EL MUNDO, UN DÍA

Blog del Periodista Manuel Jesús Orbegozo. Este blog se mantendrá en línea como tributo a quien con su pluma forjo generaciones de periodistas desde la aulas sanmarquinas. MJO siempre presente.

My Photo
Name:
Location: Lima, Lima, Peru

Primero, recorrió todo su país en plan informativo, y luego casi todo el mundo con el mismo afán. Por lo menos, muchos de los grandes sucesos mundiales de los últimos 30 años del siglo XX (guerras, epidemias, citas cumbres, desastres, olimpiadas deportivas, etc.) fueron cubiertos por este hombre de prensa emprendedor, humanista, bajo de cuerpo pero alto de espíritu, silencioso, de vuelo rasante, como un alcatraz antes que de alturas, como un águila, por considerar que la soberbia es negativa para el espíritu humano. Trabajó en La Crónica y Expreso, y más de 30 años en el diario El Comercio como Jefe de Redacción, luego fue Director del diario oficial El Peruano y como profesor de periodismo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo sigue siendo aún después de 30 años seguidos. Esta es un apretada síntesis de la vida de un periodista hizo historia en el Perú y en muchos de quienes lo conocieron. Puede además ver su galeria fotográfica en http://mjorbe.jalbum.net Nota: MJO partio el 12 de setiembre para hacer una entrevista, la más larga de todas. MJO no se ha ido, vive en cada uno de los corazones de quienes lo conocieron.

Tuesday, November 10, 2009

EL MURO QUE VI CAER

EL MURO: CRONICA DE UNA CAIDA
El 1º.de noviempe se cumplieron 20 años de la caida del Muro de Berín. No ha habido en la historia del mundo, un muro o algo parecido tan detestable como el nombrado, porque llana y sencillamente partió en dos a un pais legendariament4e unificado.
Dicho Muro había sido construido con cemento armado, pero también con odio. El odio no dejó jamás que pudiera despegarse y solo 20 años después, por decretos y voluntad de algún Dios Humano y politico, lo destruyó y barrio dejándolo solo polvo.
El 1º. de noviembre fue la fecha oficial de la caída del muro, pero ya desde dias antes, y acaso desde que fue construido el 13 de agosto de 1961, los alemanes pugnaron por burlarse del cemento e intentaron transpasarlo aunque muchos de ellos murieron en su intento.

En mi vieja crónica sobre la célebre “Caída del Muro", publicada en el diario El Comercio, escribi que con bocados da neblina del duro invierno berlinés, miles de alemanes del Oeste y extranjeros venidos de otras tierras, como pájaros picapedreros, todos los días hundíamos cinceles y cuchillos en el Muro de Berlín.
Todos queríamos llevarnos aunque sea un pedacito de cemento armado desprendido, para que desde donde sea colocado, denuncie de inmediato, la aberración humana que un día partió en dos a una ciudad aparentemente única e indivisible.
Desde el amanecer hasta el anochecer, en las barbas de los soldados que antes te podían devorar sólo con la mirada, los picapedreros occidentales, -cincel y martillo en mano, intentaamos, además de llevarnos un pedacito de la carne del monstruo, poner su grano de arena en la tarea insomne de derribar realmente el muro.

El Muro está hecho de una rara mezcla de cemento y piedras, -dije- fierro y agua viva de odio, mucho odio, ingrediente que parece ser lo que contribuyó a darle una apariencia de inexpugnable. Fue construido, no porque alguien se volviera loco de la noche a la mañana, o Dios que de repente, en vez de decir, hágase la luz, dijo, hágase el muro; y el muro fue hecho. No fue uno solo, sino cuatro a la sazón, los triunfadores en la II Guerra Mundial quienes lo construyeron; recordémoslo: los Estados Unidos de Norteamérica, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; Gran Bretaña y Francia. A causa de las sospechas y el sueño de instaurar sus bloques de influencia que surgieron entre ellos, fueron las razones básicas para que levantaran el nefasto Muro de Berlín.

