PERU; PENA DE MUERTE

Nuevamente se baraja en el país el tema de la pena de muerte. La sugerencia ha partido del presidente Alan García Pérez expresamente para los violadores de menores de edad a quienes además, asesinan. Más de medio Perú está a favor de esta pena y menos de la mitad, en contra. Este es un tema muy viejo que ni siquiera es de carácter nacional, sino mundial.
En torno al caso, deseo reproducir mis recuerdos sobre tres fusilamientos que testimonié en mi calidad de periodista cuando la pena de muerte aún prevalecía en mi país.
Sobre la tercera ejecuciòn, el 12 de setiembre de 1979, publiqué en El Comercio la siguiente nota, ajena a la larga crónica del caso escrita de inmediato:


APUNTEN, ¡FUEGO!

“Desde el balcón de una casa amiga vi el relumbrón del fogonazo que significaba la muerte de Ubilberto Vásquez Bautista en la cárcel de Cajamarca, ayer viernes.
"Era la tercera vez que me tocaba cubrir las informaciones sobre fusilamientos a reos condenados a muerte, pues los anteriores fueron los de Villanueva, en la Penitenciaría, y la de “Pichuzo” en la isla del Frontòn o de San Lorenzo.
“A diferencia del primero donde se permitiò el ingreso a la fuente de la noticia, los dos últimos han estado rodeados de aspavientos cuya culminaciòn podría señalarse como cruel.
“Cuando lo de “Pichuzo”, los periodistas fuimos progatonistas de una odisea. Nos embarcamos a la media noche en lanchas precarias, sin luz, sobre un mar picado y acosados por un montón de presentimientos. Las autoridades nos burlaron, pues, luego de habernos revisado en el embarcadero de la isla, no nos dejaron presenciar el acto del fusilamiento.
“Recuerdo que al escuchar los disparos, fui uno de los primeros (tal vez el único) en correr hacia el cerro. Alcancé a ver a “Pichuzo” cuando ya era desatado del madero y el sacerdote terminaba de rezarle un respondo.
“Ahora, en Cajamarca, esta sitacuòn fue más drástica y generó tanta tensiòn que hubo momentos en que pensé, podría degenerar en peligrosa contienda: los guardias blandieron sus varas y no permitieron que el periodismo cumpliera con su misiòn aunque fuera muy triste, como la de dar detalles sobre la muerte de un hombre.
“El caso de Ubilberto Vásquez ha estado revestido de condiciones especiales y de todos modos, ha causado honda conmociòn en la sociedad. En Cajamarca, ciudad ligada a la historia como el escenario de la muerte del Inca Atahualpa bajo la pena de garrote, fue testigo de una muerte más a manos de los hombres, en forma totalmente consciente.
“Mas que en los dos veces anteriores, ahora me ha tocado testificar el rechazo que se siente por la pena de muerte. Bajo el sistema de encuesta breve de una sola pregunta realizada por mi en varios niveles, entre los cajamarquinos, encontré que una mayoría rechaza el sistema de eliminar a los delincuentes bajo una descarga de fusilería.
“¿Qué se consigue con la muerte de Ubilberto si las condiciones bajo las cuales ha cometido su delito, no desaparecen?. El defensor de oficio, Dr. Alarcón, explicaba que con la muerte de Ubilberto no se ejemplariza nada. Los chotanos de Huambos ni siquiera se enterarán del caso y las muertes, los asesinatos y las violaciones acaso, continuarán produciéndose como hasta ahora.

“A las 5.26 de la madrugada en mi reloj, sonó la descarga de la muerte y Ubilberto cayó para siempre. Los perros ladraban en el horizonte y los gallos iniciaban una especie de diálogo de protesta o de congoja de gallinero a gallinero.
“Algunas mujeres lloraba en las esquinas de la ciudad y algunos hombres caían desmayados de impresiòn. Esto es cierto. El juez Instructor podrá ser todo el juez que se quiera, pero también es humano. El no pudo resisitr el impacto y cuando vio que Ubilberto se doblò como un muñeco, perdió el sentido y se desmayò, según los testimonios.

