LOS HUMALA Y TOLEDO: UNA BOMBA DE TIEMPO
Se me ocurre cambiar la frase y decir que somos un país sentado “en una bomba de tiempo”, en vez de “en un banco de oro”.
Esto, porque las últimas noticias de esta mñana (10.00 horas) confirman que una facciòn para-militar de etnocaceristas ha tomado una comisaría policial en la capital del departamento de Huancavelica al sur del país.
Para hacer un poco de historia, los llamados etnocaceristas están liderados por dos hermanos llamados Ollanta y Antauro Humala que en novimebre de 1992 se sublevaron contra el gobierno del entonces presidente Alberto Fujimori. No fueron solo ellos sino otros militares que de acuerdo a algunas concesiones constitucionales pueden levantarse en armas cuando existe una situaciòn de desgobierno comprobado.
Ambos militares tuvieron ligero éxito, pero develado el movimiento, Antauro fue dado de baja y Ollanta, enviado como Agregado Militar a Francia primero, y últimamente a Corea del Sur.
Antauro formó en Lima un batallón de reservistas o sea soldados que luego de servir a la Patria fueron dados de baja. La idea era constituir un grupo protestatario contra hechos de desgobierno protagonizados por el presidente Alejandro Toledo. El grupo insurgiò con deseos de convertirse en un partido político, pero, justamente sus gritos de guerra se convirtieron en impoliticos. Por ejemplo, pedían la pena de muerte inmedita para todos los personajes actualmente en el gobierno, aunque indignos por su incapacidad para gobernar el país.
Su movimiento tenía como ideal político el denominado “Etnocacerismo” proveniente de “etno” o “raza” y “Cacerismo” sustantivaciòn del apellido de uno de los más preclaros militares y presidentes del Perú, el mariscal Andrés Avelino Cáceres, conocido a su vez, en la historia patria como “El Brujo de los Andes” por su implacable lucha montonera contra el ejército chileno en la infausta Guerra del 79.
Las críticas de Humala a los desmanes cometidos por algunas autoridades del régimen toledista y por el mismo presidente de la República fueron bien recibidas por la ciudadania. Hay que tener presente que casi desde el primer día en que Toledo ascendiò a la presidencia desbarró brutalmente. Hoy, como es público y notorio, su aceptaciòn popular apenas llega a los dos dígitos.
Pero, también, el llamado de Humala era consecuente con algo que en el fondo constituye la razón fundamental de nuestra debacle política-social: la carencia de identidad nacional.
El Perú -se repite hasta el cansacio- es un país pluriètnico, pluricultural, etc., calificaciones acadèmicas, afirmaciones eminentemente técnicas o idealistas. Somos todo eso, en efecto, pero jamás, desde que se instituyò la República en el siglo XIX, se hizo absolutamente nada por resolver los problemas creados por esa plurietnicidad ni esa pluriculturidad. Al contrario, no solo se mantienen sino que, de una maneras u otra, se ahondan. Por ejemplo, seguimos siendo racistas o acaso, somos más racistas que antes.
En meses pasados, en el sur del país se cometieron crìmenes que, en el fondo, obedecían al sufrimiento de la poblaciòn por consecuencias del centralismo que no es otra cosa que una forma de discriminaciòn. Los departamentos del sur como Cusco y Puno son prototipos de las razas quechua y aymara, dos gupos étnicos sobre los que estuvo asentado el viejo imperio tahuantinsuyano de donde provenimos los peruanos de hoy.
Los peruanos de la costa o de Lima, en particular, discriminamos dolorosamente a los serranos o indígeneas del sur. Acaba de morir el padre Felipe Mac Gregor, notable predicador religioso de reconocida ejecutoria social. El decía, en su tiempo, que: “En el Perú el racismo es peor que en Sudáfrica”.
El olvido gubernamental a estos departamentos sureños es tanto o peor que a los otros departamentos donde las gentes de ascendencia indígena son minoritarias.
En Ilave, Puno, por falta de autoridad, se asesinó a un Alcalde ante los ojos sorpendidos de todos los que en el mundo vieron por las televisión cómo los ilaveños se hicieron justicia con sus propias manos.
En el fondo, los etnocaceristas levantaron una bandera de reivindicaciòn que fue recibida por los gobernantes, poderosos y de alto nivel social, con desprecio; pero, por los abarrajados, olvidados, discriminados, con suma esperanza.
Errores graves de distintas índoles cometidos por el mismo Humala hicieron que el movimiento etnocacerista fuera diluyèndose en el mar social hasta convertirse en nada.
Sinembargo, otro grave error, reciente, resucita y subleva al etnocacerismo: Ollanta Humala, insurrecto en 1992, enviado a Paris y luego a Corea como Agregado Militar, es pasado al retiro junto a otros militares, se dice, según los reglamentos.
Esto no se puede creer fácilmente.
Resulta que el comandante Luis Muñoz Vignes de las FuerzaAérea, es el piloto del presidente Alejandro Toledo. Muñoz debe ser un gran piloto pero es un pésimo militar. Tiene 56 castigos por medidas dissiplinarias. Y está en el puesto 40 de los aviadores en condiciones de ascender. Pues, nada de eso importa. Toledo lo acaba de ascender.
El ministro de Defensa Roberto Chiabra, conocido por su irrelevancia y consecuencia, acaba de justificar el asenso con esta frase popular que es sabia, pero de ninguna manera útil para este caso: “Donde manda capitán, no manda marinero”.
O sea, el panorama que vive el Perú, hoy, primero de enero del 2005 es muy triste. Y peligroso. Ollanta Humala todavía está en Corea y solo su hermano Antauro està atrincherado, resistiendo en la comisaría de Andahuaylas, con cien hombes. Pésima decisión de Antauro.
Es cierto que Toledo merece que se vaya, debe irse ya junto a su mujer Eliane, junto a su amigo del alma Pollak ahora vacacionándose en Punta sal, y además, su guardaespalda judio, todos judíos; pero habría habido que buscarle otros motivos, aunque sea leguleyadas, pero no cinco pies al gato.
Lo que está pasando en el sur del país muestra un panorama desoladsor e impredecible. Tanto el gobierno como los Humala tienen que hilar muy fino para convenir y evitar una masacre.
El Perú es un mendigo sentado sobre un barril de pólvora.
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