ISRAEL, GAZA Y EL MURO
A la larga, las guerras no sirven para nada porque nunca terminan por resolver los problemas entre los países o los hombres. La historia demuestra que los conflictos han sido resueltos finalmente en las mesas de conversación. Eso es lo que está pasando en el Medio Oriente
Ariel Sharon parecía ser el más duro de los estadistas israelitas. Los árabes y el mundo en general, -que está de parte de los débiles y de aquellos a quienes les asiste la razón-, estaban en contra de su política bélica contra Palestina donde lo peor era que por cada judio asesinado por los terroristas de Hamas, los israelitas asesinaban a 10 palestinos; esa era la proporción.
Hasta que uno de estos días recientes, semejante situaciòn dolorosa cambió casi de raíz: El primer ministro israeli -maldecido por medio mundo- decidió reunirse alrededor de una mesa de conversaciones con Mahmoud Abbas, reemplazo de Yasser Arafat, y entre ambos acordaron detener la guerra.
La noticia conmovió al mundo, porque la reunión tenía todos los visos de la cordura y la sinceridad; Sharon quería la paz, quería poner fin a la contienda sangrienta con Palestina.
La cuestión comenzaba por el principio: retirarse de los territorios ocupados por los israelitas, empezando por la Franja de Gaza. Sharon lo ordenaba así aún en contra de muchos israelitas que no aceptaban la decisiòn. Hubo protestas y hasta miles de soldados lo desafiaron airados. También por parte de los árabes, los militantes de Hamas protestaron airsamente.
Pero, ya no había marcha atrás.
La paz ha comenzado a esbozarse en esta regiòn bíblica del Medio Oriente. El gabinete israelí, con pocos votos en contra, aprobó las primeras medidas para que la historia de la sangre y la muerte queden atrás.
Claro, todo no puede hacerse de un solo golpe. Por ejemplo, se ha puesto en libertad a medio millar de palestinos, pero quedan todavía otros millares de prisioneros. Sin embasrgo, se supone que la liberaciòn ha de seguir su curso.
También está pendiente lo del Muro en Cisjordania. Los israelitas comprenderán alguna vez, -como han comprendido que deberían retirarse de los territorios palestinos ocupados-, que dicho muro no es un buen signo de amistad.
La humanidad tiene un ejemplo histórico inolvidable: el Muro de Berlìn. Un muro que no fue solamente una cuestión física, sino una cuestiòn moral, denigrasnte para la especie humana.
Pero, tampoco se les puede pedir a los israelitas todo de una vez. Tan luego como la paz se vaya asentando en la regiòn irán desapareciendo todos estos signos ignominiosos. El muro en Cisjordania significa no la separaciòn entre Israel y Palestina sino la separación de los propios palestinos: unos quedarían a un lado del muro y otros, al otro lado; en medio solo piedras y cemento armado: el Estado palestino artificialemnte partido en dos.
No obstasnte, la cordura, el deseo de arreglar los problemas sin prepotencia ni exhibicionismos de poder, hará que Israel deje de construir ese signo de intolerancia, recomendado por las mismas Naciones Unidas.
De paso, lo ocurrido con Sharon pone en evidencia que el hombre es un ser todavia desconocido. Cuando todos pensábamos que este era el más cruel de todos los primeros ministros que ha tenido Israel en su corta vida estatal, resulta convertido en el artífice de la pacificaciòn regional: terminar con esta pesadilla de más de 50 años que apesadumbró no solo a palestinos e israelitas, sino a todo el mundo.
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