EL MUNDO, UN DÍA

Blog del Periodista Manuel Jesús Orbegozo. Este blog se mantendrá en línea como tributo a quien con su pluma forjo generaciones de periodistas desde la aulas sanmarquinas. MJO siempre presente.

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Primero, recorrió todo su país en plan informativo, y luego casi todo el mundo con el mismo afán. Por lo menos, muchos de los grandes sucesos mundiales de los últimos 30 años del siglo XX (guerras, epidemias, citas cumbres, desastres, olimpiadas deportivas, etc.) fueron cubiertos por este hombre de prensa emprendedor, humanista, bajo de cuerpo pero alto de espíritu, silencioso, de vuelo rasante, como un alcatraz antes que de alturas, como un águila, por considerar que la soberbia es negativa para el espíritu humano. Trabajó en La Crónica y Expreso, y más de 30 años en el diario El Comercio como Jefe de Redacción, luego fue Director del diario oficial El Peruano y como profesor de periodismo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo sigue siendo aún después de 30 años seguidos. Esta es un apretada síntesis de la vida de un periodista hizo historia en el Perú y en muchos de quienes lo conocieron. Puede además ver su galeria fotográfica en http://mjorbe.jalbum.net Nota: MJO partio el 12 de setiembre para hacer una entrevista, la más larga de todas. MJO no se ha ido, vive en cada uno de los corazones de quienes lo conocieron.

Thursday, September 18, 2008

LOS PERIODISTAS DEL 50

Con motivo de celebrarse el 1º de octubre, el DIA DEL PERIODISTA; me permití escribir el siguiente artículo:

"LA GENERACION DEL 50"

Los periodistas del 50 pertenecemos a una generación singular. Todos hemos trabajado lo mejor que hemos podido, cada cual en el puesto que le tocó desempeñar.

Yo tuve, acaso, más suerte que otros porque viajé mucho más que otros por mi país y por el mundo.
Siempre fui un reportero apasionado.
Viajé por caminos de los cinco Continentes y por lo tanto, conocí a los hombres que pueblan esos cinco Continentes. Saqué una conclusión: Todos los hombres estamos cortados por la misma tijera; todos nacemos injertados con genes inexorables de grandeza y de miseria.

Conocí a hombres muy altivos y soberbios, así como a hombres de una humildad franciscana.
Herman Trimborn era un sabio arqueólogo alemán que consideraba un honor el que yo haya ido a entrevistarlo.
Ernest Hemingway fue otro hombre singular, muy humano en el mejor sentido del término o sea de aquellos para quienes nada de lo humano les es ajeno.
Oswaldo Guayasamín era soberbio. Le pregunté cuáles eran los cinco pintores más grandes del mundo. Me mencionó a cuatro. El era el quinto. Escribí mencionando su soberbia. Cuando regresó años después, me dijo, ya no soy soberbio.

Conocí a Lech Walesa cuando salía de la prisión, en su humilde morada de Gdansk al borde del Báltico a 30 grados bajo cero. Luego fue presidente de Polonia, pero lo hizo tan mal que cuando, al terminar su período se lanzó nuevamente por el cargo no sacó ni siquiera uno por ciento de la votación polonesa.

Entrevisté a Pol Pot, 48 horas antes de que fuera derrocado por los vietnamitas. Era Secretario General del Partido Comunista de Kampuchea y estaba acusado de genocidio masivo. Diez años después fui a buscarlo en las fronteras con Tailandia. No pude hablar con él.
Poco tiempo después lo apresaron y apareció en los periódicos no solo como un delincuente sino como uno de los mendigos más miserables del mundo. De inmediato, su propio corazón lo mató de un paro fulminante.

Como se recordará, Vietnam fue invadido por los Estados Unidos de Norteamérica. Vietnam los derrotó miserablemente Cuando regresé al Perú, le hice mucha propaganda a Vietnam por haber logrado derrotar heroicamente al país más poderoso de la Tierra. Ahora son grandes amigos. dicen que el más grande Hilton del Asia está en Hanoi.
Además, diez años después, Vietnam atacó e invadió a Kampuchea y se quedó a vivir allí 10 años seguidos, es decir, que de invadido se convirtió en invasor, y de agredido, en agresor.
¿Quién puede con facilidad comprender la conducta humana?-

Conocí a Mao Tse-tung igual que a la madre Teresa de Calcuta. Conocí el Moritorio de la madre donde solo se recibe a moribundos.
Luego la encontré limpiándoles el sudor, las lágrimas y la saliva a los agónicos en los desiertos de Etiopía cuando el país padecía una época de sequía implacable. Cinco mil personas morían todos los días.
El régimen comunista de Mengistu recibía ayuda de Moscú: aviones, camiones. etc. pero la comida se la enviaban los Estados Unidos. Hasta que un senador norteamericano reclamó que USA no debería favorecer a un país comunista. Estados Unidos le suspendió la ayuda y los pobres etíopes se siguieron muriendo de hambre.

