EL MUNDO, UN DÍA

Blog del Periodista Manuel Jesús Orbegozo. Este blog se mantendrá en línea como tributo a quien con su pluma forjo generaciones de periodistas desde la aulas sanmarquinas. MJO siempre presente.

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Primero, recorrió todo su país en plan informativo, y luego casi todo el mundo con el mismo afán. Por lo menos, muchos de los grandes sucesos mundiales de los últimos 30 años del siglo XX (guerras, epidemias, citas cumbres, desastres, olimpiadas deportivas, etc.) fueron cubiertos por este hombre de prensa emprendedor, humanista, bajo de cuerpo pero alto de espíritu, silencioso, de vuelo rasante, como un alcatraz antes que de alturas, como un águila, por considerar que la soberbia es negativa para el espíritu humano. Trabajó en La Crónica y Expreso, y más de 30 años en el diario El Comercio como Jefe de Redacción, luego fue Director del diario oficial El Peruano y como profesor de periodismo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo sigue siendo aún después de 30 años seguidos. Esta es un apretada síntesis de la vida de un periodista hizo historia en el Perú y en muchos de quienes lo conocieron. Puede además ver su galeria fotográfica en http://mjorbe.jalbum.net Nota: MJO partio el 12 de setiembre para hacer una entrevista, la más larga de todas. MJO no se ha ido, vive en cada uno de los corazones de quienes lo conocieron.

Tuesday, April 05, 2005

EL PAPA : HASTA EL FIN DEL MUNDO

El camino que siguió Juan Pablo II para alcanzar el corazón del hombre fue arduo. En 25 años sembró las semillas del respeto a la vida, de la misericordia con los débiles, del perdón, y la paz universales, y semillas del trigo espiritual para el pan de los pobres.

La muerte del Papa Juan Pablo II enlutó al mundo. Los corazones de tirios y troyanos cayeron de rodillas cuando su muerte fue anunciada. Todos los rincones de la tierra se cubrieron de una inmensa congoja y el silencio se extendió como la noche no bien se conoció la noticia infausta.
¿Qué había ocurrido para que semejante demostración de dolor espontáneo se enseñoreara?

Porque Juan Pablo II no era el único papa que moría en estos últimos cien años, ni Karol Wojtyla era un polaco prodigioso ni sobrenatural.
¿Qué pasó entonces?

Juan Pablo II, desde cuando inciò su papado que solo duró 25 años, fue construyendo una imagen que lo signaba diferente a los que lo antecedieron porque se erigió en un mensajero de amor, de fraternidad, de justicia y de paz. Pero, valores cargados de un sentido excepcional, pocas veces experimentado antes: el humanismo.
El Papa Juan Pablo sabía que el hombre se había deshumanizado. No concebía, por ejemplo, la muerte que no fuera por designios de Dios. Cuánto debió haber padecido saber que la descerebrada señora Terry, en los Estados Unidos, sería sometida a la eutanasia de los hombres. “El respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho, incluídos los de la libertad”. La muerte provocada en las guerras, con su secuela de terrorismo o genocidio, no figuraba en su código moral aunque en la Biblia haya páginas manchadas por el comportamiento de Aarón y Moisés.

Estaba bien que se luchara por la liberaciòn y por acabar con la pobreza en el mundo, pero antes habría que buscar los medios más pacíficos posibles. Al padre Ernesto Cardenal, en Nicaragua, lo reprendiò, pero no por haberse erigido en un luchador a ultranza contra las dictaduras y la pobreza, sino por apoyar los métodos de revoluciones civiles en las cuales surgen dolorosísimas muertes indeseadas.

No concebía el odio entre los hombres ni siquiera veladamente; el rencor, la persistencia en el agravio, no formaban parte de su yo papal. Por eso, 2 mil años después de la muerte de Cristo, Juan Pablo II les pidió perdón a los judíos y visitó sus sinagogas y oró ante el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén, como no solo ningún Papa lo había hecho, sino como algo insoñado.
Se afirma que no compartía la opiniòn de los que escribieron la Teología de la Liberaciòn y los recriminó. Un error, dicen los teólogos insatisfechos, porque se trataba de confirmar el compromiso real de la Iglesia – casi cercano al comunismo- para redimir a los pobres.
Visitò las mezquitas para dar a entender que la Iglesia cristiana respeta todas las religiones del mundo como las ortodoxas, el lamismo o la multitudinaria religiòn islámica. Eso, en el terreno de la espiritualidad; en el terreno político, abogó porque se terminara el martirio de los palestinos y le pidiò a Arafat y a los israelitas idearan la fórmula de acabar con la sangre en el Medio Oriente.

En el Vaticano recibió a jefes de estado o a monjas solitarias. Tenía predilecciòn por la Madre Teresa de Calcuta para quien alguna vez ordenó se le entregara un automóvil y pudiera desplazarse sin fatigas. La Madre Teresa recibiò el automóvil, pero lo rifó al siguiente día para construir otro hogar de pobres.

