TAL VEZ UN PAPA NEGRO
Las apuestas a quién será el sucesor de Juan Pablo II aparecen enconadas. Igual que cuando se apuesta al ganador en una carrera de caballos- sin que esta comparación signifique faltarles el menor respeto a las altísimas autoridades eclesiásticas- los católicos curiosos, han colocado las apuestas en este orden: Francis Arinze (Nigeria): 7-2; Oscar Rodríguez (Honduras): 5-1; Dionigi Tettamanzi (Italia) 5-1; y Joseph Ratzinger Alemania: 6-1.
No se necesita saber mucho de apuestas para colegir que hay una gran preferencia y hasta, se podría decir, deseos de que el próximo papa sea Arinze, un negro nacido en el corazón del Africa.
El cardenal alemán Ratzinger le sigue en opciòn justamente cuando en las exequias del papa Juan Pablo, pronunciò un discurso violento indirectamente contra los gobernantes del mundo actual, como George Bush.
Claro, los africanos serían los más alegres si es que la mayoría de los 115 cardenales que van a elegir al nuevo papa, señalaran a Arinze, a quien llamarían Benedicto, Juan Pablo o Juan, simplemente, porque sobre el nombre que llevará, también se juegan apuestas.
Los cardenales van a elegir al próximo jefe de la Iglesia, en las mismas condiciones clásicas de toda la vida, es decir, en el mayor misterio, solo que ahora empleando los medios más modernos que ofrece nuestra civilizaciòn, aquellos provenientes de la electrónica.
La mayoría de ellos usan internet, teléfonos celulares o digitales, y posiblmente, no faltará quien “chatee” con sus feligreses. Por ejemplo, el cardenal Ratzinger tiene su “club de fans”, según los diarios.
Tal vez sea bueno que eligieran un papa negro, porque de esa forma se seguiría la lìnea de Juan Pablo II: el de pedir perdón a todo el mundo por los errores cometidos por civilizaciones anteriores, ya no solo de cristianos sino de toda la humanidad.
Nunca jamás se cometiò mayor crimen de lesa humanidad que cuando se oficializó “la trata de esclavos”.
Los europeos, y de esto hace pocos siglos, llegaban al Africa recién descubierta como una rica mina de oro realmente negro, y se dedicaron a cazar a los aborígenes como si fueran fieras. Los blancos miserables armaban unos verdaderos zafaris de negros.
De inmediato, los embarcaban con rumbos desconocidos en las condiciones más infrahumanas que uno pueda imaginar, para venderlos luego como chatarra humana. Los países americanos que estaban adviniendo a la civilización occidental, encontraron en los negros, la mano de obra necesaria y barata para desarrollarse.
Y los emplearon pero, jamás hubo el menor indicio de trato humano con ellos. Los esclavos negros se compraban y se vendían al mejor postor, como una cosa o animal cualquiera.
En el Perú, hubo esclavos hasta la mitad del siglo XIX en que el mariscal don Ramón Castilla los liberó.
Cualquier curioso puede buscar en las páginas de los periódicos de entonces, (puede ser el diario El Comercio) donde se leen avisos económicos como: “Vendo dos negros, aptos para faenas agrícolas. Precio a tratar”. O: “Cambio dos negros trabajadores por dos acémilas de tiro”, etc., todo denigrante.
La raza negra fue tratada, pues, como subraza, es decir, una condiciòn inferior a la humana o, en mejores palabras, un negro africano era considerado no como una persona sino como un animal.
Para no ir muy lejos, el “Apartheid” durò hasta anteayer. Nadie, nacido en el siglo anterior, olvidará jamás que en Sudáfrica, Namibia, Rodesia, etc. funcionaba este sistema como si se tratara de un asunto absolutamente normal.
Yo vi en Johanesburgo y en Salisbury, cómo eran tratados los negros por “bohers” y británicos; los negros, que eran dueños de ese continente. Hasta que vinieron Nelson Mandela, Mugabe, Sam Nujoma y otros negros y pusieron las cosas en su sitio, aunque miles a costa de sus propias vidas.
En Salisbury, capital de Rodesia, -hoy Zimbabue- los herederos de Mr. Cecile Rodhe, el expropiador, le levantaron un monumento descomunal en el centro de la ciudad, que yo fotografié para mi diario. Cuando los negros liberaron a Rodesia, le pasaron por encima cien tractores a Mr. Rhode para cobrarse lo que les debía.
Ahora, entre otros triunfos africanos, Kofi Annam es el Secretario General de la ONU, es decir, solo desde anteayer se les esta devolviendo su dignidad a los negros.
Y la dignidad humana, la justicia humana, el amor humano, la fraternidad humana tal vez sean los mayores valores que puedan salvarnos de la debacle universal a la que nos asomamos, según predicciones de eminentes futuristas, antropólogos o sociólogos de nota, no charlatanes de plazuela sino científicos de cartel.
El racismo es una lacra que le hizo mucho daño a la humanidad, ¿no Herr Adolph Hitler?.
El racismo, esa pretensión de algunos pensadores que consideraban o consideran aún que unos hombres son superiores a otros, es una estupidez o inmoralidad brutal.
Al Perú, nada hay que le haga más daño que el racismo. Por lo pronto, el Perú no tiene identidad nacional debido al racismo. Esto no lo digo yo, lo dicen eminentes estudiosos como el padre Felipe Mac Gregor, uno de los más notables especialistas peruanos en violencia estructural y pacificaciòn.
Tal vez, la elección de Francis Arinze nos haga ver que todos somos iguales ante los ojos de Dios, pero sobre todo, ante los ojos de los hombres. Que no hay distinciòn de nada porque todos somos buenos y malos a la vez, que todos somos egregios, pero también, todos tenemos gusanos de pillos corroyendo nuestras entrañas.
La lecciòn de Arinze como Benedicto o Juan Pablo III puede alegrar el corazón de todos los negros del mundo y de los indios, porque los indios, especialmente los del Bajo y del Alto Perú, son aún inícuamente discriminados.
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