COREA ATOMICA Y MIS RECUERDOS

Ahora que Corea del Norte ocupa las páginas de todos los periódicos del mundo y los Estados Unidos de Norteamérica lo considera una amenaza mundial por haber probado su primera bomba atómica, recuerdo cuando en 1959, estuve en Pyongyang. Asistía al Primer Congreso Mundial contra el Imnperialismo. La delegaciòn peruana presidida por el gran periodista Genaro Carnero Checa muerto ya en México, constaba de cuatro miembros de los cuales, tres eran marxistas.
Desde la llegada a Corea del Norte pude tasar el odio contra los norteamericanos que durante la guerra arrasaron con las principales ciudades del norte.
Las fotogrfias que se exhibían para los asistentes al Congreso, eran indescriptibles. Los bombadeos norteamericanos convirtieron a Pyongyang en algo solo comparable a Hiroshima después del primer bombardeo atómico. Ahí escuché a Kim Il Sung cuando inauguró el Congreso y pude notarlo cargado de rencor, de odio implacable a los imperialistas. Kim Yong Il, era un niño apenas que ni siquiera salía para exhibírse en las reuniones.. Ese odio no decreció nunca, siempre se considero la respuesta a la prepotencia de cualquier potencia mundial que los comunistas llaman imperialistas. Más de 50 años después, los norcoreanos podrían emplear las bombas que tienen si es que alguien se atreviera a vulnerar sus derechos, de la misma manera como lo harían los que tienen esas bombas, como la India o Israel, por ejemplo. Si no, considero que ni Corea ni la India ni Israel ni los otros que conforman el Club de los atómicos, emplearía semejante arma no solo letal sino capaz de destruir el mundo.

En mi libro “Testigo de su Tiempo” recientemente pùblicado en dos tomos, incluyo a Panmunjon, la ciudad donde el general USA, Mark Clark, firmó su derrota ante sus contrincantes comunistas de entonces. He visitado el Paralelo 38 tanto por el lado de Corea del Norte cuando por el lado de Corea del Sur. Mis escritos siempre claman por la Reunificaciòn de Corea, partida en dos como una demostraciòn más de la sinrazón la ignominia, el abuso del poder o la aberración humanas.

En unos párrafos digo¨:
“Amanecimos en Kae Song. De allí solo hay 15 kilómetros al Paralelo 38… En automóviles vamos al hotel, nos esperan las bandejas llenas de duraznos y manzanas gigantes… En el pasillo encuentro a Alfred Burchet a quien ya había conocido en Pyongyang y ahora conversamos en el mismo escenario donde él atestiguó el armisticio. Vamos juntos a Panmunjon. Burchet habla en francés con su cineasta y señala: “Aquí estuve a punto de morir cuando los norteamericaanos intentaban arrasar Corea, 20 veces cuando menos yo había rodado por la carretera Pyongyang-Panmunjon, recuerdo el largo tramo de grava donde uno desafiaba siempre el peligro de los aeroplanos que bombardeaban y amnetrallaban a la luz de las bengalas con paracaidas, entonces lleno de cráteres y ahora una lisa carretera de hormigón”.
Llegamos a Panmunjon. Vamos de inmediato al Paralelo 38. Igual a lo que relata Burchet solo que la choza original donde por espacio de dos años se discutiò el cese de fuego, ya no es la misma.
Era el 27 de Julio de 1953 cuando el general Mark Clark firmó el armisticio: “Gané asi –escribiò más tarde- la poca envidiable distincion de ser el primer comandane en la historia de los Estados Unidos que firmaba un armisticio sin victoria. Nunca sospeché que caía bajo en encabezamiento de negocio inconcluso”.

Mis narraciones son más largas, pero quiero terminar con esta anécdota:
“Al salir del local, soldados norteamericanos y ”marines” del Ejército de Paz de las Naciones Unidas. Desde la ventana nos atisban oficiales de raza blanca. Sobre la pista, caminan dos soldados dándonos las espaldas. Tres nos miran de frente sin impavidez, pero su presencia nos resulta un desafío. Uno de ellos es negro. Eldredge Cleaver, el ex ministro de Informaciones de las “Panteras Negras” da unos pasos hacia adelante y dispara unos gruesos insultos al soldado.
“Son of a bitch, hijo de puta, fuera de aquí, vete a defender a tus hermanos, los están asesinando, hijo de puta, anda a matar a los blancos que nos están asesinando, hijo… ”. Entonces, un africano se interpone entre Cleaver y el soldado norteamericano. Cleaver da vuelta y escupe al norteamericano que evade el escupitajo. Desde la ventana, un oficial filma la escena. El grupo se da vuelta con unas pancartas en alto: “Yankees, go home”.

Corea del Norte tiene armas atómicas, pero más tiene odio concentrado. Lo que los extranjeros les hicieron en el 50, no lo pueden olvidar asi nomás. Eso hay que cuidar, no el que tengan esa arma, porque también las tienen 10 países más en el mundo.
Los que amamos la paz debemos elevar nuestras súplicas a los que tienen poder político de decision, no a las Naciones Unidas que no mandan a nadie, sino a los Estados Unidos que mandan a todos, por favor, que ya no intervenga más en nada.

¡God save the world!