EL ABATE PIERRE HA MUERTO
También, en Paris hace exactamente veinte años. La reproducción de lo que escribí entonces. es mi más rendido homenaje al abate Pierre por haber entregado su vida al servicios de los más pobres, de la solidaridad humana y de la paz:
LA IRA SANTA
El abate Pierre subió al podio casi penosamente. En la penumbra, se veía avanzar su figura igual que una sombra rengueante como aquellas de los poemas de Vallejo, y solo destellaba su rostro triangular enmarcado entre su boina y su hábito.
El Abate tomó asiento frente a los micrófonos que iban a reproducir sus palabras, mientras detrás de él pendía un raro Cristo de plexiglas rojo, crucificado, con dos ramos de flores en las manos, en vez de clavos.
Yo acababa de conversar con él mientras esperaba su turno de orador sentado en una banca del local de Rue de Carconne 117, una tarde de enero invernal (1987) que aterró a ricos y a pobres en toda Europa.
El abate Pierre hizo noticia antes de que se consumara la Navidad porque los desheredados de Paris se iban a quedar sin biscochos. El empapeló las calles de la urbe con su rostro de barbas blancas y lentes de lunas ahumadas para disimular su mirada llena de ira santa por tanta injusticia social. “! Dennos Navidad a los pobres! ”, clamaba en los túneles de los “metros”.
“Le Nouvelle Observateur”lo entrevistó y su rostro apareció en la carátula junto a una de sus admoniciones sobre los “nuevos ricos” Decía que “un cuarto de la población obligada a la ociosidad, a la humillación, a la limosna, no va contentarse con mirar a los otros preocuparse de su poder de compra. Hoy el empleo y la seguridad son un privilegio que hay que compartir aceptando una disminución de las rentas. Si ustedes no consienten, ustedes, los funcionarios, ustedes los técnicos de las industrias de punto: ustedes los nuevos ricos de la crisis, serán obligados. A partir de ahora, también, por lo menos una o dos generaciones, cualquiera que tenga el futuro asegurado está del lado de los ricos”.
La voz del abate Pierre, en esa especie de templo donde se refería a la situación del mundo, empezaba a elevarse como el inofensivo humo de un cigarrillo; arriba, explosionaba como una bomba.
Primero, parecía que iba a recitar un poema de Baudelaire. Sus palabras tenían ese ritmo. Pronto, la dulzura poética del francés, se convertía en un furioso torrente de ira santa. La poesía, se convertía en latigazos acerbos a la sociedad.
Yo concurrí a escucharlo cuando desde el teléfono 368 6264 me dijeron que el Abate iba a pronunciar un sermón en la calle Caronne 117. Tomé el “metro”, en esos días atestado de “clouchards” (vagbundos) que huían del frío, y me bajé en Alejandro Dumas. Llegué al local semivacío aún y me senté a ver que ocurría. Delante de mi banca, había un maletín solitario, como olvidado por algún pecador desprevenido. Nunca me imaginé que ese maletín era del abate Pierre.
Pronto llegaría acompañado por un amigo canadiense y entonces, entablamos una conversación que para mí pudo ser más valiosa si le hubiera entendido todo lo que decía en francés. Anoté sin embargo, algunas de sus imprecaciones contra el sufrimiento.
- Como el hambre de Etiopía, abate Pierre...?
- Casi todo depende del orden establecido. Mientras existan los países ricos y los países pobres, que es como decir, en tanto existan los hombres ricos y los hombres pobres, siempre habrá problemas sociales. El hambre, la sequías., nunca serán conjurados si los cambios sociales no se producen a fondo. Y no porque lo ofrezcan los políticos que, lamentablemente, siempre mienten.
No era una novedad lo que decía. Más de veinte años atrás, le había escuchado decir lo mismo en el Perú cuando literalmente predicaba en el desierto. “Todas las desgracias sociales provienen de ese desorden, ahí todo privilegio, aún el más legítimo, se convierte en una estafa, cuando no sirve a los necesitados”.
El abate Pierre estaba en los arenales de La Ciudad de Dios acusado de comunista cuando dijo que “El más frecuente chantaje o truco empleado por las gentes egoístas, es esa acusación de comunista. No debemos temerla cuando obramos con humanidad y buen corazón. Cuando en países de cristianos se afirma el privilegio y los humildes son abandonados, entonces, cunde el desorden. Eso lo proclamamos los “Traperos de Emaús” en todo el mundo” dijo.
El templo improvisado de donde al Abate quería sacar a los mercaderes de Paris, se llenaba de su voz. Increíble que un anciano pudiera tener tanta fuerza en la garganta. Retumbaba su voz en las vigas y llenaba todo sitio oscuro con sus relámpagos. Sus admoniciones a la sociedad, a su indiferencia, le hincaban de ira el corazón. El había dicho alguna vez: “El amor es inseparable de la cólera”.
Yo me perdía a veces en su texto y solo apuntaba los sustantivos con que machacaba en los oídos de los asistentes: “Miseria, sociedad, televisión, realidad, destino, Dios, comunidad,” repetía muchas veces. También: “el líder, el plan, el programa, la mentira, la ambición, el ministro, las palabras, el privilegio”.