Había terminado ya esa Guerra devastadora, pero todavía no se habían repartido el trofeo, no sabían cómo compartir el botín. Entonces, trazaron una línea punteada sobre el mapa donde todavía humeaban los cañones de las batallas definitivas, cuando amaneció un nuevo día; increíble, dos de los cuatro inocentes puntos de la Rosa de los Vientos, o sea el Este y el Oeste, se convertían a partir de entonces, en la nueva división política y geográfica de Europa y del mundo.
La división no fue muy difícil en las nuevas fronteras, fue cuestión de apretar más el lápiz, lo difícil era separar en dos a la capital de donde en días malhadados, partieron todos los perros de la guerra, donde se cocinaron todos los fascistas caldos de la muerte
Entonces, a nadie se le ocurrió una mejor idea que levantar una pared para separar, no a dos pueblos de diferente lengua ni de diferente historia ni de diferente cultura; sino, a un pueblo de la misma lengua, de la misma historia y de la misma cultura: la Alemania del II Reich. Se erigen, entonces, dos siglas para reconocerlas individualmente: la RFA y la RDA.
Entre el 45 en que terminó la guerra, hasta el 61 en que se constuyó el Muro, 3 millones de alemanes aprvecharon el pánico y cambiaron de punto cardinal: se pasaron del Este al Oeste porque hasta entonces, todavía no se había construido el Muro de Berlín.
Entonces, los políticos y los albañiles del Este, pensaron que era necesario levantar algo, una pared divisoria para evitar inquinas, malos entendidos; que era mejor que quedaran bien separados el agua del aceite. No restaba sino sólo partir en dos a Berlín.
Ambos, albañiles y políticos, trabajaron día y noche sin descanso, tanto que cuando amaneció el 9 de noviembre de 1961, apareció hecho y derecho aquel repudiado Muro de Berlín: 165 kilómetros 700 metros de cemento armado se erguían separando a la gran capital en dos, no como un queso cortado por un cuchillo, sino como toda una obra de arte.
El Muro tenía sus entradas y sus salidas, su estética, sus esguinces para no atrancar de golpe el paso de los trenes ni el agua de los ríos. Estos podía entrar y salir permanentemente sin ningún requisito; en cambio, los hombres, no. En realidad no era muy difícil transponer el muro, con una escalera, suficiente; pero, no lo era porque en los lugares más estratégicos posibles, se montó el sistema más feroz de seguridad: hombres y perros, electricidad y metralla para quienes lo osaran. En estas condiciones, ¿quién podría arriesgarse a pasar el Muro?
Hubo quien lo intentó, sin embargo. Entre el día de la inauguración del Muro de la Infamia, -también así llamado por la indignación mundial- hasta el 1988, 80 alemanes orientales se aventuraron a pasarlo. Lamentablemente, todos fueron abatidos por el fuego. Otros 115 quedaron arrastrando sus piernas o sus vísceras heridas, también por los certeros disparos de los vigías diurnos o nocturnos montados en casetas que aún hoy se puede mirar y condenar, si ese es el impulso.
Muchos más quisieron pasar, muchos se las ingeniaron de mil modos, aunque nadie logró la libertad. Muchos rozaron la heroicidad como Wolfang Maier a quien Jurgen Becker le hizo hasta un poema, como poemas le han escrito al símbolo de la división política de las dos Alemanias, aún Gunther Grass.
Muchos orientales soñaban con escapar hacia el Occidente en busca de la libertad. En 1984, 25 mil allemanes pasaron legalmente y en 1987, 3 mil jóvenes que querían escuchar en vivo y en directo a David Bowie como no lo podrían, inventaron dos canciones que con el tiempo van a ser históricas: "La Mur doit tumber" y "Gorbachov". (Es más o menos fácil entender cuáles son los temas de estas canciones).

