EL MUNDO, UN DÍA

Blog del Periodista Manuel Jesús Orbegozo. Este blog se mantendrá en línea como tributo a quien con su pluma forjo generaciones de periodistas desde la aulas sanmarquinas. MJO siempre presente.

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Location: Lima, Lima, Peru

Primero, recorrió todo su país en plan informativo, y luego casi todo el mundo con el mismo afán. Por lo menos, muchos de los grandes sucesos mundiales de los últimos 30 años del siglo XX (guerras, epidemias, citas cumbres, desastres, olimpiadas deportivas, etc.) fueron cubiertos por este hombre de prensa emprendedor, humanista, bajo de cuerpo pero alto de espíritu, silencioso, de vuelo rasante, como un alcatraz antes que de alturas, como un águila, por considerar que la soberbia es negativa para el espíritu humano. Trabajó en La Crónica y Expreso, y más de 30 años en el diario El Comercio como Jefe de Redacción, luego fue Director del diario oficial El Peruano y como profesor de periodismo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo sigue siendo aún después de 30 años seguidos. Esta es un apretada síntesis de la vida de un periodista hizo historia en el Perú y en muchos de quienes lo conocieron. Puede además ver su galeria fotográfica en http://mjorbe.jalbum.net Nota: MJO partio el 12 de setiembre para hacer una entrevista, la más larga de todas. MJO no se ha ido, vive en cada uno de los corazones de quienes lo conocieron.

Friday, December 31, 2004

EL SRI LANKA QUE CONOCÍ

Cuando le preguntaron a Thomas Alva Edison cuán feliz debería encontrarse por haber contribuido al bienestar del hombre con tantos inventos de su creación, el norteamericano genial respondió que no. Dijo que no se sentía plenamente feliz porque ninguno de sus inventos servían para frenar, aunque fuera en lo más mínimo, las iras de la Naturaleza.
Imposible, por ejemplo, frenar un terremoto por más mínimo que sea, un ciclòn lo más apacible que arreciara, menos aún una tempestad mínimamente pasajera.
Lo está demostrando hasta por demás el maremoto que acaba de sacudir el sudeste asiático ante cuya hecatombe el mundo se encuentro paralizado.
Según las referencias periodísticas, la rotura de una placas en el fondo del mar regional ocasionó un maremoto que de pronto convirtiò las orillas de una regiòn paradisiaca en un infierno implacable.
En varias oportunidades, recorri las zonas castigadas por la violencia de las aguas y mis apuntes coinciden en señalar que se trataba de playas y paisajes paradisíacos. Recuerdo, por ejemplo, Sri Lanka. Cuando me acercaba en las mañanas a presenciar el embarque o desembarque de las lanchas pesqueras artesanales y ver el regocijo de los pescadores en sus rostros tostados por el sol y la mansa brisa, las escenas eran de acuarela: el cielo era límpido y el mar como en taza de agua celeste sin turbulencias ni el más leve presagio de desastre. La arena amarilla y menuda era levemente lamida por las olas mientras las palmeras se balanceaban ante el impulso de vientos imperceptibles.
Alguna vez llegué a visitar ciudades pacíficas parecidas al Eden como que estaban gobernadas por estatuas de Buda u otros dioses de los ceilandeses. Recuerdo que había un Buda dormido en piedra y otro, gigantesco de cemento armado, que hasta entonces creía que era el más grande del mundo.
Toda la regiòn era hermosa, Malasia e Indonesia; las playas de Tailandia parecían haber sido hechas por Dios para el recreo y el turismo. De Europa, del Japón y de otros países de todo el mundo llegaban miles de turistas hombres y mujeres a gozar del paisaje y del clima.
Nunca me imaginé ni por un instante que en las entrañas de la Tierra, la Naturaleza convertida en demonio andaba preparando una terrible jugada: una mañana moviò apenas una placa en el fondo marino y las ciudades y los hombres, como en gigantescos tableros de ajedrez, se desbarataron incontenibles en la superficie.
Las escenas que el satélite transmitiò de inmediato fueron aterradoras, las siguen siendo, porque cada vez uno se apercibe de la incontenible furia de la Naturaleza. Miles de personas que esa mañana, ajenas al desastre realizaban sus quehaceres cotidianos, no presumían jamás que estaban viviendo los ultimos instantes de sus vidas. La Muerte no respeta nada, los viejos y los niños han sido sus piezas preferidas.
Ojo: El Perú también está situado en una zona todavía inestable. Los geólogos le llaman las Plazas de Nasca y, por lo tanto, sobre nuestras cabezas pende un desastre que ojalá no sea jamás ni lejanamente tan devastador como el de Sri Lanka.
El hombre continua inventando. Todos los días aparece uno y otro nuevo invento. Pero, como decía Edison, nada que sirva para frenar las iras de la Naturaleza. Nada nos puede salvar de una catástrofe natural por mínima que sea. No obstante, el hombre no deja de ser soberbio o altanero; muchos de nosotros nos consideramos los reyes del mundo.
De pronto viene Dios o la Naturaleza y de un solo manotazo nos hace ver que debemos ser más humildes porque en la vida, según el Eclesiastés, todo es vanidad de vanidades y solo vanidad.

