MACHUPICCHU, BILL GATES, CAMERON, WALESA, ETC.

En estos días, la admiración a las Ruinas de Machupicchu se ha incrementado demasiado. Por lo pronto, Bill Gates, el hombre más rico del mundo, está visitando la ciudadela, así como Cameron Díaz, una de las artistas más famosas del actual mundo del cine norteamericano.

Hace exactamente 96 años, -24 de junio de 1911- un arqueólogo estadounidense, Hiram Bingham, redescubrió estas ruinas incaicas que habían estado cubiertas de vegetación en ese cerro conocido desde antiguo como Machupicchu. Diez años antes, dos lugareños del Cuzco, habían sembrado al pie de esas cumbres y encontraron restos de la ciudadela pero no supieron darle el valor que tenían, no eran arqueológos, por eso sus nombres no han pasado a la historia como el de Bingham.

Desde entonces, la tarjeta de presentación del Perú en el campo turístico lo constituye las famosas ruinas de Machu Picchu, por otro lado, situadas en el Cusco, capital del Tahuantinsuyo, conocido, por su apoteósico rol imperial, mítico y geográfico como “El Ombligo del Mundo”.

En el mundo antiguo, el hombre con sentido arquitectónico y artístico innatos, no encontró otro material más apropiado para formalizar esos sentidos, que la piedra.
Tengo el privilegio de conocer las obras sorprendentes de piedra inglesas en Stonehage y casi todas las obras en México y Centroamérica, así como las ruinas de Angkor Tom y Angkor Wat en Kampuchea. No conozco aún las Islas de Pascua, pero todas tienen su grandeza física y artística, en especial las de Kampuchea por constituir ciudades inmensas y artísticamente inigualables. Por desgracia, las guerras internas y externas que ha sufrido Kampuchea obligaron a su postergación, su semi destrucción y olvido. Los Budas que adornan a esas dos ciudadelas olvidadas son tan impresionantes que es muy triste ver a semejantes dioses orientales solo rodeadas de nerviosas lagartijas fosforescentes.

Tal vez, sea la situación geográfica de Machu Picchu, lo que lo coloCA a la cabeza de las obras de piedra más fastuosas, aquellas que produzcan una mayor admiración en la conciencia humana. Nadie dejará de pensar en la pequeñez y finitud del hombre cuando pisa MachuPicchu construida en la cumbre de una montaña rodeada, a su vez, por gigantescas cumbres que conforman su escenario natural, impresionante, la Cordillera de los Andes en toda su magnitud de grandeza cósmica. Tan profunda impresión que poetas como el chileno Pablo Neruda y el peruano Martín Adán, entre otros, le dedicaron hermosas, eternas canciones épicas.

Todo es impresionante, tanto que la hermosa artista Cameron Díaz sobrepasó el coraje femenino y madrugó, por ejemplo, a ver un amanecer en MachuPicchu, es decir, la salida del sol, todo una apoteosis de fuego en el Este andino. Luego prosiguió con su programa porque todo no quedaba ahí, faltaba asistir a la fiesta del Inti Raimi.
En la explanada de las fortalezas de Sacsayhuaman, donde lo más asombroso es como los picapedreros incas pudieron colocar tantas toneladas de piedra una sobre otra y ajustarlas, como “La piedra de los 12 ángulos” en la ciudad del Cusco, que en sus junturas no puede penetrar ni siquiera la punta de una aguja.

Se supone que Bill Gates tampoco se perderá este espectáculo multitudinario de colorido restallante y de significación asombrosa. En la representación, el Inca aparece en la explanada ante los representantes de los Cuatro Suyos de ayer para renovar su fe en el Sol que por entonces, era su dios. Es preciso, acaso recordar que los estudiosos de las filosofías incas afirman que en el Tahuantinsuyo no había ese concepto de divinidad sino más bien de superioridad fraterna, de reverencia a un ser superior a quien había de rendirle pleitesía y gratitud, y nada más. El Sol, como la Tierra, denominada “Pachamama” a la que en las aldeas andinas aún le rinden culto, no eran seres divinos, como creemos ahora, sino solamente superiores en su mundo de tres respetos: respeto a uno mismo, respeto a los demás y respeto a la naturaleza.

A Bill Gates, alguna vez le escribí una carta cuando los padres de un niño moribundo, pedían por Internet que se le escribiera cartas para que cooperara con su peculio a la salvación de su hijo. No sé si Bill Gates recibió mi carta y no sé si cooperó a que se salvara ese niño pobre.
Se sabe que junto a su esposa Melinda, el famoso creador del Microwsoft que ha pueeto al mundo de cabeza, desarrollan una incansable campaña de ayuda a los más necesitados, algo que podría cooperar a que Bill y Melinda entren al Reino de Dios; porque no hay otra alternativa para los ricos tan ricos como ellos.
Personalmente, me habría gustado entrevistar a Bill Gates, así como me habría gustado entrevistar a otros personajes como Fidel Castro y Nelson Mandela, para morir tranquilo. Cuando estuve en Johanesburgo, Mandela todavía estaba preso.

En estos días, vino a Lima, Lech Walesa y no me interesó ir a saludarlo.
No sé qué pasó o qué me pasa, ahora. Conocí a Mihail Gorbachov en cinco de sus reuniones cumbres y cuando vino a Lima solo lo vi por televisión, siempre admirable por lo que realizó en la ex URSS.
Ahora he visto a Walesa y solo recordé cuando al comenzar el 83 lo entrevisté en su casa del Bloque 17, Platow, de Gdansk, la ciudad que en esa década se convirtió en la cuna de la revolución antimarxista contra Jaruselwski, cuna del movimiento de Solidarnosc, en polaco.
A Walesa lo saludé cuando a su vez, el saludó a Juan Pablo II en el Vaticano y todos los diarios de Roma, titularon esa entrevista como la de “Los dos polacos más famosos del mundo”. De los dos, solo uno queda vivo.
En otra oportunidad fui a Gdansk y alcancé a entrevistarlo y el diario El Comercio donde trabajaba publicó la entrevista como una “Primicia mundial”- En efecto, Walesa me recibió en condiciones increíbles de astucia, pánico y suerte. Acababa de salir de la prisión.
Luego, le seguí su vida política. Llegó a la presidencia de Polonia el 90, pero cuando en el 95 pretendió la reelección, no votaron por él ni siquiera el 5 por ciento.
A Walesa siempre lo noté nervioso, inestable, sin carisma y sin pinta de gobernante; de líder sindical sí por su pertinacia y heroica resistencia, pero para gobernar un país?
Ahora quiere construir un mundo que no sea ni socialista ni capitalista, como lo propuso el general Juan Velasco Alvarado en Perú, 1970, y fracasó o lo hicieron fracasar.
Para eso, pues, se necesita otro Marx, otro Mariátegui, otro ideólogo capaz de convencer al mundo de los ricos más que al mundo de los pobres, que es necesario alcanzar la igualdad en casi todos los sentidos. A Walesa, como a Velasco, -ni socialista ni capitalista- le salió el tiro por la culata.

Mientras tanto, con Machupicchu en la cumbre de la ola mundial con Bill Gates y Cameron Díaz, y los líos caseros del TC, de la extradición de Fujimori, del sexo entre menores de 14 a 18 años, etc. el mundo sigue su marcha.