chabuca, tú te descantillaste.
Ahi fue que te conté que yo sufría de extrasítoles y tù me hiciste reir cuando dijiste que yo debía estar feliz de sufrir de extrasístoles porque eso de que el corazón deje de palpitar de vez en cuando, significaba que hay una síncopa entre mi sístole y mi diástole y eso es música pura. La música está hecha de silencios, como la luz está hecha de sombras", diagnosticaste hciendo una hermosa imagen literaria.
Yo te contesté que prefería sinceramente que mi corazón no tuviera mùsica.

Luego, Chabuca, sentí tu amargura cuando hablamos sobre los derechos de los compositores a los cuales considerabas estafados. "Me he quejado –contaste- y he alegado en todas las formas, hasta he escrito una carta a la presidencia de la República, la cual (la carta) debe estar bien guardada en la Secretaría, no hay manera de que nos respeten. Calificaste de estafa a lo que estaban haciendo las autoridades. "Así serás mientras los artistas estemos bajo autoridades incompetentes", dijiste.
Aquí te detuviste para beber tu pastillita y porque en ese momento tocò la puerta la nieta de la Flor de la Canela. Entonces, tamboreteó tu corazón.
Porque, como todo el mundo sabe quien te inspiró ese famoso vals fue una mujer a las que llamamos "humildes". Bueno, tú la pusiste por los cielos y ahora debe andar por ahí derramando lisura y dejando a su paso aromas de mixtura que en el pecho llevaba. Si algo te dolìa, respecto a doña Victoria es que Lima no se hubiera alfombrado para que paseara de nuevo "como nuestra embajadora ante el mundo, -dijiste- naturalmente sin el reconocimiento oficial, siempre tan desagradecido y mezquino".
Recuerdo que no tenías buenos recuerdos de la justicia porque perdiste un juicio cuando te asistía todo el derecho a ganarlo. Entonces, -me recalcaste-:que las mujeres, los pobres siempre pierden, poque aquì no hay justicia.
En efecto, Chabuca, en el Perú, no hay justicia. De esta tu apreciaciòn han pasado nada menos que 22 años y todo sigue igual.

Comentamos que en ese 1955, cuando mi primera entrevista, recordamos que Lima anunció con pudibundez que por primera vez, en ua boite local se iba a presentar un "deshabillé". Era la manera más beata de decir que muchachas en flor se iban a presentar calatas, como lo dijo con todas sus letras el arquitecto Hector Velarde.en uno de sus cometarios risueños. "Bien, en esto de pornografía nos pasamos", dijiste Chabuca entre sonrisas mezcladas de hiel y vinagre.
En estos casi 50 años de vida, las cosas en ese sentido han cambiado bastante, Chabuca; ahora al "deshabillé" en francés, se le llama "streaptease" en norteamericano, y lo hacen hasta en el Congreso de la República; pero además, tenemos en estos días otra expresión cultural masiva aunque despreciable: "el perreo".

Por entonces, no conocías a César Calvo pero si a Gonzalo Rose. Hablaste de ellos como si se tratara de los dioses del Olimpo. Te conté que César Calvo trabajaba conmigo como diagramador. Un dia lo vi preocupado en otras cosas que no eran su tarea. Me acerqué a èl y le pregunté què estaba haciendo. "Poesías", me contestó. Entonces lo reproché, le dije que en la Redacciòn no se podía hacer poesías sino periodismo. El se guardó las poesías en el bolsillo y se puso a diagramar. Al siguiente día, renunciò. Perdimos un periodista, pero ganamos un poeta.
Me recalcaste que seguias amando a Lima la antigua, espiritual y material, amabas sus avenidas con sus árboles viejos, los callejones de un solo caño, con sus latas de geranios y aromos, pero también, la Lima educada donde se decía "buenos días, señor", "buenas noches, señora"; y se daba la vereda a los mayores de edad. "Ahora hay un caos, -dijiste-, y eso hay que ordenarlo. Las autoridades no se preocupan por resolver los problemas de los pobres. ¿No digo yo?. Aquí falta mucho talento para no irnos al diablo", fueron tus propias palabras de reproche.

Recordamos que en 1955, no había tanta luz en tu casa, como ahora, claro, era otra casa y lo mejor que tienes hoy, -te dije-, es este ventanal. "Ven, asòmate, me pediste tú- y, en efecto, la luz me dio en la cara como un duchazo y afuera, los.árboles de la avenida miraflorina gozaban de una mañana de égloga con el tañir de una campanita rústica.
Conversamos tanto esa vez, Chabuca, que yo te dije que será imposible poner tanto en el periódico.
Aproveché para ver que no habias cambiado mucho, Chabuca, o tal vez habias cambiado mucho, como de manera poética, lo dice Pablo Neruda. Estaban tus mismos ojos claros de añil desteñido y tus conceptos sólidos sobre la educación, tu entrañable amor al Perú y a la vida. Pero tenías el corazón como que querìa jugarte una mala pasada, aunque yo pensaba que no podría mientras tú quisieras seguir viviendo, a tu libre albedrío y no sujeta a una diminuta pastillita de nitroglicerina.

Recuerdo, Chabuca, que en eso tocaron tu puerta..
Eran tus nietos. Tú misma saliste a recibirlos. Los abrazaste y besaste con suma ternura y les preguntaste con tu voz ronca medio adolorida: "y, ustedes, mis cielos, ¿còmo están?"
Volvì el rostro para registrar la escena y la registré sin imaginarme que esa sería la última vez que te veía hermosamente viva, Chabuca.

Muchas gracias.

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