Monday, December 27, 2004

Cuentos de Periódico

ALEXANDER, EL RUSO

Estoy muy confundido porque no encuentro la manera de compaginar mi desconcierto. Pese a que hay un ápice de lógica entre lo que acabo de leer en el periódico y lo que me ocurre esta mañana, todavía lo considero absurdo.
No obstante, no intento despertarlo. Llegó anoche en un vuelo directo, Río de Janeiro-Lima; son ya las 11 de la mañana y él duerme reposando la cabeza sobre un raído maletín de cuero negro a manera de almohada, tapándose la cara como para ignorar una pesadilla, hecho un ovillo fetal en el sofá-cama improvisado que le armé en mi consultorio para que restañara su cansancio.
Lo observé, anoche, como cuando trato de diagnosticar un mal de hígado a través del color de la piel y las facciones. Me pareció muy acabado, como si en estos últimos años la vida lo hubiera acribillado. Lo conocí cuando parecía disfrutar de unos 40 años de edad, más 27 que lo he dejado de ver, son 67 años, que no son tantos como para tener esas enormes bolsas de cartero bajo los ojos ni esa cara tasajeada de canto a canto por la ruina.
Era una sorpresa dramática porque 27 años atrás, el ruso Alexander Prokiakov era un alegre vendedor de joyas dudosas en Río y maestro de idiomas a domicilio. Lo conocí en una esquina de Rua do Catete en una esplendorosa mañana de carnaval de la década del 50, cuando esas fiestas no eran tan conscupiscentes como ahora. Corrían, claro, las escolas do samba como ríos eróticos por todas las calles de la ciudad, inundando todos los rincones sombríos con su alegrìa despiada, pero nunca vimos a muchachas quinceañeras masturbándose como ahora al compás de un bayao de ritmo africano o al ritmo de un furibundo samba de diablos.
A pesar de su cansancio y lo alto de la hora, el ruso me dio tiempo para preguntarle cómo le había ido en estos últimos años.
Prokiakov me contó en portugués perfecto aunque con inconfundible acento eslavo, que todo le salió bien y sólo se conturbó hasta quedarse mudo cuando recordó a Madame Olga, su mujer. Ella había muerto en estos últimos meses, tácitamente ahogada en un mar de lágrimas luego de que la URSS empezara a descompaginarse tras la caída de Gorbachov. Madame Olga era una comunista rabiosa, stalinista convicta y confesa y no había podido soportar esa jugada que, a pesar de sus correctos análisis marxistas, no sabía si era una consecuencia lúcida de la historia o una estúpida maniobra de la CIA. Le fastidiaba que los únicos ganadores en este río revuelto de sucesos, fueran los pescadores imperialistas.
En los tiempos en que conocí a los Prokiakov vivían, como viven todos los inmigrantes forzosos, en un departamento muy simple, con la cara al mar de Botafogo, justamente donde arranca la bahía. Solía asomarme a una de sus ventanas y mirar desde allí el panorama de postal formado por Pan de Azúcar, una hermosa metáfora carioca. El cerrito de ese nombre, parecía la punta de un pan de azúcar que todos los días se disolvía lentamente en la gran taza del mar para endulzar el paisaje.
En los días que me dejaba libre la exigente cátedra del célebre cirujano Joao Pitulaga, la familia Prokiakov me invitaba a comer en su casa: camarones saltados, coles remojadas en un vinagre muy rudo, y caviar que nunca dejaba de comprar Alexander en las tiendas importadoras de la Avenida Atlántida sin que jamás supiera de qué maña se valía Alexander para comprar caviar ruso legítimo que era tan caro en Río. Después de los almuerzos o comidas opíparas bebíamos vodka; bebían ellos, porque yo les había advertido que era abstemio; yo bebía guaraná, esa exquisita gaseosa carioca.
