EL CONGREZOO PERUANO

Pocos países de la Tierra, posiblemente ninguno, ha conseguido usufructuar para los gastos de su Congreso Nacional, el apelativo de Congrezoo Nacional.
Tal apelativo debe haberlo ideado alguno de los hábiles miembros mediáticos limeños, pero nunca tan bien recibido por la colectividad.
El Congreso nuestro es un Congrezoo de animales, donde se salva de serlo solo una o uno de sus componentes.
Son animales, no solo por su comportamiento intelectual frente a la forma cómo deben legislar el país conociendo que de eso depende la vida institucional, sino porque desde un comienzo empezaron a proceder como si fueran animales, como si no fueran seres racionales.
Una Parlamentaria solicita asesoría para que la ayude a legislar y entonces toma a una joven digna, pero absolutamente inaparente. La tal asesora no tenía la capacidad que se precisaba para desempeñar ese cargo, esa asesora, era su empleada, la encargada de limpiar las cacerolas, de barrer el patio y la sala, de tender las camas, etc. Antes, en el Perú a estas personas se les denominaba sirvientas, pero ahora semejante término ha ido desapareciendo por constituir un trato socialmente despectivo e inaceptable. Ahora se le nombra: ama de casa.
Pues, bien la dicha parlamentaria tomó a su ama de casa sin ningún tipo de preparación especial para una asesoría. Lo más criticable del asunto, es que la Parlamentaria cobraba el suelo de su asesora, a quien solo le daba una pizca del sueldo que le correspondía.
Una actitud digna del Crongrezoo nacional.
Lo irritantes del caso es que no era la única conducta animal diseñada por una congresista, hay más, tanto de hembras como de machos. Alguno de ellos, tomaban como sus asesoras a sus amantes.

Un diario local editorializó de esta manera sobre otro congrezooista: “Muchos nos asombraríamos, si esta mancha fuera la única que enturbia al Poder Legislativo. Nuestros representantes se hicieron conocidos, no por sus trabajos sino por sus malos ejemplos.

Ahí están los escándalos del oficialista Tomás Cenzano, suspendido por el tema del vehículo siniestrado del Pronamachcs; el embrollo de Susana Vilca, que supuestamente nunca supo que una de sus asistentes tenía amoríos con su hijo; el súbito cambio de posición política de Aldo Estrada, elegido por las huestes humalistas, pero luego ungido vicepresidente del Congreso con los votos de los apristas. Ni que decir de la actitud vergonzante de Margarita Sucari, que demostró a todo el país, que hay cosas que no tienen límite”.

La congrezooista Sucari ha sido suspendida en sus funciones por 60 días, pero el congrezooista Gustavo Espinoza ha sido desaforado por 120 días. Espinoza divulgó un video comprometedor en el que aparece el congrezooista Carlos Torres Caro y el actual presidente del Congreso Javier Velásquez Quesquén, en enredos políticos. Espinoza declaró terminantemente que todos los legisladores andan metidos en fechorías y que el Parlamento en un asco.

José Anaya ha escrito una página de desagradable humor más que de decencia para la historia del Parlamento.
El tuvo un respectivo empleado fantasma, pero cuando lo iban a denunciar ante la Comisiòn de Etica vendió su voto para que fuere elegido el anterior presidente del Congreso y se salvó.
Pero ya estaba destinado a ser un delincuente activo y entonces, comenzó a hacer de las suyas pensando en que nunca le caería la sanción.
Presentó unos recibos falsificados que dan risa. Pidió un pollo en un “fried chicken” callejero y días después presento la factura ante el Congreso por la cantidad de 500 soles, es decir, como si hubiera pedido cien polos. Viajó invitado a Roma con los gastos pagados. Al regresar presentó ante la Caja del Congreso, el recibo de la Agencia de Viajes, más fresco que una lechuga .
Debido a su influencia parlamentaria ha conseguido que tres de sus hijos trabajen en oficinas públicas con sueldos que les corresponderían a 12 profesores universitarios juntos.

Todavía, la Comisión de Etica está pensando en cuándo y cómo lo va a castigar, cuando la opinión pública pide que lo desaforen, que lo boten como a una rata cualquiera. Animales tan inmorales no son dignos de pertenecer a un Parlamento de donde emanan las leyes bajo las cuales moralmente se gobierna cualquier país.