DICTADORES: BOKASSA, POL POT, MARCOS
Repito; No me extraña el caso de Alberto Fujimori Fujimori. Está preso esperando que lo juzguen para ver si sale libre o lo condenan y muera en la cárcel. Nadie puede dar razón del futuro de un dictador, cuando está empezando el juicio público.
Fujimori está viviendo la primera parte del juicio como dictador que le está siguiendo el Estado; la segunda parte, será la aprobación judicial de los delitos señalados, y la tercera parte, será la condena.
Mientras no se llegue al final, tenemos que acostumbrarnos al lenguaje empleado por la mayoría de los medios de comunicación y la opinión en general que lo califica como dictador, asesino y corrupto.
Aparte, he aquí, breves retratos de algunos dictadores calificados a quienes conocí y entrevisté en mi vida profesional:
JEAN BEDEL BOKASSA: Por ejemplo, en 1986 asistí al juzgamiento de Jean Bedel Bokassa en Bangui, capital de la República Centroafricana que él gobernó a su gustó por más de diez años.
Bokassa fue tan ambicioso y extravagante que en 1976, ya en el poder, cambió a su país de democrático en imperial. Se coronó como Napoleón luciendo una corona de oro puro en una ceremonia apoteósica que le costó más de 20 millones de dólares. Asistieron sus 17 mujeres y sus más de 50 hijos y autoridades del gobierno francés. Bokassa era muy amigo del presidente Giscard d Estaing a quien surtía de uranio solo porque lo aceptara gobernar como emperador.
Estuve cuando lo juzgaron por asesinato y hasta por canibalismo. Uno de sus abogados lo defendió por este delito, con esta intervención final: “Honorables, señores que presiden esta Corte: Les pido clemencia para mi defendido porque el canibalismo no es un crimen sino un problema cultural. En mi juventud, yo también fui caníbal”.
Bokassa asistía con un terno gris que posiblemente fue negro, gastado, con la barba encanecida y la mirada perdida en el infinito. No lo condenaron a muerte, porque el pueblo pedía que lo dejaran libre para que trabajara y viera cuán duro es ganarse la vida trabajando.
A Bokassa lo condenaron a 20 años, pero en el 96 lo mató su propio corazón.
POL POT:
Al Secretario General del Partido Comunista de Kampuchea o Cambodia, lo entrevisté 48 horas antes de que abandonara el gobierno, luego de la invasión de Vietnam.
Pol Pot es señalado como uno de los gobernantes comunistas que ha cometido mayores crímenes de lesa humanidad. Cualquiera de sus biografías lo señala como un maoísta ortodoxo que soñaba con exterminar todo signo de burguesía o pequeña burguesía, no importaba el costo.
Estuve en Pnom Penh, capital de Kampuchea, en diciembre de 1978. Estuve ocho días sin poder salir una sola vez a la calle solo, de tal manera que veía las cosas desde lejos, por ejemplo, la ciudad-capital como una ciudad fantasma, todo había sido reducido al silencio y la soledad.
Visité los frentes de batalla porque en esos días, los vietnamitas ya estaban calentando motores en las fronteras, hasta que una mañana conversé con el mismo Pol Pot en un Palacio que no era como el del príncipe Norodom Sinhanouk, uno de cuyos salones estaba “empedrado” con ladrillos de plata.
Siempre me han preguntado si Pol Pot tenía cara de asesino, siempre he contestado que no. En primer lugar, porque es imposible que en una hora uno pueda tazar el alma de un individuo. Pero, por supuesto, le pregunté si era genocida, si tenía alguna culpa en la muerte del millón de kampucheanos asesinados durante su régimen, según se dice.
Pol Pot me dijo que no, que no era genocida y que en eso días, Hammarskold, de la ONU, debería visitar Phnom Penh para constatar por el mismo se los comunistas kapucheanos eran capaces de tanta muerte.
A las 11 de la mañana recibió un mensaje donde le avisaban que la invasión vietnamita era cuestión de horas y que tomara sus medidas. Ordenó que me evacuaran de inmediato a Pekín. A las 12 de la noche del 31 de diciembre de ese año, para nacer el 89, Vietnam invadía Kampuchea donde se quedó abusivamente diez años.
Todo este tiempo, Pol Pot anduvo viendo la forma de reorganizar su ejercito de khmerrouges, pero le fue imposible. Hasta queun dia fue detenido en las selvas de Anlong Veng caboyanas. Llevado a Pnom Penh, sus enemigos difundieron mundialmente la fotografía de un pobre hombre, con ropas raídas hasta la desnudez, descalzo, mendicante.
Otro hombre de poder caido por los suelos. Pocos días después, un disparo de su propio corazón, lo mató en seco.
FERDINAND MARCOS: presidente de Filipinas y sus mil islas, Cuadros fue un hombre poderoso que ejerció su gobierno incorrectamente. Había luchado como soldado contra las japoneses y luego, abogado como era, logró ingresar al campo político donde rápidament4e destaco. Anticomunista jurado, su posición política dio oportunidad para que nacieran y se fortalecieran facciones de guerrilleros comunistas y musulmanes. Su gobierno tuvo que endurecerse y caer en la dictadura. Tenía un enemigo político al que hizo juzgar y condenar a muerte. Benigno Aquino logró huir a los Estados Unidos, donde dada su alta calidad intelectual fue catedrático en Harvard. Casado con Corazón Aquino, decidieron regresar a Filipinas. En cuando el doctor Aquino descendía del avión que lo traía de Londres, fue asesinado vilmente por orden de Marcos. Este suceso conmovió a los filipinos y al mundo entero. La Aquino no juró vengar su muerte, sino salvar a Filipinas. Esa fue su promesa.
Estuve cuando las elecciones presidenciales del 86 y para poder estar cerca de Corazón Aquino, me inscribí en su partido. Así, pude ver, por ejemplo, el instante en que votó donde declaró: “Yo seré la nueva presidenta”.
Días antes se habían realizado mítines multitudinarios. Vi a Marcos presentarse y en mi reporte al Perú escribí que “más que la ruina en que andaban sus riñones, -él sufría de lupus eritomatoso- . su conciencia había hecho un correcto trabajo de zapa, lo había desmoronado por dentro con precisión de relojero suizo”,
Hubo graves líos post eleccionarios, pero finalmente, el célebre dictador Ferdinand Marcos y su esposa Imelda Romuáldez, conocida como La Mariposa de Hierro”, huyeron de Manila.
Como en “El Otoño del Patriarca”, el pueblo invadió salones y dormitorios del palacio. No encontraron dentro las vacas de la novela pero si los roperos de doña Imelda donde contabilizaron 3 mil 500 bombachas o calzones, justo para cambiarse uno por día durante 10 años seguidos.
Así cayó otro dictador. Vivió hasta 1992 donde murió como un filipino
cualquiera.
Para todos los dictadores de la Tierra de ayer, hoy y mañana, Bertold Brecht los ha sentenciado en su poemas con esta verdad de extraordinaria fuerza vital: “Los poderosos suben como los astros, como los astros, vuelven a bajar”.
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