EL MUNDO, UN DÍA

Blog del Periodista Manuel Jesús Orbegozo. Este blog se mantendrá en línea como tributo a quien con su pluma forjo generaciones de periodistas desde la aulas sanmarquinas. MJO siempre presente.

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Primero, recorrió todo su país en plan informativo, y luego casi todo el mundo con el mismo afán. Por lo menos, muchos de los grandes sucesos mundiales de los últimos 30 años del siglo XX (guerras, epidemias, citas cumbres, desastres, olimpiadas deportivas, etc.) fueron cubiertos por este hombre de prensa emprendedor, humanista, bajo de cuerpo pero alto de espíritu, silencioso, de vuelo rasante, como un alcatraz antes que de alturas, como un águila, por considerar que la soberbia es negativa para el espíritu humano. Trabajó en La Crónica y Expreso, y más de 30 años en el diario El Comercio como Jefe de Redacción, luego fue Director del diario oficial El Peruano y como profesor de periodismo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo sigue siendo aún después de 30 años seguidos. Esta es un apretada síntesis de la vida de un periodista hizo historia en el Perú y en muchos de quienes lo conocieron. Puede además ver su galeria fotográfica en http://mjorbe.jalbum.net Nota: MJO partio el 12 de setiembre para hacer una entrevista, la más larga de todas. MJO no se ha ido, vive en cada uno de los corazones de quienes lo conocieron.

Wednesday, October 24, 2007

NOBEL GGM:BODAS DE PLATA

Hace 25 años que GGM ganó el Premio Nobel de Literatura. Todo el mundo celebra este acontecimiento. Busco en mis archivos los recuerdos que guardo de cuando estuve en Estocolmo en la entrega de ese premio universal, y lo incluyo en mi blog, como un pálido homenaje a Gabriel y a su obra;



“Gabriel García Márquez había publicado una novela que posiblemente nunca imaginó iba a causar un cataclismo en el mundo de las letras castellanas. Nunca una obra de su especie había causado tanta perplejidad.
Conocí al famoso escritor, en Lima, en los tiempos del “Boom” y estuve en Estocolmo cuando recibió el Nobel de Literatura en el 82. Los breves recuerdos que publico al pie constituyen mi homenaje al humanísimo personaje y a su obra, recordando la publicación de su famoso “Cien Años de Soledad”.
De García Márquez recuerdo que él y los 6 candidatos más debían ensayar esa mañana cómo sería la entrega de los premios unas horas más tarde. García Márquez llegó sin aturdimientos, con su saco a cuadros, el mismo con el que sale retratado en todas las contracarátulas de sus novelas, sonriente, y llevando en las manos una rosa amarilla en vez, digamos, de una paloma, símbolo clásico de la paz.
El maestro de ceremonias les enseñó los pasos más chéveres que podrían darse en ceremonia tan seria como aquella de la entrega de los Nobel. El escritor hizo muy bien su papel y luego de terminado el ensayo, conversamos al paso.
Gabriel recordó a Lima, al ex rector de la Universidad de Ingeniería, arquitecto Santiago Agurto Calvo, quien lo invitó en 1967, y a José Miguel Oviedo, ¿cómo está José Miguel?, me preguntó mientras lo calificaba como un gran critico literario, sabía que estaba trabajando en los Estados Unidos.
No hablamos más porque los cazadores de autógrafos lo rodeaban como a un león cazado en un safari o como a un panal de rica miel.
Nuestra conversación quedó desconectada, pero la reiniciamos luego.
¿Cuando podremos conversar más tranquilos? Quiero que me cuentes como te ha ido en estos años, me reveles alguno de tus grandes secretos…
No tengo secretos -me interrumpió cortante-, y además, entre gitanos no nos vamos a decir la suerte. Anda al hotel cuando quieras para divertirnos”, me aconsejó.
Esa misma noche fui al Gran Hotel donde se alojaba con 40 de sus amigos más íntimos venidos desde Colombia, México y España. Y gocé de su compañía aunque menos que los demás. ¿Hablar quedamente con él? Imposible. Pero le conté que iría a ver la entrega de los Premios de pura suerte. Un joven chileno desconocido me ayudó a conseguir la entrada removiendo cielo y tierra, pues, a esa hora ya era más que imposible. Cuando el joven chileno llegó a Lima de paso a Santiago, se alojó en mi casa junto a su novia sueca. Compró un número de lotería y se sacó un automóvil, como en un cuento de García Márquez.

La noche de la entrega de los Premios en Estocolmo fue fastuosa, increíble, fantástica. Todos los Nóbel enfundados en sus fracs impecables y Gabriel, de blanco, con su “guayabera” o liki liki colombiano, acaso, ¿rompiendo o enalteciendo el protocolo?.
El rey Carl Gustavo XVII también impecable pero fácil de ser confundido con un empleado bancario, tal su sencillez. La reina Silvia cuya corona contribuía a iluminar el teatro con sus joyas engastadas en oro y brillantes, sonreía tímidamente. Parecía interesada en saludar en castellano a Gabriel, lengua que domina a la perfección.
Todavía resonaba el eco de la voz de Gabriel que el día anterior en la Academia, leyó “La Soledad de América Latina”, una endecha que erizó la piel de los europeos. Fue como si Gabriel hubiera descorrido el velo que cubría el verdadero rostro de nuestra pobre América.

Al siguiente día, -porque así lo quiso el Dios de los periodistas-, me encontré con Gabriel de pura casualidad, en el momento en que descendía de un automóvil en compañía de su esposa Mercedes, en una calle x. Nos saludamos y me dijo que lo acompañara que en ese momento iba a recibir su cheque del Nóbel. Una tremenda primicia que desgraciadamente no la pude graficar porque estaba prohibido ingresar al recinto con cámara fotográfica.
Breve ceremonia y una vez más la pregunta de rigor, ¿qué vas a hacer con tanto dinero?
García Márquez repitió que quería fundar un periódico. Me dijo que en Bogotá había unos 10 periodistas que escribían como él. Si hago el periódico le llamará “El OTRO” porque realmente sería OTRO diferente a los demás. El que lo compre se llevará un libro en vez de un periódico
Nunca más volví a ver a Gabriel.
Alguna vez circuló por internet una dramática carta donde se despedía del mundo, por la leucemia que lo estaba matando. Creo que alguien quiso gastarse una broma como solían hacerlo los personajes de Aracataca, pues, como se ve, felizmente GGM como Aureliano Babilonia, morirán solo cuando cumplan otros cien años de soledad”.

Por lo menos, esto va por lo 80 de edad que tiene ya y por las Bodas de Plata del Nóbel, que está cumpliendo ahora
MJO

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