El 17 de setiembre del año pasado, -relaté- los luteranos de Leipzig pusieron todos los dedos sobre todas las purulentas llagas políticas que abatían al país; pidieron pluralismo de partidos (que lo había de alguna manera) y verdadera democracia para que el pueblo, por ejemplo, pueda elegir a sus representantes. Pedían lo que Gorbachov: humanizar el socialismo. Porque los comunistas –lo acaba de decir Gorbachov- no son dueños de la verdad ni de los hombres.
El gobierno de Erich Hoenecker empezó a ser roído lenta, pero implacablemente por la diaria protesta ciudadana; insurgían los que no gozan del poder o para decirlo mejor, insurgen las víctimas del poder. Los dedos acusadores señalaban a los más altos miembros de la Nomenklatura que tenía hasta cotos de caza de su absoluta propiedad.
El 7 de octubre, Gorbachov llegó a Berlín a celebrar con los alemanes del Este, el 40 aniversario de la creación de la "Nueva Patria". Dos días después, en Leipzig se reunieron 70 mil para manifestarse contra Hoenecker. Hoenecker no sabe cómo salir del paso, firma treguas, suelta el hilo de la cometa de la furia popular que parece ser arrastrada por el viento de reales apetencias democráticas. Al siguiente día, 10 mil alemanes fueron autorizados para viajar al Oeste, dije.
El 18, renunció Hoenecker ¿Qué le pasó al rudo maquinista del Estado alemán, al implacable director de orquesta que nunca jamás quiso hacer concesiones, porque para él las cosas deberían continuar como en los tiempos de Stalin? Hoenecker es, luego, acusado de permitir devastaciones en el erario administrativo; le dictaminan arrestro domiciliario. Las pesadillas lo despiertan a media noche, ve fantasmas a los que espanta con las manos; entonces, los médicos y los psiquiatras lo asisten con conversaciones y calmantes, para evitar que caiga en el pozo sin fondo de la locura.
A Hoenecker le sucedió Egon Krenz, nombramiento que no fue bien recibido. Krenz se abrió paso por entre las manifestaciones que ya nadie podía detener y viajó a Moscú. El 4 de noviembre ordenó que los alemanes refugiados en Checoslovaquia, se fueran al Oeste o a donde quisieran.
El 9 de noviembre los hombres de Krenz creen que lo mejor es abrir una puerta de escape para aflojar las tensiones que parecen velas de un barco en plena tempestad, de lo contrario, el barco se puede hundir. Se ordenó "derribar el Muro de Berlín".
En Bonn, al otro lado de la vereda, se celebra con cerveza y vinos del Rin, como si hubiera llegado "el día de la gloria".
Se abre una brecha física, pero sólo una, en este otro muro de los lamentos. Por allí se cuelan algunos millones de descontentos que, por otro lado, ahora no saben qué hacer en la RFA. Los marcos que recibieron generosamente en el glorioso día de la llegada se les fue pronto en el deslumbramiento. Luego, fue apareciendo una realidad que no saben cómo afrontar, no hay trabajo ni nadie los va a seguir manteniendo por muy alemanes del Este que sean.
El Canciller Helmuntg Kohl presentó en el Bandestag un plan de 10 puntos en 3 etapas donde considera la creación de una confederación alemana como primer paso a la reunificación. Porque, dentro de la recomposición de La Gran Casa Europea, ese es el tema que recorre al Viejo Continente y al resto del mundo: la reunifación de las dos Alemanias.
Los descontentos en el Este, primero no pedían reunificación. Pedían que les desataran la corbata dictatorial que los ahogaba; nada más. No disfrutaban de las libertades más elementales que precisan los hombres para vivir en este mundo y estaban hartos de la prepotencia del Partido y de la corrupción. Esto es cierto, como que ahora el mismo Alxander Schlk-Golodkowski, el "Big Alex", ex-director de la Sección de Coordinación Comercial que controla los intercambios de divisas, está preso en Alemania Occidental. Schalk es acusado de corrupción, fraudes millonarios y contrabando de armas. Un diario alemán que leí en Bonn afirma que Schalk le vendía armas al Perú. Manfred Seidel, un número 2 de la coima alemana, también es arrestado por haberse apropiado de unos 100 millones de dólares, etc.
Después, los descontentos pidieron reunifcación, aunque les han salido al paso, algunos legítimos socialistas que les han gritado "fascistas, traidores".
El problema de la reunificación es muy complejo; tiene muchos pro y muchos contra. Recientemente, hubo una reunión en Strasburgo. De 12 representantes de los países que conforman la Comunidad Económica Europea, presidida hoy por Mitterrand, todos estuvieron de acuerdo en que el Oeste debe apoyar al Este, por lo menos en el terreno de la economía y el desarrollo. Sólo Margaret Thatcher estuvo en contra. Esto, porque de alguna manera representa el temor de muchos europeos de que pueda desencadenarse como si se cumpliera un horrible ciclo, una nueva guerra como las de 1871 (Bismark), 1914 /(Guillermo II) y 1939 (Hitler).
