hERNANDO DE SOTO
JUGARRETAS DEL SUBCONCIENTE
Hernando de Soto
El subconciente es ese asesino que todos llevamos escondido en el corazón. De repente, sale de su escondite y ¡clak!, nos clava su cuchillo por la espalda. Lo bueno que tiene es que, por lo general, la puñalada no causa llanto sino risa.
Hernando de Soto es el economista peruano más exitoso de nuestra historia. Más vive fuera que dentro del país. Numerosos gobiernos extranjeros lo llaman para que les ayude a enderezar sus economías torcidas, mientras aquì, en el Perú, nadie le hace caso. Esa es una jugada de parte de nuestro subconciente colectivo.
Claro que el Perú no tiene tanto dinero para pagarle lo que cobra por sus servicios, porque según se sabe, cobra bastante. En esa zona es donde el subconciente le acaba de jugar una mala pasada.
De Soto es alto, grueso, pero muy gordo, camina como un elefante o un trailler. La relaciòn entre su gordura y sus negocios sacaron a relucir sus cuchillos. Recientemente, una periodista curiosa le preguntó si hacía dieta para bajar de peso. El contestó que sí.
.- Estoy haciendo dieta para bajar de precio…
- No, no, estoy haciendo dieta para bajar de peso –se corrigió ahí mismo pero ya su subconcientelo había traicionaado malamente. La gente que lo essuchò se mató de risa.
El Congresista
No diremos su nombre. ¿Para qué ya, a esta altura del partido?. Solo breves referencias: se trata de un congresista sin ninguna relevancia como la mayorìa, un cualquiera que jugó a cara o sello, saliò sello y resultó elegido.
Hay que agregar que ya se sabía que un congresista iba a ganar lo que 20 obreros de construcciòn civil. En este mes, cada congresista va a recibir más de 56 mil nuevos soles como aguinaldo, algo semejante a más de 17 mil dólares. Los catedráticos de la Universidad de San Marcos no ganan tanta plata, apenas unos 500 dólares mensuales
La ceremonia de juramentación en el Congreso es muy solemne. Cada congresista avanza hacia la mesa de honor, se arrodilla ante un crucifijo y responde a la inqusiciòn del presidente de la Camara: ¿Jurais por Dios y por la Patria, etc.?.
El congresista debe contestar en voz alta y rotunda: ¡Sí, juro!. Caso de que quiera hacer alguna promesa personal, puede hacerlo.
En este caso, el presidente de la Cámara le hizo la invocaciòn al congresista de marras; pero a éste lo traicionò su subconciente cuando gritò a todos los vientos, una vez hecha la advocación:
-Por Dios y por la Plata, ¡sí, juro!
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