SARA, LA PRINCESITA
Así comienza su crónica sobre Sara Conde, el periodista David Gavidia tratando de hacerle el mejor retrato físico a esta Sarita a quien ha bautizado de frente como “La Princesita”.
Sara tiene 13 años, por lo tanto, á qué serrana o selvática, a esa edad, su voz no deja de ser limpia, real y maravillosa. Las lluvias no lavan solamente las sementeras y los árboles sino también las cuerdas vocales. Cuando Sarita sale al escenario, su voz parece recién lavada,
Pero, además, tiene el mismo ritmo del agua, aunque en este caso, adornada por la cálida melodía del clima selvático ahora con toques de las melodías serranas que cada vez se van entreverando más en el Perú.
El periodista le añade otras interpretaciones a la voz de Sarita en el sentido de que no es meliflua; es dulce pero su dulzura no cae en el ensimismamiento, en todo caso en la penumbra cuando habla de su alma.
En Internet pasan a menudo, hechos dramáticos, comedias sutiles, algunos de los cuales resultan difíciles de creer. Hace unos días pasaron lo siguiente: Aparece una bailarina de ballet, luego su pareja y casi de inmediato, uno se da cuenta de que a ella le falta un brazo y a él una pierna. Sin embargas, estas carencias embeben la atención de los observadores que se olvidan de que en el palco hay dos incapacitados que bailan ballet y que son absorbidos por la maravilla de la pieza de música dancística que ejecutan.
Al final, los aplausos inundan los escenarios por entender el triunfo de la vida pero no dejan de haber mujeres y hombres que lloran, plácida, silenciosamente.
Aquí, la princesa Sarita, repite una o dos o más canciones muchas que tienen letras ad hoc a su caso, hasta que en el escenario revientan los aplausos y el llanto, porque a la niña le falta la mano derecha.
No se le ha perdidó haciendo una travesura. Fue el cáncer, esa enfermedad impía la que escogió a Sarita para sus concretar sus maldades. Genrlamente, el cáncer no hiere a cualquiera de nosotros sino a quienes no debería herir. En Aguaytía, el cáncer empezó su trabajo de zapa en la punta de la mano derecha de Sarita y de allí fue subiendo hasta que los médicos tuvieran que amputarla, frenar la marcha del mal cortándole la parte dañada.
La hermosa Sarita de rostro muy bello pero de ojos muy tristes no precisa de pronunciar un discurso para denunciar su incapacidad. Cualquiera se da cuenta de que se trata de una muchachita pobre atacada por una enfermedad que todavía no ha sido vencida, que precisa de más ayuda, de mucha ayuda.
Es feliz con los aplausos sentimentales de todos los que la escuchan cantar, pero más lo sería si un señor rico hace más rico su corazón si le da su mano sana a la manito enferma de Sarita, la Princesa: una manito restaurada como una prótesisis milagrosa. .
La niña está atendida en el INEN (Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas) y tiene un teléfono familiar que está a su servicio, es el No.061-961-951911.
No se sabe si el titular que el periodista Gavidia inventó para su crónica pueda convertirse en una verdad eternamente aplaudida: ”LA PRINCESITA QUE VENCIO AL CÁNCER”.
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