Un día, Prokiakov me hizo conocer un poco más los vericuetos de su vida pasada muchos de cuyos tramos intuí muy tormentosos; me confesó que no era ruso sino polaco, nacionalizado brasileño y que estuvo preso, once años, en un campo de concentración siberiana. Después de un tiempo aprendí a creerle todo porque además, tenía documentación exahustiva y en las piernas, hasta dos heridas selladas de combatiente, cuyas cicatrices me ofrecí a borrarlas gratuitamente con el bisturí. Hablaba 9 idiomas, así que en cualquiera que empleara para contarme retazos de su vida, le entendía perfectamente, porque lo sentía sincero; la sinceridad es el idioma más fácil para entenderse en cualquier lugar de la tierra.
Prokiakov fue ganando mi confianza o yo era el que iba ganado la suya a tal punto que una noche me declaró que tenía documentación verídica de los días infames de Siberia, de los prisioneros y de los esbirros que se divertían flagelándolos en los campos de concentración.
Resulta que Prokiakov era pintor egresado de una Academia de Arte de su ciudad natal, junto con muchos pintores, dos de los cuales triunfaron en Europa como discípulos de Mondrián, a quien Prokiakov o mejor dicho, la esposa de Prokiakov, destestaba por burgués. El joven ruso de entonces, arrastrado por la resaca de la guerra tuvo que abandonar el arte de la pintura y cambiar los pinceles por el fusil.
Tomado prisionero, ni siquiera en una batalla célebre sino en una escaramuza ridícula en los alrededores de Stalingrado un poco antes de que capitulara Von Paulus, fue llevado en un tren miserable atestado de cadáveres que tosían sangre y después de 11 días de viaje, como al infierno, lo arrojaron confinado para siempre en una mazmorra de Siberia.
Allí pasó el primer año entre la desesperación y la locura, hasta que al entrar al segundo año de prisión, una luz de milagro alumbró la oscuridad de su vida: dibujar las escenas del sufrimiento de los prisioneros de guerra, en las colillas de cigarrillo que arrojaban los magros fumadores y que él podría rescatar aún de entre la nieve.
Como si se tratara del mejor tesoro de su vida, Prokiakov me mostró enternecido las colillas y me explicó el significado de cada dibujo. No había nada qué explicar porque los dibujos eran muy realistas. Se veía a torpes camaradas stalinianos castigando a los prisioneros, tratando de que ejecutaran obras imposibles o recibiendo latigazos sobre las espaldas desnudas o simplemente agonizando sobre la nieve como escuálidos perros sin dueño.
Lo bueno de los dibujos era que Prokiakov logró captar el ambiente, el espíritu del sórdido mundo siberiano, el dolor de los prisioneros políticos más que prisioneros de guerra, cuyos destinos manejaba el sanguinario Stalin, contra las opiniones de madame Prokiakov que se identificaba stalinista rabiosa.
Las colillas, según declaración intempestiva de Prokiakov, eran consideradas secreto militar, político y estratégico y costaban una fortuna. Me regaló dos de esas colillas una de las cuales, sin perdón de Dios, tiré alguna vez a la basura y la otra la entregué, a instancias de Prokiakov, a Vinicius de Morais, íntimo amigo mío y alto funcionario de Itamaratí con quien el ruso pretendía intimar; y cuando Prokiakov estuvo a punto de desatar el nudo de su historia y dejar al descubierto todos sus secretos, regresé al Perú a una orden desprevenida, forzándome inclusive a cancelar mi curso de cirugía plástica con el famoso profesor Pitulaga.

