LO QUE CUESTA SER PERUANO
Tal como lo dijimos en el comentario anterior, el 28 de Julio, Día de la Patria, no tenía sino el significado de señalar el 184 aniversario de nuestra independencia nacional. Nada más. No había más razones. El Perú sigue como quedó desde el 28 de julio de 1821. Peor, ahora, luego de cuatro años de gobierno del presidente Alejandro Toledo: experimentamos una debacle ridídcula. Ahora, veamos otro problema nacional a través de una encuesta reciente
El diario Peru21, ha publicado una encuesta reveladorasobre nuestra nacionalidad. Las cifras evidencian no un secreto, sino una realidad que debería considerarse dramática.
El hecho de que la encuestadora – Conecta Asociados- no sea plenamente confiable ni tampoco las respuestas, de todos modos, la insólita informaciòn ofrecida es preocupante.
Es cierto que los porcentajes arrojados por cualquier encuesta no pueden tomarse al pie de letra, tan matemáticamente como aparecen, pero aún así no dejan de causar asombro.
Un porcentaje, por ejemplo, que coincide con nuestra permanante preocupación editorial es el siguiente: “En el Perú ¿hay una nacionalidad sólida y firme?”
Las respuestas son: 46.7% contesta que “no” y que está en desacuerdo con el fondo de la pregunta. 21% dice que “no está de acuerdo con ninguna de las anteriores”, posiblemente en referencia a los adjetivos “sólida y firme”. Y finalmente, solo el 32.2% afirma que “sí”, que en el Perú hay una “identidad nacional sólida y firme”.
Si analizamos las cifras, encontramos que solo un tercio escaso de peruanos consideramos que sentimos la nacionalidad; y esto debe preocuparnos gravemente, aunque el problema no corresponda a la actualidad puesto que se arrastra desde los tiempos coloniales.
El problema es abstracto y demasiado complejo, pero debería constituirse en tema prioritario de los gobiernos futuros: buscar la forma de incrementar nuestro sentimiento de nacionalidad. Porque un país, un Estado sin nacionalidad no es nada, es apenas un ente, un conjunto de personas, pero sin unidad, sin espíritu. Lo que mantiene a una naciòn para jactarse de su soberanía es su sentido de identidad, su fraternidad, su coincidencia de unidad cultural, de valores, los cuales deberían ser totales.
Cuando el Perú advino a formar parte de los países libres, lo hizo sin prestarle mayor importancia a que se estaba construyendo sobre bases pluriculturales y pluriétnicas. No sucedió lo que en el Congo o en Tailandia, en China o en Egipto. Los españoles, a su llegada a América, se encontraron con un mundo cultural que pretendieron abolir, acabar con las razas indígenas o grupos étnicos y sus propias culturas, cosa que no consiguieron, es cierto.
En 1821, los quechuas o aimaras en este lado del imperio estaban mellados, pero finalizaron casi intactos. Las lenguas autóctonas continuaron vivas igual que mucho de sus culturas. Quinientos años despúes del descubrimiento de América y 200 años despúes de la liberaciòn colonial, en la actualidad, los indígenas siguen adorando a los Apus, por ejemplo. Todos los años se realizan romerías a los cerros para agradecerles favores. Todavía hablan sus lenguas nativas y subsisten sus más hondas creencias y costumbres, no importa el sincretismo.
Pero, además y lo peor de todo es que esos grandes grupos indígenas nunca fueron bienvenidos. Siempre fueron discriminados. La explotaciòn hispana prosiguiò. Quienes los heredamos continuamos creyendo que esas etnias están por debajo de nosotros los criollos o los cholos, aquellos que nos consideramos un “continuom” de la mezcla de conquistadores y ñustas.
Mientas no se encuentren fórmulas de identidad eficaz y progresiva vamos a seguir arrojando solo el 32 por ciento de gentes que creemos en la peruanidad. Claro que otra cosa es amar al Perú, que es muy grande. Pero el amor lo sienten también los extranjeros y hasta hay muchos no nacidos aquì que quieren al Perú mucho más que quienes hemos nacido en esta tierra.
A la pregunta de “¿cómo se siente de ser peruano?”: el 4.4%, responde “muy a disgusto”; el 7.9%, “a disgusto”; el 9.6%, “me es indiferente”; mientras el 50.3%, “a gusto”; y solo el 26.3%, “muy a gusto”.
Nuevamene, solo menos del 30 por ciento está “muy a gusto” de sentirse peruano.
La encuesta revela también, lo que no lo ha hecho aún el Estado: que el 60.3% se considera “mestiza”; el 27.3%, “chola”; el 7.3%, “blanca”; y el 4.7% “de otras razas”.
Esto revela que los mestizos y los cholos, sumamos el 87.2%, o sea una mayoría de la poblaciòn.