Al Abate le pregunté sobre el Perú. El estaba de espaldas a mí, pero no al Perú. Sabía lo que ocurría en el Perú y suspiró. Tal vez, el suspiro fue todo lo que quiso decir frente al desastre. Habló sobre “Los Traperos de Emaús” y me dijo: “Ahora vas a ver cómo trabajn los Traperos en el Perú”. Y los vi cuando pasaron un corto cinematográfico.
- Ud, no cree que el mayor mal del mundo es la guerra?, le pregunté.
- Si, pero también el desamor, la falta de solidaridad, el egoísmo del hombre. Es el olvido de Dios, es la zanja abierta entre los nuevos ricos y los nuevos pobres. Nosotros, los Traperos provocamos a los nuevos ricos por amor a los nuevos pobres.
- ¿Como se podría componer el mundo, entonces?
- Solo cuando el “moi” (yo) sea reemplazado por el ”nous” (nosotros).
Contó que últimamente había estado en Bruselas dictando una conferencia aquellas que se salen de toda normalidad y compostura. Son mucho más tremantes que un Sermón de la Montañas moderno. Yo le escuché decir, cuando se dirigió a las damas que habían concurrido a escucharlo muy bien vestidas y muy bien alhajadas. “Ustedes tienen la culpa de la pobreza del mundo, porque ustedes se visten superfluamente, ustedes comen superfluamente, beben superfluamente, cómo puede ser esto asi?, les increpó a las damas. Ellas callaron.
Siguió contando que en Bruselas, después de sus filípicas, una mujer se le acercó con un pequeño paquete en la mano y le dijo: “Padre, esto es para sus pobres”.
Cuando el abate Pierre abrió el paquete, se encontró con que eran Luises, 80 Luises de oro, mucho dinero, más que suficiente para alquilar el Palacio del Congreso y celebrar una festividad en favor de los pobres de Paris. “Yo hice un llamado para que esa dama concurriera a la festividad. Pero, nunca fue porque la caridad debe ser anónima”, contó.
A él le propusieron llevarlo en helicóptero de un lugar a otro para que despertara curiosidad y se incrementaran los óbolos y las caridades. El rehusó la idea. “Pedir caridad no es hacer payasadas” respondió.
Cuando le pregunté si pensaba ir al Perú, no me entendió. El Abate no escucha bien. Habría que recordar que durante la II Guerra Mundial, en su calidad de soldado de la Resistencia, ayudaba a escapar a los judíos. En una de esas oportunidades, una bomba explotó cerca de donde se encontraba con los fugitivos, y se le destrozó el tímpano
“Pero, no hay peor sordo que aquel que no quiere oir”, dijo el Abate y entonces, le pregunté cuál sería la parábola cristiana que deberíamos emplear ahora para buscar los caminos sociales, porque a la parábola del camello ya nadie le hace caso.
“Ninguna, -dijo desconsolado el Abate. Precisamos de una nueva presencia de Cristo para salvarnos del caos”.
Durante su sermón el abate Pierre tocó todos los temas políticos y sociales de esos tiempos, desde el Nuevo Orden Económico Internacional hasta el “Amerian way of life”; desde la carrera de automóviles París-Dakar (que consideraba un insulto para los hambrientos de Africa), hasta la OPEP, a la que aplaudió por considerar una insurgencia contra el abuso de los países poderosos, incluyendo a Francia, su propio país.
El abate Pierre se inclinó sobre su auditorio, tal como San Francisco ante el lobo de Gubbia del poema de Rubén Darío, y lleno de desconsuelo, antes de descender del podio e irse, posiblemente con lágrimas en el corazón, oró así: “Padre nuestro que estás en los cielos...”
4 Comments:
Profesor Orbegozo mira que es usted pesado. En m itierra hay una frase que le viene ni pintada como buen narcisista "querer ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y el finado en el entierro". ¿Por qué cada vez que hay una noticia importante usted, cual fatuo turista, tiene que decir "yo lo entrevisté"? ¿Para qué medio? ¿Para la hoja parroquial de Astorga? ¿Para el New Herald de Fregenal de la Sierra?
Usted, al igual que el psiha, lo que debería hacer es asumir su enfermedad y acudir a las sesiones de "Alcohólicos Anónimos" para iniciar un buen tratamiento rehabilitador.
Done sus botellas de bebidas espirituosas a los "traperos de Emaus" para que obtengan fondos con ellas y no nos siga dando el coñazo con tantos rollos macabeos. Al menos fuera igual de divertido que Juanito "El pisha"
Ya está bien hombre, ya está bien de presumir de sandeces. Al fin y al cabo sus libros no se venden ni a peso. Yo compré 10 kilos por 20 céntimos de euro y me ayuda a prender el fuego en la chimenea. Es la mayor contribución que hizo su editor a la humanidad, la calidad del papel.
En fin, a ver si nos enmendamos, que ya somos mayorcitos.
Olvidé una pregunta, ¿nunca entrevistó usted al lobo de Gubbia?
Una vez entrevistada la perrita Laika no le hubiera resultado difícil obtenerle unos aullidos. Esa entrevista ¿aparece en sus libros?
Muchas Gracias, señor Orbegoso, por escribir sobre el Abate Pierre y responder asi a mi pedido.
Saludos
Sr. Orbegozo (y no orbegoso)
Creo que alguien intenta suplantarme por favor tenga cuidado.
Ruben
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