CARTA AL CONTRALMIRANTE MIGUEL GRAU

Como hoy, el 8 de octubre de 1879, usted, Contralmirante don Miguel Grau, alcanzó la Gloria y la admiraciòn universal al sucumbir en Angamos frente a la Armada chilena. Usted fue destrozado por una granada enemiga, lamentablemente, solo 18 minutos después de haber empezado el combate. Digo, detrozado, porque de su cuerpo solo quedó reconocibles su pie derecho y su tibia, restos mortales que fueron sepultados en Chile y posteriormente repatriados para ser guardados hasta la eternidad en la Cripa de los Héroes de su patria: El Perú.
Usted está en la Gloria mientras nosotros segumos en el infierno, no hay cómo arreglar el país por el que Ud., hasta se sublevó en alta mar para ver si ayudaba a acomodar nuestras mezquindades políticas.
Su hazaña de Angamos como comandasnte del mítico monitor "Huáscar", fue premiada por la Gloria, y hasta por los chilenos que en un momento de la lucha fratricida exclamaron: !Viva el Perú generoso!. Sin embargo, nuestro presidente de esos tiempos, don Nicolas de Piérola, solo lo condecoró con una medalla de segunda categoría. Piérola no podía olvidar el valor cívico que tuvo Ud., para hacer abortar un golpe de estado contra José Pardo prohijado por él.
Mire, Ud, cómo los rencores políticos conforman parte de nuestra idiosincracia desde entonces hasta hoy.
Pero, aparte de estos recuerdos oscuros, y cuando Ud., sigue inmaculado en el Olimpo de los Héroes universales, quiero alcanzarle la carta que un capitán argentino le ha enviado a un general chileno.
Mi hijo Percy, residente en los EE. UU, pero tan peruano como su padre, me la ha enviado por mail sabedor de que sin ser un patriota a ultranza, defiendo - y así lo seguiré haciendo hasta mi último aliento-, la honra y los intereses de la Patria.
Yo fue soldado de tropa, mi Contralmirante. Ingresé al ejército con la idea de defenderla en los campos de batalla si es que hubiere llegado la ocasiòn. No llegó y ahora, creo defenderla desde las páginas de los periódicos o, como en este caso, desde las páginas de la electrónica.
El siguiente es, mi Contralmirante, el texto de la carta que el capitán ® argentino le envías al general ® chileno:


“EDGARDO ANIBAL PEREZ FAMULAR al general Matthei, comandante de la Fuerza Aérea de Chile:

“Es la segunda vez que utilizando este medio, deseo contestarle al general Matthei (Comandante de la Fuerza Aérea chilena) por sus declaraciones de estos días pasados acerca de que. "él hizo todo lo posible para que argentina perdiera la guerra de Las Malvinas.
Teniendo en cuenta que presté servicios como Comandante de una unidad de Infantería de Marina argentina en el teatro de operaciones sur en el año del conflicto deseo aclararle varios aspectos en mi respuesta de tipo personal.Deseo manifestar que me alegra enormemente que desde hace un tiempo nuestros dos países se hallan en muy buenas relaciones como vecinos que somos y que se han encarado y/o están por realizarse varios emprendimientos de tipo comercial que quizás traerán progreso y nuevas oportunidades a nuestros pueblos.
Me parece muy inteligente entonces que imitemos a Europa por ejemplo que luego de la contienda de la segunda guerra mundial entraron en un período de paz y entendimiento que los llevó a una situación de bonanza y desarrollo que les permitió recorrer juntos un camino que en otras épocashubiera resultado impensable.
Respecto a sus declaraciones (que parecen marcar un odio o resentimiento muy marcado hacia nuestro país) qu iero aclararle un par de cosas.

En primer lugar, coincido con Ud. en que la ayuda de su fuerza, pasándole datos a los británicos a través de los radares y otros medios, los ayudó mucho porque entonces ellos se limitaban a esperar a nuestros bravos pilotos, (con armamento y aviones de menor envergadura), y además, en situaciones límites para nosotros porque por las distancias desde el continente hasta Malvinas tan sólo podía combatirse un par de minutos; porque el combustible se consumía rápidamente.
De esa forma muchos de los nuestros fueron derribados y hoy descansan en el fondo del mar o en las turbas malvinenses. ¿Puede Ud, entonces, sentirse "orgulloso de salvar vidas inglesas y provocar bajas en fuerzas americanas?!!!

