EL MUNDO, UN DÍA

Blog del Periodista Manuel Jesús Orbegozo. Este blog se mantendrá en línea como tributo a quien con su pluma forjo generaciones de periodistas desde la aulas sanmarquinas. MJO siempre presente.

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Location: Lima, Lima, Peru

Primero, recorrió todo su país en plan informativo, y luego casi todo el mundo con el mismo afán. Por lo menos, muchos de los grandes sucesos mundiales de los últimos 30 años del siglo XX (guerras, epidemias, citas cumbres, desastres, olimpiadas deportivas, etc.) fueron cubiertos por este hombre de prensa emprendedor, humanista, bajo de cuerpo pero alto de espíritu, silencioso, de vuelo rasante, como un alcatraz antes que de alturas, como un águila, por considerar que la soberbia es negativa para el espíritu humano. Trabajó en La Crónica y Expreso, y más de 30 años en el diario El Comercio como Jefe de Redacción, luego fue Director del diario oficial El Peruano y como profesor de periodismo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo sigue siendo aún después de 30 años seguidos. Esta es un apretada síntesis de la vida de un periodista hizo historia en el Perú y en muchos de quienes lo conocieron. Puede además ver su galeria fotográfica en http://mjorbe.jalbum.net Nota: MJO partio el 12 de setiembre para hacer una entrevista, la más larga de todas. MJO no se ha ido, vive en cada uno de los corazones de quienes lo conocieron.

Thursday, December 24, 2009

TRES NAVIDADES PERSONALES

Las tres Navidades que voy a recordar son sui generis y muy personales no importa que no señale el año en que ocurrieron.

PHNOM PENH:
donde me salvé de morir

Phom Penh es la capital de Kampuchea o Camboya. A las 12 de la noche en punto, me incorporé sobresaltado en mi cama para recordar que a esa hora del 24 de diciembre, el mundo cristiano estaba recordando la fecha del nacimiento de Jesús.
En Kampuchea nadie sabía lo que era Navidad, por lo menos en la ciudad, una ciudad fantasma donde me solìa acostar a las 9 de la noche. Me sentía muy cansado porque todo el dia viajaba por las zonas estratégicas de Takeoo u otras zonas por donde los soldados kampucheanos me informaban que podrían invadirlos los vietnamitas.
Ese día, el embajador Ok Sukan, que me servía como intérpete, me dio una mala noticia.
En la mañana, al emprender un nuevo viaje de informaciòn, me preguntó si me había apercibido de que mi casa, al amanecer, estaba rodeada de soldados. Le dije que no, pero en realidad, sí había visto a numerosos soldados rodeando mi casa.

Bien, el embajador me contó que los enemigos del régimen de Pol Pot estaban buscando a los visitantes extranjeros para asesinarlos. Y sin más trámite, medio nervioso, me confirmó que justamente esa madrugada habían asesinado al profesor inglés Malcolm Caldwell y a su esposa con quienes la noche anterior estuvimos viendo una pelicula sobre la guerra kapucheana.
El embajador Sukan me contó que esa noche del 24, luego de asesinar a Caldwell y a su esposa, me estaban buscando a mi para matarme, que por eso, de inmediato, reforzaron la guardia de mi casa, me informó el embajador. “Le pido, disculpas, por este inconveniente”, me dijo Sukan.
Me quedé perplejo de la noticia justamente cuando se recordaba el nacimiento de Jesus y yo me desperté a la medianoche azorado para recordar el acontecimiento y orar por la paz mundial.
Luego del 25, exactamene, el 31 de diciembre al amanecer, Vietnam invadió Kanpuchea y tras derrotar a los "Kmer Rouge" con Pol Pot a la cabeza, se quedaron a vivir 10 años en ese país.
Esa fue “Una Pascua Sangrienta”, como titulé yo al informe que para mi periódico limeño envié desde la torturada Kampuchea.


