Miami
Miami es la ciudad más latinoamericanizada y turística de los Estados Unidos de Norteamérica, con características muy propias. Tal vez, se podría sintetizar algo de esta apreciación con ciertas palabras que conformarían un diccionario inglés-español sui géneris, utilizable hasta más allá del siglo XX. Caminando por las calles de la ciudad, se me ocurrió proponer algunos vocablos claves, un breve diccionario al paso. Por ejemplo:
Acuarium: Es un centro de recreación donde hay delfines y ballenas asesinas. Los delfines, por un dólar agujereado, nadan estilo-espalda, bailan ballet, dan saltos mortales, se ríen y hasta te saludan en inglés. Las orcas o ballenas asesinas humanizadas, o sea, menos asesinas que los hombres, como forradas en una enorme pieza de hule negro con manchas blancas, hacen sus piruetas con ternura, después de lo cual, lo único que te queda es exclamar: ¡Increíble! Al final, saltan fuera del agua y le dan un beso a su domador. Realmente, es el mejor plato turístico que te puede servir la latinoamericanizada Miami, no porque compruebes qué tan inteligentes son los animales, sino qué tan feroces somos los hombres que hasta nos matamos entre nosotros por detalles ínfimos.
Cubans: Los hay de toda edad, sexo y condición social, económica o política. Hay la metamorfosis completa, desde el gusano hasta la mariposa. Algunos viven de su trabajo, muy pocos, del trabajo de los demás. Han impuesto, por lo menos en el renglón culinario, su célebre plato isleño, el del “Arroz a la cubana”, (harto arroz, un plátano y dos huevos fritos y connotaciones eróticas). Ahora, hay un millón de cubanos, pero cuando llegue el año 2000 van a ser tantos que hasta podrán imponer condiciones, según los augurios de la informática.
Shops: Te atarantan. En una tienda como le llamamos nosotros, o stores o shops como les llaman ellos, encuentras de todo, desde un par de “earrings”, hasta vestidos de buzo, pasando por camote frito bien envasado, sombras (“nada más/ entre tu vida y mi vida”, bolero) para los ojos, agujas para cirujano, chocolates relajados, y los últimos inventos caseros, como ultrapeladores de papa, recogedores automáticos de basura; en vez de encendedores, apagadores de cigarrillos; etc.
Hamburgers: Los hay en todas las esquinas, en los bares o en las carretillas ambulantes. El MAC BIG es, por ejemplo, un monstruo de tres tapas con bastante carne molida, lechuga, tomatoes, pepinillo y mostaza. Y es el más barato de todos sus congéneres, como que apenas cuesta one dollar (o sea, 17.50 soles al cambio de Ocoña Street, en el 85; 2 nuevos soles 26 centavos en 1995; 3-50 en el 1999). También los había con huevo encima o jamón abajo, pero esto ya está por sobre las posibilidades de un turista de medio pelo. Antes de comprar, tienes que pensarlo 2 veces. Hasta 3.
Police: Los policías de Miami son unos hombrones tipo “Sheriff” norteamericano, aunque ahora hay dentro de los cuarteles, bastante cubano nacionalizado. Visten uniforme azul con adornos o regatones plateados, pistola al cinto y “walking-talkings”, silbato, esposas o marrocas, libreta de apuntes y placa con su nombre completo. Caminan lentamente sobre zapatos de hule negro, número 43/49. Son serviciales, pero no quieren ayudarte, te revientan cuando te dicen: “Mi no hablar español”.
Ambulants: Como en todo sitio se cuecen habas, Miami no es ninguna excepción. Hay ambulantes que venden de todo: cocas, sanguches, helados, peinillas, mondaderas de papas, palos de dientes, etc. Frente a sus carretillas de latón aséptico y bajo sombrillas de colores como carpas de circos individuales, los vendedores vegetan añorando sus tierras lejanas, porque la venta ambulante sólo les está reservada a los inmigrantes de los países subdesarrollados. Muy raro, imposible sería encontrar un ambulante danés o alemán.
Candles: Son velas de cera de colores fuertes y están dedicados a santos un tanto desconocidos por nosotros, por ejemplo, a la Virgen de la Caridad, Virgen del Cobre, a San Lázaro, a la Virgen de la Regla (“inmenso abismo de piedad”); a San Alejo (de repente, del verbo alejar porque una imprecación dice: “Aléjame de Satanás”); también hay velas de la Suerte, velas que no producen incendios; también velas “for our Lady of Las Mercedes” y para San Martín. Nuestro santo no figura con escoba ni perro ni pericote ni gato. Sencillamente, figura con oraciones al pie, como “En ti, beatito Martín, pongo toda mi esperanza”. En los altares de la iglesia de S.E. 2 y Miami Av., las velas se van consumiendo en un mar de lágrimas de cera y un humito apenas visible.
