LA SEÑORA MEDINA Y “LA URRACA”
Desde que empezó a trabajar la señora Medina frente a los televisores anduvo equivocada. Esto porque jamás le enseñaron a discurrir bien entre lo que significaba tener sentido del amor propio y del respeto al ajeno.
Desde que apareció consideró que ella podía disponer de los derechos ajenos como si fueran de ella. Trabajaba en un set como si lo estuviera haciendo en una chingana.
Muy pocos se dieron cuenta de este estilo mafiosos y la aplaudieron a rabiar; al poco tiempo había conquistado el mercado del espectáculo que era lo que al parecer a ella le interesaba más. Su “periodismo” era tan sui géneris que pronto se ganó un apodo como no lo gana así nomás ningún miembro de ese mundo profesional. La empezaron a llamar “Urraca”, el nombre de ese pajarote cuya descripción en el Diccionario de la RAE da risa, solo copiaré aquí, cómo se le conoce en segundo término: “hablar más que una urraca”, hablar más de lo necesario.
Pero, luego los profesionales del periodismo, encontraron que el estilo de la señora Medina estaba haciéndole mucho daño y era propio, de su invención y entonces, bautizaron a su estilo como “magalización”, es decir, ella, su nombre propio de Magali se había convertido en el prototipo de un periodismo que no pasaba de ser sino chisme vulgar, neto, torpe, estúpido, ofensivo, mediocre, etc.
La señora se valía de sus redactores apodados “Urracos” quienes le tendían
la red a cualquier persona vulgar o con mediana popularidad cómo futbolistas, bailarinas o artistas de espectáculos y sobre ellos lo que la señora Medina llamaba “Ampay”. La señora Medina invento este sustantivo y luego lo verbalizó contra las leyes normales de la Lengua Castellana. De pronto, los niños en los colegios ya te hablaban de ¡ampayarte! si creía que te estabas portando mal.
El “ampayismo” le costó caro a la “Urraca” porque más de diez juicios le cayeron encima a causa de ese estilo pues estos conllevaban la consigna del descrédito como tema vital.
El poder de la señora Medina -”llamémosle asi”- consistía en enviar a sus “urracos” para que husmearan a quienes estaban a punto de cometer delitos parroquiales, pecados veniales o simples pantomimas irreverentes. Era suficiente el esquema, la máscara, el resto lo ponía la fábrica de la señora Medina. No importa que detrás de todo eso andara agazapada una falta a la honradez, a la intimidad en grado sumo que el periodismo rechaza.
Esto obligó a que la señora Medina fuera condenada a pasarse unos cuantos meses en la cárcel de la cual, la dicha señora, salió con más ímpetu que cuando entró. Una persona normal que no sepa nada de deontología o de ética y moral, teorías del comportamiento, se erizó de cólera y solo le sirvió para confirmar la ignorancia cultural de la señora Medina.
El público de la señora Medina también tuvo aquí la oportunidad de medir su simpatía por dicha señora, ambos quedaron tablas.
La señora, vuelta a los canales de la TV dijo que se sentía feliz de haber estado en la cárcel, no porque le habría gustado estar tras las rejas sino porque sintió el calor de su clientela.
En esos breve días posteriores sucedió en Miami un caso de “”magalismo” que se hizo mundial, un padre de la iglesia cristiana fue sorprendido por los “urracos” de un canal norteamericano y difundió un video donde se sorprende a dicho sacerdote acariciando amorosamente a una diva. Sobre ese “ampay” el mundo “magalizó” el caso y todos rajaron del curita.
Pero, el curita aceptó su pecado y dijo con todas sus letras que como sacerdote se arrepentía de haber violado las leyes de la iglesia bajo las cuales él andaba sujeto, pero no se arrepentía de amar a dicha mujer con quien, dígase de paso, tiene un hijo de 5 años.
Pero fue un chocolate que la señora Medina chupó hasta engolosinarse. Principista, como se considera, dijo que si ella hubiera hecho eso el mundo se le hubiera venido encima, pero es para que se convenzan que en todo el mundo se hacen los “ampays tipo Medina”.
La señora Medina no se apercibió que “magalismo” hay en todo el mundo, no hay país donde no haya “magalismo” o sea mal periodismo o periodismo amarillo, antideontológico. Lo importante es aplastar ese mal periodismo para enderezar de alguna manera el comportamiento social, el Perú lo necesita demasiado.
Lo criticable aquí es que el periodismo no tenga asociaciones buenas de periodismo, capaces de enderezar a los periodistas, porque el problema de la señora Medina, por ejemplo, caso de admitirla como periodista, es de los periodistas, no es de nadie más.
Hay que alabar a la ANDA, Sociedad Nacional de Anunciantes, que ésta sí, ha sabido parar en seco a la señora Medina. Le ha dicho que “adiós, ampay” y su programa más allá de las 11pm. porque a las 9, significa chorrear muchas porquerías en las salas de los hogares limeños, en San Isidro como en la punta más alta del Cerro San Cosme.
Ojo, señora Medina, a las 9 hace mucho daño.
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