“¿Por quién doblan las campanas?”. Hubo una vez esta pregunta y luego hubo una respuesta; “Están lllorando por ti”.
“Esto parece exacto: la muerte de un hombre cualquiera, así, en estas circunstancias o aún en cualesquiera otras, tiene un sentido de “boomerang”. Es como si uno también muriera, aunque sea un poco.
“He sido reportero de tres fusilamientos. Quisiera no volver nunca más a informar sobre ningún otro ajusticiamiento”.

EL SANTO UBILBERTO
Diez años despúes, en uno de mis viajes a Cajamrca, se me informò que Ubilberto, sí, aquel campesino que asesinó de 27 puñaladas a una muchachachita quinceañera, se había convertido en santo. Visité su tumba, en el cementerio general, y la encontré llena de milagros y de velas que parpadeaban día y noche como votos de gratitud de gentes que les pedían favores o milagros y él los hacía, según el pueblo. Alguien dijo que Ubilberto fue inocente y que por eso Dios lo había convertido en santo.
Un caso de creencia popular increible, no?

NO A LA PENA DE MUERTE.
Mi opiniòn al respecto sigue siendo la misma: estoy contra la pena de muerte.
El presidente García ha sugerido que debe volverse a dicha pena en vista de tanta violaciòn de menores que terminan en asesinato. El dice recoger la indignaciòn popular.
Pero, aunque el asunto es demasiado controversial, por ejemplo, hay 108 paises abstencionistas, mientras todavía hay 87 que permiten la pena capital con Estados Unidos a la cabeza; quitarle la vida a una persona no indica que ya no van a haber violadores ni asesinos. Siempre los habrá porque es parte de la catadura humana y porque la falta de educaciòn pública y la pobreza, son excelentes caldos de cultivo para el ejercicio de la delincuencia, especialmente en países sin voluntad política, como el mío.

¿CUESTIONES DE POLITIQUERIA?
El problema de la pena de muerte ha tomado aquí un sesgo insólito.
El legislador aprista Mauricio Mulder, dijo recientemente, en torno a las declaraciones de García, que: “Si es necesario renunciar a los convenios internacionales (CIDH) para implantar la pena de muerte en el Perú, lo tendremos que hacer. Debemos escuchar el clamor del pueblo y parar de una vez por todas con estos abusos”.

A esta declaración partidaria, le ha respondido una tal LITTA comentando el blog ASUNTOS PERUANOS, en estos términos:
”Lo que dice el congresaurio Mulder es lo que ellos (los apristas) quisieran hacer. De este modo, los crímenes de su lider Alan García quedarían impunes. Claro retirándose de la Corte de Justicia Latinoamericana (Interamericana de Derechos Humanos) que demandó a la justicia peruana que no se le perdone en el caso del Frontón y los de Cayara. Por eso es que asuzan a los militares y ahora salen con este asunto de la pena de muerte, se las saben todas las cucarachas apristas del PJ (Poder Judicial). Los congresistas deben más bien ocuparse de legislar a favor de la policia nacional y a limpiar el poder judicial de tanta corrupcion y no ocuparse de asuntos tan lejanos y técnicos como la pena de muerte. A veces es mayor castigo la prisiòn perpetua”.

También al mismo blog, alquien hace el siguiente comentario para que se vea que los problemas se discuten tratando de llegar al transfondo, alcanzar su complementariedad y aclarar las consecuencias. Esto dice Fernando: “Estoy de acuerdo con aplicar la pena de muerte no solo a violadores y delincuentes como los que abundan en este país, también sería bueno aplicarla a los ladrones que con saco y corbata manejan el futuro de nuestro país, venden nuestros recursos y nos dejan a merced de cualquier país limítrofe, desprotegidos y con la cruda realidad que no podríamos defendernos en forma efectiva; a estos delincuentes “profesionales”, a ellos también les debe de tocar castigos ejemplares como la pena de muerte por traición a la Patria, de esta manera los futuros políticos lo pensaran dos veces antes de robar los recursos que tenemos todos los peruanos”.

En fin, ya hay bastante tela para cortar. El problema es de mucha trascendencia porque toca los Derechos Humanos, acaso los que más debemos defender a capa y espada.