Sobre esta amplia base de lo que piensa aunque no lo siente casi la totalidad de la poblaciòn, se deben realizar los cambios estructurales planificados con urgencia en el futuro; sobre esta gran mayoría nacional, sobre este concepto de “raza”, de mayoría étnica, los gobiernos deben trabajar para “peruanizarlos” realmente, es decir, incentivarlos para que teniendo la seguridad de que étnicamente todos “estamos cortadas por una misma tijera”, nos entreguemos en “cuerpo y alma”, -como dice una frase común- a la tarea del desarrollo nacional.
Otra cifra reveladora, absolutamene positiva, radica en: ¿Cree que los peruanos habitualmente se sienten…”Orgullosos de su raza?” 70.5); “identificados con su país” (67.7); “menospreciados por ser del Perú” (35.7); “avergonzados por haber nacido acá” (18 por ciento).
Nuevamente, hay que reflexionar que sentirse orgulloso de ser peruano es excelente aunque no revela que nuestra nacionalidad esté asegurada. Hay que seguir pensando en que solo el 32.2 por ciento piensa que hay nacionalidad peruana, que es diferente. Un futbolista argentino y otro brasileño declararon hace algún tiempo que se sentían “muy orgullosos de haber adquirido la nacionalidad peruana”. Claro, aquí pudieron influir intereses económicos, pero ambos se han quedado, han formados sus hogares y posiblemente vivirán aquì hasta su muerte, ambos han aprehendido la nacionalidad peruana.
Un porcentaje insólito, pero aceptable tomando en cuenta la presiòn y el trabajo de zapa de los conquistadores o inmigrantes europeos, o de la influencia cultural de los medios que insisten en la promociòn de la mujer blanca, es el siguiente: ¿De cual raza le hubiera gustado ser?. Ser de “raza blanca” (69.29), de “otas razas” (10.0); de raza “negra” (7.5); “oriental” (6.7).
Como se ve, 70 de 100 peruanos quiere ser como un norteamericano, un inglés o un francés; 8 ser negro; 10 ser chino o japonés y solo 10, de otras razas, aunque sin especificar, posiblemente alguno ser “indio” o “quechua” andino o aimara.
O sea, hay una exclusión que implica racismo o desvalorización de nuestro indigenismo. Se supone que estas respuestas están imbuídas de parámetros de belleza física o estética, color de piel, etc. correspondientes a los europeos o nortamericanos.
A propósito, escucho a menudo a un profesor del baile de marinera que les dice a sus alumnitas de 5 o 6 años: “conquetea con tu pareja como si fuera alto, rubio, bonito, de ojos azules, etc.”, Un profesor imbécil en todo sentido.
Otra encuesta reciente leída en un programa de TV, reveló que “los peruanos” somos mentirosos, ladrones, injustos, envidosos, ignorantes, etc., lo cual fue soslayado de inmediato en el sentido de que posiblemente se refería a los “limeños” y no al resto de “peruanos” es decir, a los provincianos
Y bien, un 81% ha contestado que si se presentara la ocasiòn, “volvería a nacer en el Perú”, mientras un 29% , dice que “habría preferido otro país”. Para que se produzca esta respuesta deben haber influído cuestiones actuales como el desempleo, la pobreza y la discriminación.
Hay muchas más respuestas, pero solo tomaremos solo esta última: “¿Por qué le gustaría nacer (vivir) en otro país?.
1) Porque aquí no se tienen oportunidades de salir adelante (80.2%); 2)le gustaría tener posibilidades de triunfar (47.4%); 3); aquí no se valoran las capacidades ni las potencialidades (35.7%); 4) aquí todos están contra todos (17.7%); 5); le da vergüenza ser peruano (10.4%).
Cifras contundentes positivas o negativas, altruístas o mezquinas, conscientes o inconscientes, ninguna de media verdad.
Los numerales 1), 2) y 3), de la pregunta son magníficos referentes para los gobernantes, para quienes deben apresurar nuevos códigos educativos, luego realizar cambios estructurales profundos para refundar nuestra cultura.
Sobre el numeral 5) es una vergüenza que 10 de cada 100 peruanos tengan vergüenza de serlo. Ellos ni siquiera han oido hablar de Machupicchu, de Chanchán, de Chavín de Huántar, de las Líneas de Nasca, de Caral; de Grau ni de Bolognesi; de José Olaya ni de Leoncio Prado ni del Mariscal Ramón Castilla, menos de los “cholos” César Vallejo o José María Arguedas.
Respecto al numeral 3) “Aquí no se valoran capacidades ni potencialidades”, hay que detenerse a reflexionar.
Por ejemplo, el presidente Toledo no lo hizo y tomó algunos consejeros peruanos, pero también chilenos; y formó su entorno palaciego, incluyendo hasta un guardaespaldas judío.
En los canales de televisión, primero escogen a extranjeros y después, lo que sobra se los dan a los peruanos. (Por ejemplo, ¿quién es Laura Borlini, ah?)
Espero que no se tomen estos comentarios como xenófobos. Existen numerosos e invalorables extranjeros que aman al Perú como si fueran peruanos. Personalmente, tengo muchos amigos extranjeros aunque circunstancialmente más chinos y negros que gringos. Que me disculpen los gringos.