Estuve en cinco citas de Mihail Gorbachov: dos veces con Bush, (en Moscú y en Reijiavik, Islandia); una, con el Papa Juan Pablo II en el Vaticano; una, con Teng Siao-ping en Pekin cuando ocurrió la llamada “Masacre de Tien Anmen” sobre lo que escribí un libro; y la última, cuando presidió los festejos de la URSS al cumplir "70 años de la Revolución Rusa". Poco tiempo después, la URSS se desmoronó como un castillo de arena y el correctísimo aunque implacable Gorbachov se quedó a dictar conferencias y a servir como “top-model” para la publicidad de “Fried- chikens”.
Cuando murió Raisa, Gorbachov peridó REALMENTE la mitad de su vida.

Conocí a poderosos que se volvieron mendigos y a mendigos que se volvieron poderosos. Jean Bedel Bokassa era el “Napoleón” negro de Centro África. Estuve en Bangui cuando lo juzgaron y condenaron a cadena perpetua. Su Palacio estaba abandonado, el viento entraba y salía a la hora que se le daba la gana, y las enormes lagartijas con colas fosforescentes se paseaban a sus anchas por todo el edificio, aunque aterradas.
Bokassa aceptó el castigo pero al poco tiempo lo mató su propio corazón.

Entrevisté al presidente J. Gowon de Nigeria cuando la guerra de Biafra. Pero lo derrotaron. Se asiló en Londres. Me dijeron, vaya a buscarlo, ahora trabaja allá como cocinero.
Lo busqué en los restaurantes de primera categoría.
Trabaja en restaurantes de segunda categoría, me informaron en Londres, pero no lo encontré.
Así, por el estilo. Siempre informé sobre el hombre, sobre su calaña, sobre su ir y venir desesperantes, mostrando las dos caras de su medalla: al reves, al derecho; arriba o abajo, entre el altruismo o la mezquindad, entre la vida y la muerte.

He conocido las más grandes obras hechas por el hombre.
Ves el Buda más grande del mundo, en Dunhuan, China; Angkor Wat en Kampuhcea; el Coliseo, la Torre Eiffel, el Palacio Potala en el Tibet, el Golden Temple y el Taj Mahal en la India, o la Catedral de Colonia, pero al mismo tiempo, ves la miseria mas inhumana en los extramuros de todas las grandes ciudades del mundo.
Así mismo, te horroriza descubrir, comprobar el desatino, el fuego y la muerte que provocan las guerras, como la de Biafra, la de Iraq y la del Medio Oriente.

Entrevisté en Río de Janeiro a Yuri Gagarin luego de circunvolar la Tierra y también al cajamarquino Juan Vásquez Bautista que violó a una pastorcita y luego la mató de 37 puñaladas. Subido a un árbol, presentí que lo fusilaron al amanecer.
Diez años después, regresé a Cajamarca. El asesino se había convertido en santo. Todos lo adoraban, creo que aún hoy. El asesino Vásquez Bautista se ha convertido en un santo más hábil que Sarita Colonia.

En fin.
He testimoniado infinidad de hechos grandes y pequeños, tórridos y glaciales. Nunca puse atajos a mi trabajo. Viajé incluso con grave extrasístoles, esa enfermedad cardiaca tan tormentosa.
Fui a La Paz cuando el golpe de estado de García Meza. A las 3 de la tarde, Albert Brun, periodista francés, muy amigo de los peruanos, me fue a buscarme y en mio hotel me encontró durmiendo. No me quiso despertar. A las 6 de la tarde, me desperté yo mismo y fui a buscarlo. Hola, me dijo y me preguntó: ¿por qué no viniste ayer?. Yo le contesté, acabo de llegar. No, me replicó él muy sorprendido, tú llegaste ayer.
Efectivamente. Había llegado ayer y dormido 24 horas seguidas atormentado por la extrasístoles cardiaca a más de 4 mil metros de altura, solo sosegado con pastillitas de TNT, mates de coca y un poco de yoga.

Pertenezco, pues, a la fauna de animales apasionados, como nos llamaba a los periodistas, Amadeo Grados Penalillo, también de la Generación del 50
Estoy hecho de la misma carne y sangre y nervios de los periodistas que formamos la Generación del 50.
No soy ni nunca he pretendido ser ni más ni menos que ninguno de ellos.
Solo pretendo seguir siendo uno de ellos.
(MJO)

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