KASPAROV: ¡ADIOS AL AJEDREZ!
Uno de los maestros de ajedrez que más tiempo está usufructuando su calidad de Campeón Mundial es Garry Kasparov, a su vez, llamado “Hijo de la Perestroika” por su apegó a esa jugada política de Mihail Gorvachov que, al final de cuentas, no sirviò de nada para salvar a la ex URSS. Kasparov luego de esta ultima como reciente contienda que lo ha colocado como reincidente campeòn mundial, acaba de declarar que se retirará del ajedrez. Una lastima.
He aquì, mi breve relato de una de sus partidas frente a Anotoli Karp, su enconoso rival, en la que quedaron tablas.
El campeonato mundial se jugó en Sevilla. Recuerdo que todos los que asistimos a verlos jugar - rusos geniales que se mascaban pero no se pasaban-,los miramos con el aliento sostenido, como si estuviéramos en misa.
Garry Kasparov jugó P4AD. Karpov le respondió P4R.
La lucha entre los dos más grandes jugadores de ajedrez del mundo había comenzado.
Kasparov llegó temprano al teatro Lope de Vega de dicha ciudad donde se realizaba ese nuevo campeonato, a diferencia de Karpow que llegó con las justas.
Garry Kasparov y Anatoli Karpov eran lo suficientemente jóvenes como para creer que tenían las caras serias. Ambos llegaron sonrientes, ágiles como potros entrando a una pradera, optimistas y briosos.
Cuatro horas y media después de haber empezado la sexta partida del campeonato Kasparov arrugó el entrecejo y pidió tablas.
No se sabe si el campeón del mundo es supersticioso. El hecho es que no le pudo ganar a su contrincante porque hubo un detalle muy sutil que lo preocupó. Cuando ambos se dieron la mano, antes de empezar la partida, Kasparov hizo caer a su rey con la manga de su saco; Un real jaque-mate prematuro.
A pesar de que, por ejemplo, el maestro Andersen, que comentaba la partida en el hall del teatro, decía que Karpov estaba comprometido y pataleando como un gato de espaldas.
Kasparov le había planteando a su rival un juego posesional un tanto clásico que Karpow supo eludir con destreza. Se aferró a defenderse ante las movidas un tanto agresivas de Kasparov.
Este jugaba herido por la última derrota. Cuando se ponía de pie para dejar solo a Karpov, echaba una mirada al tablero como un general mira un campo de batalla. Dos o tres veces se puso la mano a la cintura como desafiando.
Karpov dio muestra de major sangre fría porque se entretenía, de vez en cuando, en mirar a los aficionados que llenaban la platea del teatro.
Parecía que Karpov estaba decidido a hacerle la vida imposible a Kasparov respondiéndole con frialdad y como a un real enemigo, eludiéndole todo tipo de complicaciones teóricas.
Los entendidos comentaban en los pasillos del teatro que Kasparov le jugaba a Karpov en su mismo estilo, lo cual quería decir que aquel jugó como contra si mismo.
Como es natural, los eximios jugadores parecían pensar mucho mucho antes de mover sus piezas aunque hay momentos en que ¡pam, pam!, se comen sus piezas aclarando el campo de batalla, pero dejando nuevos problemas estratégicos.
Es curioso ver cómo se comportaban los jugaddores entre si. A Kasparov se le pilló más de una vez observando a su rival a través de sus dedos, luego de colocar las manos en la cara.
De vez en cuando, Kasparov miraba a la platea para ubicar a su madre, la señora Clara Kasparova, que lo acompaña casi siempre en las competencias. Por su parte, Karpov observaba a una joven de lentes muy finos que llegó con él al campo de batalla.
Karpov estaba sentado en una silla tapizada de rojo y alto respaldar; en cambio, la silla de Kasparov era de color crema y no tenía respaldar; no precisaba reclinar la cabeza como lo hacía Karpov. Como su silla era giratoria, este jugaba a darse vueltas para mirar fijamente o perder la mirada en lo platea del teatro.
Primero, los jugadores se sentaron y empezaron lo que los ignorantes creemos que no se pueden mover de sus asientos. No es así. Se pueden poner de pie y alejarse del tablero a la hora que quieran. Lo hacen especialmente después de mover sus piezas y marcar su tiempo en el reloj.
El primero en moverse fue Karpov. A los 12 minutos no aguantó, se puso en pie y se saliò. Pero, ingresó no bien Kasparov iniciò un nuevo movimiento. A veces, pensaban mucho Kasparov estuvo 30 minutos detrás de una movida de caballo.
Apenas, en los tableros electrónicos y con las explicaciones del maestro Andersen, se ve que las piezas cobran vida y se nota el asedio de los caballos, la escondida y lenta pero eficaz amenaza de los alfiles. Se notaba con qué majestad daban sus pasos los reyes; cómo, la dama, mujer al fin, preparaba las celadas para defender a su mardio, mientras los peones, que podria decirse, son la gente del pueblo, hostigan implacablemente. Nunca se ha visto mejor el triunfo democrático que cuando un peón se convierte en rey o da jaque-mate al soberano.
La partida se jugó en una tarde lluviosa, a las orillas de legendario rio Guadalquivir, pero, en términos generales, defraudò a los admiradores de Kasparov.
Ambos, soviéticos, pero uno de ellos (Karpov) nacionalizado suizo, ocupaban el centro del escenario teatral de Lope de Vega y del mundo, bajo la advocaciòn de la bandera de su país de nacimiento.
Afuera, confundidas las astas, con los altos álamos y palmeras del parque, flameaban las cuatro banderas respectivas a los países y entidades en juego.
La sonrisa incial de Kasparov se tornó en un sombrío ademán cuando se despidiò de su contrincante. A éste se le vio más satisfecho porque de todos modos, mantenía su condiciòn de ganador con 3.5 puntos sobre 2.5 de Karpov.
La partida fue suspendida cuando Kasparov jugó A4CD. Entonces, ambos jugadores propusieron tablas.
Eran las 9.30 de la noche cuando una fuerte llovizna humedecía la cálida noche sevillana.
2 Comments:
Don Manuel Jesus muy buena memoria sobre la genial partida de Kasparov y Karpov, he de decirle que sus articulos son siempre de primera calidad.
Atte.
Post seleccionado para la sección recomendados de BlogsPerú.
Post a Comment
<< Home