Pero, Kohl y otros analistas dicen que no debe haber temor porque la Alemania de hoy, con el ejemplo de aquellos desastres, no pretende ser una nueva superpotencia. Eso lo dicen a todos los vientos.
Dentro de Alemania del Este todo parece que anduviera en orden, por lo menos, desde las calles se puede ver cómo la gente pasa tranquila a pie o en sus coches de una sola marca que nada tienen que ver con los Mercedes Benz. Aquellos coches del Este son como una zapatilla para los Mercedes, porque lógico, el Oeste está desproporcionalmente más desarrollado en ciencia y en tecnología, no sólo de su contraparte, sino de todos los demás países de la CEE.
Según el profesor Iván Samson de la universidad de Ciencias Sociales de Grennoble, el Este debe andar retrasado por lo menos en unos 7 años frente a sus vecinos o sea, toda una generación.
En el Este se ha formado un grupo denominado "El Nuevo Foro" que representa a la oposición al sistema actual de gobierno, (bueno, se puede decir que ya no hay gobierno actual en alemania del Este), porque todo es anárquico, ahora. Los viejos dirigentes tienen miedo hasta de salir a la esquina porque hay enfurecidos antagonistas que se los quieren comer vivos.
Alemania del Este es, a pesar de todo, un país digno y progresista. Del oriente europeo es uno de los más poderosos y más desarrollado tecnológicamente. Tiene unos 9 mil dólares de renta anual "per cápita" y una deuda externa muy baja, de 4 mil millones de dólares, 8 veces menos que Polonia, cuando menos.
Berlín del Este es gris o cuando menos no tan luminoso como Berlín del Oeste donde en cada esquina tienes un rutilante "sexshop" en vivo y en directo.
Mientras tanto, la oposición sigue trabajando ahora más racionalmente, para que todo salga mejor porque el fenómeno que se produce no sólo en esta Alemania, sino en toda la llamada Europa del Este, es o debe ser irreversible.
Mi relato de entonces decía que, “ara que no haya retrocesos, es preciso ahora caminar con pies de plomo. Las autoridades, frente a las amenazas populares, ya soltaron su primer aviso. Han dicho que frenen sus impulsos si no quieren que se tomen medidas drásticas. ¿Metrallas, ah? "La situación es extremadamente delicada", han dicho y cuidado, porque aquellas tienen todo el derecho a usasr las medidas que consideren conveniente para enderezar lo que crean torcido, en uso de su soberanía. "Aún no hay estado de excepción" ha expresado el gobierno de Hans Modrow y ese "aún" tan sutil como subrepticiamente deslizado en la frase, se ha convertido en motivo de honda preocupación internacional.
El Muro no ha caído sino simbólicamente; el Muro está ahí. Viéndolo por este lado del oeste se parece un gigantesco e interminable mural pintado por muchachos holgazanes o "naif". Las palabbras se cruzan y los dibujos son críticos o tomaduras de pelo; hay fusiles, como martillos, como patos Donald, como payasos, como misiles y palabras en inglés, en alemán, en todos los idiomas, Wellcome Fritz, we love freedom, wellcome, Ich liebe Berlin, remember me, etc. entreverados con todos los colores y del grueso de todas las brochas o pinceles del mundo.
Por el otro lado del Muro, nada, todo blanco, ni una sola queja, ni una sola protesta, ni un solo recuerdo ni una sola letra. Por el otro lado, nada porque, cuidado, desde sus casetas de seguridad te están vigilando los policías del Este.
Estos no han bajado la guardia, siguen siendo tan imperiosos como antes. Y los lugares de control vienen a ser los mismos. Siete veces en siete puestos siete guardias diferentes te miran el pasaporte y los ojos. A una viejecita que iba delante mío le dijeron, quítese los lentes, vuélvaselos a poner, ya, pase.
Pero, simbólicamente, el Muro ya no existe En 1964, Mories Blanchot escribió que "Berlín no es solamente Berlín, sino también el símbolo de la división del mundo y todavía más: la oposición de dos culturas al interior de una misma cultura, de dos lenguas al interior de una sola". Pues, bien, Herr Blanchot, el Muro de Berlín, ya no existe más "La Bastilla del Comunismo fue tomada el 9 de noviembre de 1989, el fin de un mundo abatido e ingrato", según lo ha dicho Serge July, recién.

El Muro de Berlín como lo fue el Paralelo 17 (que conocí) en Vietnam, o el actual Paralelo 38 (que conozco) en Corea, son aberraciones del hombre que la historia no debería soportar por mucho tiempo.
El Muro de Berlín pareció inexpugnable a lo largo de 28 años. Por entonces, señalé que en menos de 28 horas ha quedado barrido. Nada es eterno en la vida. Lo que venga ahora son también cuestiones de la historia.





0 Comments:

Post a Comment

<< Home