En segundo lugar, también sabemos, Ud. y yo, general, que no sólo la fuerza a su mando en ese entonces actuó de esa manera, el ejército de Chile hacía maniobras en nuestra fronteras ("cuidándonos las espaldas") para obligar anuestro ejército a distraer fuerzas en esa zona mientras nuestros soldados morían en Malvinas.A su vez la armada chilena, cumpliendo directivas expresas del almirante Merino, entraban y salían de Punta Arenas y otros puertos del sur de Chile en dirección al Beagle o el estrecho de Magallanes para ocupar parte denuestra flota en ese doble esfuerzo.

En tercer lugar, tampoco podemos olvidar a los radioaficionados de su país que hicieron lo imposible por interferir nuestras comunicaciones y que se pasaban largas horas del día insultando o lanzando improperios a través de sus radios a todos aquellos argentinos que operaban una radio.Convengamos, entonces, que gran parte de Chile buscó y deseaba nuestra derrota.

En cuarto lugar, en lo que a mí respecta, general, quiero decirle que Ud. nunca tuvo el orgullo, ni lo tendrá, de comandar una fuerza aérea que despertó la admiración de todo el mundo por sus hazañas y que mientras su territorio era visitado después de la contienda por la primer ministra británica Margaret Thatcher para agradecer a Chile lo que había hecho por Inglaterra, a nosotros nos visitaba un piloto francés que fue un héroe en la segunda guerra mundial (me refiero al señor Pierre Closterman) que según sus palabras "Venia expresamente a estrechar en un abrazo a los pilotos argentinos que por su bravura y entrega personal se habían convertido en un ejemplo para el mundo entero."

En quinto lugar, también quiero recordarle, general, que al ayudar a Gran Bretaña su país violó el Tratado del TIAR (de defensa americana) porque el mismo ordena a sus miembros, y Chile firmó ese tratado, a armarse contra cualquier fuerza extranjera que ataque o invada territorio americano. ¡Qué lejos entonces estuvo de imitar a otros países miembros (Perú, Venezuela o Brasil por ejemplo) que durante toda la contienda ofrecieron armas, pertrechos y hombres a nuestra causa!.

En sexto lugar, quiero recordarle, general, que en la carta que por primera vez le respondí por medios periodísticos (y que nunca Ud. me contestó) lo comparé a Ud. con Judas. Él entregó a Cristo por un puñado de monedas y Ud. lo hizo, además de su odio hacia nuestro país, por un puñado de misiles y otros pertrechos (hoy seguramente herrumbrados) para premiar su hazaña de dar la espalda al continente que lo cobija y olvidar que prohombres como el gran general San Martín o el héroe de su país, el general O'Higgins, tanto hicieron para convertirlo en libre y soberano.

Finalmente, general, quiero expresarle que puede quedarse Ud. con su odio y su chatarra bélica, permítanos, en cambio a nosotros los vencidos, a los soldados descendientes de San Martín, a los marinos, aviadores, civiles embarcados o en tierra que con tanta entrega lucharon y murieron por su patria, a las madres que perdieron a sus hijos o los vieron regresar en muchos casos mutilados quedarnos con la satisfacción y el orgullo de una contienda, que más allá de los errores tácticos, estratégicos y políticos que se cometieron, nos permitió enfrentar con dignidad manifiesta a una de las potencias más importantes de la OTAN y a sus aliados.Todos ellos, general, hicieron honor a una de las estrofas de nuestro himno que dice "Oh, juremos con gloria morir."Muy probablemente eso, Ud, ni siquiera llegue a comprenderlo.

(Firmado) Edgardo Aníbal Pérez Famular, Capitán de fragata de infantería Marina (R) Bahía Blanca. Argentina