El Papa recibiò en El Vaticano a Lech Walesa, el polaco de Solidaridad, así como a Mihail Gorbachov y a Raisa antes de que muriera, y a Ronald Reagan y a su esposa, antes de que el presidente cayera atrapado en el Laberinto de Alzhaimer. Después de su cita con Gorbachov vimos que el aceite sí podía mezclarse con el agua, con lo que se confirmó que esa conseja popular era un mito. Con ellos y con Reagan debió haber hablado muy rudamente contra el comunismo porque muy pronto, la zurcida Cortina de Hierro y el Muro de Berlín terminaron por venirse al suelo.
También riñó a George Bush por su invasiòn a Irak. Pero Bush no le hizo caso.

Y viajó el Papa, viajò incansablemente. Visitò casi todos los países del mundo. Igual estuvo junto a los hombres de todas las razas o etnias: se entreveró con los negros africanos como con los blancos eslavos, -los polacos fueron los más premiadosporque eran sus paisanos- y llegó hasta los indígenas de pueblo enclavados en los Andes igual que hasta los llaneros australianos o los mestizos del Anahuac.
Sabía que al hombre, para conocerlo más y mejor, había que poner el oido al corazón. Y El lo puso porque no bastaba pronunciar homilías como hacen los políticos desde una cabina o desde un púlpito los sacerdotes ya que el milagro de la difusiòn lo completaría la tecnología mediática. No. Juan Pablo llegó hasta los habitats, desembarcó en los aeropuertos pero luego, cruzó calles y desempolvó caminos para abrazar a hombres y mujeres y besar a niños de toda estirpe a nombre de la inocencia y la pureza de la vida.

Con su cara rosada de polaco, su sonrisa casi infantil, su pelo cano y ligeramente movido por el viento, como lo hizo en más de cien países ricos y pobres, recorriò el Perú a todo lo largo y ancho de su geografía tan abrupta. Estuvo en el Cuzco, la vieja capital del legendario imperio de los Incas, igual que en Arequipa donde coronó a la Virgen de Chapi y se tuteó con el Misti.
Estuvo en Ayacucho. Por entonces, el terrorismo de Sendero Luminoso ya se había enseñoreado en el país, pero no fue óbice para que lo dejara de visitar. Ese día, nadie moviò nada, ni el viento una hoja.
Estuvo en Piura a más de 30 grados de calor que él venciò con el calor de su corazón y abrazó a los piuranos y los bendijo. Y estuvo en Trujillo. La Virgen de la Puerta de Otuzco presidiò la fiesta y nunca estuvo más hermosa ni feliz la Reina de la Paz Universal que cuando la adoró el representante de Dios.
La recepción que le prodigó el pueblo de Villa El Salvador en Lima, fue apoteósica en calidad y cantidad de corazones porque este es un pueblo que naciò en un arenal hace unos 30 años y por lo tanto, no tiene más antecedentes que ser un Pueblo Joven, digno, pujante, aunque todavía muy pobre.
La gira de Juan Pablo terminó en Iquitos, corazón de la selva. Las jóvenes muchachas asistieron con sus senos desnudos y su inocencia, y cuando se despidiò les dijo a los loretanos que los bendecía con todo su amor, porque “El Papa, también es charapa”. Hizo un juego de palabras rimadas de “Papa” con “charapa”, el apodo con el que los peruanos conocemos a los loretanos.

Juan Pablo II ha muerto dejándoles a cristianos y no cristianos muchas lecciones humanísimas como el de la humildad. Como todos los hombres de la Tierra, el Papa no ha llevado consigo nada material a la Eternidad. Para la eternidad, ha dejado en cambio, su espíritu, su imagen. Tal vez, su muerte nos convenza una vez más de que todo acto o gesto de soberbia o de vanidad aquí en la Tierra es innecesario y necio. El Eclesiastés es terminante y Juan Pablo II pareciò haber leído diariamente esas verdades universales implacables.
El Papa ha muerto pero sus lecciones ecuménicas de amor a la paz, a la fraternidad, a la justicia, -más para los pobres que para los ricos-, será lo único perenne que nos va a quedar de él.

Según Melquiades, el profeta, después de Juan Pablo habrá otro Papa y luego, otro, el último de la historia. No habrá más Papas, es decir, la historia de la Iglesia se habrá terminado, según la profesía, y tal vez, la historia del hombre porque algunos analistas afirman que todo en la tierra está involucionando. Esta noticia tampoco sería asombrosa cuando se sabe que nada es eterno. La eternidad no existe entonces.

2 Comments:

Blogger Roberto Iza Valdés said...

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5:33 AM  
Blogger Roberto Iza Valdés said...

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5:30 PM  

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