SALZBURGO:
y mi inútil espera a Mozart

Otra Noche de Navidad la pasé en Salzburgo, la ciudad donde naciò el músico más famoso en la historia universal: Wolfang Amadeus Mozart.
Durante el dia, en Viena alguien me sugiriò que fuera a Salzburgo porque allí la fiesta de la Pascua tomaba diferentes matices, los recuerdos de Mozart y la fe cristiana eran avivados más que en el resto de Austria. Además estaban recordándo no sé que aniversario de no sé que hecho protagonizado por Amadeus, el genio de la música.
Así fue que viajé a Salzburgo. Llegué a las 7 de la noche y no me pareció bien buscar alojamiento a esa hora, ¿para qué? dije, mejor será pasarse toda la noche en vela viendo cómo los salzburgueses celebran la Navidad.
En efecto, desde esa hora empecé a visitar a pie, lugares públicos, plazas románticas, viejas calles, bares repletos, iglesias iluminadas, etc.
Por supuesto que lo pasé sin un solo amigo con quien compartir un sandwiche o un comentario o, finalmente, abrazarnos y desearnos ¡Felices Pascuas!, como es el saludo proverbial. Debí haber gozado mucho del goce de los demas que en los bares, por ejemplo, bebían cantidades incalculables de cerveza mientras cantaban canciones navideñas ininteligibles para mi y bailaban de una manera muy original, a grandes trancos y con movimientos nada voluptuosos ni carnales. Eran meros pasos vieneses.
Notaba gran alegría general. Todo estaban felices de sus vidas y claro, Mozart sonreía en un gran retrato colocado cerca de la casa donde nació, convertida ahora en un Museo que ya había visitado con la boca abierta en anteriores oportunidades.
A la media noche, abrazos y parabienes entre salzburgueses y más cerveza en los bares como combustible para mantener viva la alegría y la fe.
Horas después del nacimiento de Jesús, el cielo se fue aclarando hasta que llegó el amanecer. Medio somnoliento, tomé el tren y me regresé a Viena.
Esa Noche de Navidad no recibí el abrazo de nadie porque ningún salzburgués era mi amigo ni a mi se me dio por inventarlo. Yo era uno de los pocos extranjeros cogidos por la fecha en una hermosa ciudad engrandecida por haber sido la cuna de un genio musical como Mozart.
Sin embargo, durante toda la noche no escuché una sola nota mozartiana. Al tomar el tren de regreso a Viena, el obsoleto aparato de radio que llevaba en la mano un viajero tocaba una hermosa sonata.
Por fin, Mozart se hacía presente.


ADDIS ABEBA:
Brindis con mi padre en el cielo infinito

Acababa de estar en Addis Abeba. Mejor dicho, estuve viajando por “El Triángulo de la Muerte” formado por tres ciudades que cercaban un territorio donde morían 5 mil personas diariamente atacadas por el hambre. La pobre Etiopía soportaba un período de sequìa calificada como “la más feroz en la historia del país” de la reina de Saba. Durante mi estada en Mekele, por ejemplo, vi morir a varias decenas de hombres y niños atacados por la desnutriciòn o kwashkioskor, con la piel pegada a los huesos, horrible drama.
Terminada mi misiòn informativa regresaba a Frankfurt. Iba en un aviòn de Lufthansa. A la media noche, volábamos sobre el Mediterraneo cuando la aeromoza nos informò que íbamos a tener una cena de gala porque ese era el Día de la Pascua.
Pero, también ese día, yo celebraba otro onomástico célebre: el día del cumpleaños de mi padre.
Todos los 24 de diciembre a la media noche, donde estuviéramos sus hijos, rodeábamos a mi padre para abrazarlo y felicitarlo por su día.

Entonces, en el reverso de la misma carta del menú de ese vuelo, le escribí simbólicamente a mi padre diciéndole que me disculpara no estar con él esa noche por andar volando de regreso, luego de cumplir con otra de mis “misiones imposibles” que él celebraba con el corazón faustuoso.
Terminé de escribir el saludo y lloré sobre lo que había escrito porque el caso era que mi padre había muerto hacía muy poco; era la primera vez en mi vida que no estaba con él.

Pero, yo hice, como si mi padre estuviera conmigo en el avión surcando el cielo infinito.
¡Salud!, le dije a mi padre levantando mi copa, y brindé con el fino champagne que nos ofreció la hermosa flyhostess de Lufthansa.
Me embriagué de amor y de recuerdos con mi padre y así pasé una de las Navidades más inolvidables de mi vida.