MICHELLE BACHELET; PRESIDENTA DE CHILE

Desde el sábado 11, la presidenta de Chile es una mujer. Se llama Michelle Bachelet. El comienzo de su biografía escrito por ella misma, dice: “Nací en Santiago, el 29 de septiembre de 1951. Tengo un hijo y dos hijas: Sebastián, de 26 años; Francisca, de 21; y Sofía, de 12. Soy médico y tengo estudios de post grado en Ciencias Militares. Además del español e inglés, domino con fluidez alemán, francés y portugués”.
No es atea pero si agnóstica y debe tener sus razones. En Chile no hay Señor de los Milagros ni Virgen de las Mercedes.
Partes de su vida son muy dramáticas por razones ideológicas. Pero, ayer se le vio feliz, como olvidándose totalmente de su pasado. Al regresar del exilio, (¿no estaría en el grupo de chilenos al que acompañé para ingresar a su país de contrabando y los esbirros de Pinochet nos hicieron regresar de Pudahuel?) se metió en política sin soñar que el 2006 iba a terminar siendo la primera mujer de su país que se ciñe la banda presidencial.

Hasta que no fue declarada ganadora en la contienda, la candidatura de Michelle Bachelet tenía amigos y enemigos a montones. En los correos electrónicos se leían desde piropos hasta maldiciones. Se le motejaba de ser socialista y al mismo tiempo, ese era su escudo
Cuando se dio la noticia de su triunfo en las urnas, yo recordaba, de la misma manera como lo hizo Eduardo Galeano en un artículo publicado 20 años atrás, lo siguiente:
“Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traiciòn pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores. Estas son mis últimas palabras. Tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano”.
Fue lo último que dijo Salvador Allende, y a mi me parecía que ahora se estaba cumpliendo la consigna. Luego de su mensaje agónico, se apagó su voz para siempre o hasta nunca. Augusto Pinochet había triunfado, aunque momentáneamente. Porque luego vendría una nueva era, la que reclamó Allende en su mensaje para restituir la impuesta por quien ahora solo es un estropajo en una silla de ruedas. Conocí a Pinochet cuando era un “triunfador” y no quisiera volver a verlo porque me daría pena.

Recojo algunos datos biográficos de Michelle Bachelet: “A los 22 años, estudiante de medicina, vió cómo su padre, general de la fuerza aérea, fue arrestado por los militares que apoyaron la sublevación de Pinochet. El general Alberto Bachelet fue torturado por sus propios camaradas y condenado a la cárcel por el hecho de ser un funcionario más del presidente Salvador Allende, quien lo llamó a su gobierno. Bachelet apuesta por internet: "Así como disponer de agua potable o energía eléctrica se convirtieron en su momento en mínimos sociales, el acceso de todos a Internet y las plataformas de comunicaciones electrónicas es hoy también indispensable".
“Según su propia hija, el general murió en la cárcel, a consecuencia de las torturas padecidas en prisión".
“En enero de 1975 ella y su madre, Angela Jeria, fueron detenidas y torturadas durante dos semanas en el campo de prisioneros de Villa Grimaldi. Ambas se exiliaron a Australia y Alemania del Este y regresaron a Chile en cuatro años después, en 1979.
“Bachelet, de 54 años, se casó y se separó mientras vivía su exilio. Paradojas de la vida, quizás uno de los actos a los que se deba enfrentar será la muerte de Pinochet. El ex dictador, de 90 años, sufre varias enfermedades, algunas graves. Con Ricardo Lagos fue ministra de Salud y de Defensa.

Bachelet sabe mucho de cuestiones militares, ojo. Ella misma afirma que su contacto con las fuerzas militares la hicieron pensar seriamente en los problemas que afrontaban estas fuerzas con la civilidad. “Esa reflexión me impulsó a realizar un curso sobre estrategia militar en la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE), en el que logré el primer lugar de la promoción. Por este resultado se me otorgó la Beca de Honor Presidente de la República para realizar el curso de Defensa Continental en el Colegio Interamericano de Defensa, en Washington DC, durante 1997, junto a 35 militares y algunos civiles de todas las Américas. Esa especialización me permitió incorporarme a mi regreso como asesora del Ministro de Defensa”, recordó ella misma alguna vez.

De joven, Michelle tenía el pelo negro, negro, y largo, largo, ahora es rubio y apenas le cubre el cuello, su cabellera es una locura, no debe necesitar peinadora.
Michelle es desinhibida, alegre, casi siempre está sonriendo con una risa tan ancha como el mar.
Es expeditiva, firma con una letra que no deja entender bien su nombre y apellido y luego le pasa una raya por encima como un sortilegio.
Acepta fácilmente los desafíos. Ricardo Lagos le dio uno: acabar con las “colas” denigrantes en los hospitales o servicios de salud. Casi acaba con ese viejo e incómodo sistema.
En lo que también tuvo éxito fue en acabar con los estresados y esquizofrénicos.
Chile no tiene tantos locos como el Perú. Por eso no se presentan 23 candidatos a la presidencia de la República como en Lima.
Dicen que en lo de las “colas” no terminó bien con el encargo al 100 %, como resultado final, entonces renunció a la cartera de Salud. Ahí fue que Lagos la pasó al Ministerio de Defensa. Eso fue para ella como comerse al calamar en su tinta.

Acabo de ver la alegría de los chilenos en Valparaíso y en las calles centrales de Santiago con motivo de la asunciòn al mando de Michelle Bachelet, lo que me obligó a recordar a mis amigos chilenos, periodistas de Punto Final de los años 60.
Vimos todos los televidentes a casi todos los presidentes de los paises libres de América y del mundo, unos 30 más o menos, y entre ellos a nuestro presidente Alejandro Toledo y al presidente de Bolivia, Evo Morales. Este era el único que no llevaba corbata. No obstante, no se le veía raro sino solo distinto, como si estuviera de compras en un mercado de su pueblo. Asi vimos a Gabriel García Márquez cuando recibiò el Nobel en Estocolmo. Era el único de los premiados que no llevaba frac. Le bastó su liki-liki. El y los sudamericanos estábamos felices.

Michelle Bachelet sonreía con sus dientes plenos y su alma. Esperamos que cuando Toledo y Evo Morales conversen sobre sus problemas, la flamante presidenta chilena aplique las normas socialistas de rigor que son más humanas que cualesquiera otras.
Si los problemas son complejos, distensiòn, para eso ella sabe la receta geriátrica, pero, además, Evo Morales le ha regalado un charango. Escuchar un huaynito paceño lleno de melancolía puede relajarle los nervios a una mujer sensible como ella, de verdad, la consideramos bien escogida para regir los destinos de la patria de Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Ah, y de Salvador Allende a quines conocí y entrevisté.
Es una pena, sin embargo, que su gobierno no vaya a durar sino solo cuatro años, deberían ser más.