HOMENAJE AL DIA DE LA MADRE
A ZARELA, MI MADRE
Mi madre cerró los ojos
como para que no me diera cuenta.
No los volvió a abrir más.
La luz le negó sus dones
Pese a que la precisaba
para tejer sus sueños a crochet.
Tejía y bordaba como hizo con nuestras vidas.
Todos fuimos hechos a la medida de sus hilos,
de sus agujas, de sus ovillos de lana o algodón.
Mi madre amaba la música, caminaban sus dedos
sobre las cuerdas de la guitarra,
como cuando se camina en el Edén.
Tenía sus dedos largos y sus ojos húmedos,
Era la única que veía hasta el otro lado del mundo.
Sabía al tacto cuándo no funcionaba una arteria
Y cuándo esa tos de perro podría convertirse en neumonía
Entones, nos daba a beber tilo,
una bebida con sabor a bandidos.
Mi madre conocía todos los oficios,
era cocinera, modista,
lavandera, mi madre hacía de todo para nosotros.
Se levantaba con el sol a ayudarlo a hacer la luz del día.
Y en la noche apagaba la lámpara y sus ojos
y rezaba oraciones inventadas.
Nunca El Padre Nuestro ni el Ave María comunes,
ella parecía entenderse directamente con Dios.
Hablaba de cómo se vivía en el Paraíso,
o sea en nuestra casa,
y en la penumbra contabilizaba a sus hijos,
sin emplear ábacos aritméticos sino conductuales:
Este ha hecho tal cosa, ésta ha hecho tal otra.
Nos regañaba a todos, pero no desaprobaba a nadie.
Sonreía y se quedaba dormida tras una sonrisa larga
como un río, como el vuelo de un pájaro que migra
desde el Artico hasta los Pantanos de Villa.
Yo podría cambiar a mi madre por otra madre.
Hay tantas madres en el mundo que lo merecen.
Pero prefiero quedarme con mi madre
porque nadie me va a acariciar como ella con su piel
ni me va a mecer en sus brazos como en una arpa de oro.
Ni va a tocarme la guitarra hasta quedarme dormido.
Mi madre no tenia edad o tenía edad infinita.
Bordaba sus quehaceres y nunca la oí quejarse.
Cultivaba rosas y claveles a los que prohibía marchitarse.
Solo amaba la vida, no la muerte.
Todos están de acuerdo en que mi madre muriò un día.
No hay una sola opiniòn en contra.
Salvo yo mismo, yo tengo pruebas contundentes
de que mi madre preside mis conferencias
y mis clases de cartón y mi vida y por eso
yo vivo satisfecho,
Yo la saludo en las mañanas, y en las noches
me cubre con una frazada más de las que necesito
porque ella sabe
que el frío de la vida es antártico.
Yo estoy seguro de que mi madre está viva,
asi como también, seguro de que morirá
después que yo muera primero.
LIMA, 10 DE MAYO DE 2008
Manuel Jesús Orbegozo
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