ALAN GARCIA EN CAIDA LIBRE
No solamente desde su cargo administrativo o sea de cómo presidente del Perú sino hasta de su tratamiento como persona en todos los actos públicos que a muchos de nosotros nos toca presenciar.
En dias, pasados, con todo el derecho que lo rodeaba por estar frente a un hecho doloso cometido por funcionarios públicos, expresó con todas sus letras, que a esos malos empleados “hay que sacarlos a patadas”.
Todos nosotros, burdos o gentiles, chabacanos o ilustres miembros de la RAE, sabemos cuál es, en fondo y en forma, el significado de “sacarlos a patadas”, sabemos lo que es “agarrar a patadas”- La frase rebelaba la furia vivida por Garcia al conocer la desvenrguenza de este robo sistemático público, además realizado no por empleados de última categoría, sino de primera.
Muy bien, en un almuerzo familiar, en una cerveceria, etc, donde “Agarrarte a patadas”, “darte una pateadura”, etc, no pasa de ser, pues, sino una amenazante o real, frase pero demasaido vulgar.
García, en su condiciòn de presidente de la República y frente a un público determinado por las ondas de la TV local, no debió pronunciar esas palabras que en este instante y para su investidura vienen a ser “palabrotas”.
Pero además hay otro itemn mortal para el presidente García que pende sobre su cabeza como una “Espada de Damocles”.
Hace dos años, cuando candidateba a la presidencia de la Repúlica, asistió a un mitin local y cuando hacia su ingreso al centro de la ciudad, en plena calle, se le cruzo inocuamente un pobre hombre u hombre pobre, y García lo levantó en peso de una sola patada propinada con suma violencia y sin una pizca de razón.
La foto fue publicada por todos los diarios y comentada por todos los medios de comunicaciòn. No obstante, no se le dio el verdero sentido al hecho.
Cualquiera que hubiera visto la fotografía con detenimiento habría encontrado a un Garcia mostrando toda su fiereza vital, toda su furia social. No era un hombre irascible que le da una patada a un hombre, sino un hombre que odia y castiga a otro hombre.
Psicólogos profesionales, desde el punto de vista político, hubieran encontrado a un García en toda su dimension moral, etica y social, es decir, un tipo indigno de ser presidente de un país con 27 millones de personas como aquel a quien pateó en la vía pública.
Garcia sigue prostituyendo el cargo. Se porta mal administrativamente y encima, insulta a medio mundo con palabras indignas de ser empleadas así nomás por un prsidente de la Repuíbca.
Por eso y por otras cosas, tiene en el Perú un indice tan bajo de popularidad, y en en América Latina -entre los demás presidentees- ocupa el tercer lugar, pero viniendo de abajo.
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