Vitamins: Se pronuncia “vairamins” y cubren todo el espectro de tus necesidades. Hay Vitamina V2, V3, hasta V12. Las vitaminas, según la propaganda, te vacunan contra todo, pero no por eso, los norteamericanos ni los inmigrantes se convierten en inmortales. Como todos nosotros, los norteamericanos nacen, crecen, se reproducen (poco, porque no son chinos), y mueren. Para morir o pasar sus últimos días, los viejos se van justamente a Miami.
Zodiac: Para no creer, pero en Miami, también se vive pendiente de los horóscopos. Si eres de tal signo, hoy recibirás una sorpresa, etc., generalidades, igual que los pronósticos de Zandrox que sólo son engañamuchachos. “Un hombre no creyó en su horóscopo y se murió al día siguiente, tal como se lo había pronosticado”, me contó muy preocupado un cliente de los horóscopos y de Madama Isis. Ella, como otras “madames” es experta en nigromancia y acaba de llegar de la India donde anduvo bajo la advocación de Bramaputhra. En los volantes, ella dice que te solucionará cualquier problema, si se te ha ido la mujer, ella te lo hará regresar, etc. Mentira. (Esto es lo que me pasó a mi con un brujo nativo, en Puente de Piedra. Cuando le fui a hacer la consulta, me dijo, tráigame la foto de la mujer que se le ha ido y yo se lo hago regresar en 15 días. Le llevé la foto. El hombre la miró, se lamió de gusto y me dijo: No tenga cuidado, váyase tranquilo. No se desespere que dentro de 15 días, esta hermosa hembra regresará a su lado”. Esperé años. ¿Qué iba a regresar si la foto que le llevé al brujo era la de Anita Eckber?). Así, en Miami, tú concurres a la dirección, le pagas, mínimo 20 dólares (340 mil soles de entonces, 1985) por la consulta. Entonces, te sientas a esperar, porque tu mujer no volverá jamás.
Electronic: Los grandes almacenes te atosigan. Cualquier artefacto en el que de alguna manera intervenga la electrónica encontrarás en Miami. Calculadoras, máquinas fotográficas, televisores, y computadoras que recién habían aparecido; así como hornos para calentar la comida al toque, en fin, maquinas electrónicas de toda laya. Tú te entusiasmas y envidias a qué nivel electrónico han llegado los “gringos”. Y compras, aunque un poco desengañado, porque lees que lo que has comprado fue “made in Taiwan”.
Plastic: Alguien ha dicho que vivimos la Era del Plástico. Todo lo que empezó con adminículos para control de la natalidad ha terminado en una plaga mundial, como lo es la contaminación. Todo es plástico ahí, bien, como en todo el mundo desarrollado y en desarrollo. Desde bolsas para maní, hasta guardapolvos descartables. Miami, para los recolectores de basura, amanece atestado de frascos, cajas, bolsas, botellas, jeringuillas que sirvieron para inyectarse LSD y preservativos, muchos preservativos y eso que el SIDA todavía no estaba en auge. Mañana los incinerarán y tú verás toda esa basura, elevarse al cielo hecho un humo negro de muerte.
Hotels: Qué bárbara cantidad de hoteles en las riberas de Miami Beach. Por lo general, allí van a parar los turistas del primer mundo para entreverarse con los del tercer mundo de la vejez. Un 90 por ciento de jubilados, va a pasar allí sus vacaciones que nunca sabe si serán las últimas. Los hoteles fungen de ser de primera categoría, pero no lo son, aunque prima la limpieza y todos tienen su playa particular para estacionamiento, porque en Miami, casi todo el mundo tiene automóvil, aunque no sea de último modelo. Hay automóviles que parecen acorazados, de esos se ríen los playboys.
Estas son algunas observaciones al paso que podrían utilizarse como mediana información turística. Puede ser parte de un nuevo diccionario inglés-español relacionado a Miami, la ciudad norteamericana con la que todos los turistas del tercer mundo y más aún, de los llamados de medio pelo, soñamos o queremos conocer. Y, finalmente, llegamos a conocer, como es mi caso.
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