No volví a saber más de los Prokiakov hasta que 27 años después, Alexander, como digo, llegó anoche de improviso a mi casa y esta mañana, al abrir el periódico, en la página internacional leo con inmensa sorpresas que “el espía ruso Alexander Prokiakov ha desaparecido de Río junto con sus dibujos de Siberia en colillas de cigarrillos y otros secretos estratégicos. La INTERPOL lo busca afanosamente; se supone que ha escapado del país con pasaporte falso, etc”.

Ahora, no sé si despertarlo para que me cuente la verdad de lo que ocurre o antes, denunciarlo a la policía, como sería de ley.

Sunday, December 26, 2004

VALLEJO PERIODISTA

(César Vallejo,nacido en Santiaago de Chuco, PERU, es uno de los poetas más extraordinarios de la lengua castellana. El fue también un gran periodista. MJO).


La poesía de César Vallejo ocupa casi todo el espectro de su creación intelectual, de manera que lo correspondiente al aspecto periodístico no ha sido debidamente estudiado aún. No es trata de referencias a su prosa, que es distinto, puesto que mucho de su producción relacionada con esta especie linda con la poesía y por lo tanto, es considerada prosa-poética.
Me refiero, en cambio, a su trabajo como información o comunicación de hechos o acontecimientos sociales o políticos, a su tarea de hombre de prensa o de periódico. En este sentido, mi opinión es que falta estudiar más a Vallejo, tal como lo voy a insinuar, aunque apenas como una pálida fórmula o derrotero para quien emprenda tan necesaria aventura intelectual.
No es que no se hayan publicado algunos ensayos o referencias, así como recopilado sus artículos publicados en diarios y revistas del país y del extranjero, -como la realizada con pugnacidad por el doctor Jorge Puccinelli, acaso la más completa recopilación- ;el asunto consiste en que no se le ha estudiado técnicamente como periodista.
Hace algunos años, en un artículo titulado Vallejo Periodista, publicado en el Suplemento Dominical de "El Comercio", afirmé, en términos generales, que los escritos de Vallejo, ya sean poéticos o en prosa, llevan el sello de una fuerza expresiva muy singular, propia de la genialidad creadora de un hombre que vivió su vida y su obra empujado por un extraordinario hálito vital proveniente de la estirpe humana, pero raramente universal.
Vallejo escribió, en especial, durante su vida en Europa. Todos sus artículos son paradigmáticos, constituyen ejemplos en forma y fondo. Vallejo practicó un periodismo veraz, honesto, fecundo, no agorero sino profético. Vallejo fue un técnico admirable, innovador estilístico, pero sobre todo, ético y humano. De nada le habría valido escribir genialmente si hubiera descuidado estos dos valores, casi proscritos en la sociedad actual; ética y humanística ausentes en todos los niveles de la vida social contemporánea.

Sabemos que César Vallejo no tuvo tiempo de ejercer el periodismo como carrera. Su trabajo poético y el drama de su vida lo subsumieron no en una situación de desencanto, sino de peruana y europea agonías. Su vida demasiado breve y trágica no le permitió ejercer el periodismo en una sala de redacción, profesionalmente, como sucedió con otros intelectuales de su tiempo, como José Carlos Mariátegui y César Falcón (tiempos heroicos de La Razón), o Abraham Valdelomar a quien llamó epígono de su generación, en Lima; y Alcides Spelucín y José Eulogio Garrido, en Trujillo, entre otros.
Sin embargo, lo que nos dejó basta y sobra para informarnos sobre sus condiciones de periodista o comunicador social enjundioso y brillante. Sus artículos publicados en las revistas Variedades y Mundial, y el diario El Comercio capitalinos, y el diario El Norte provinciano, colman cualquier apetencia periodística investigativa y exigencia técnica o axiológica.
En la escala de especies periodísticas escribió pocas entrevistas, pero muchos reportajes y grandes reportajes; pocas crónicas, pero muchísimos artículos, todos elegantes y excepcionalmente didácticos. El fue, en realidad, un articulista pragmático, aunque todo lo que publicó, en síntesis, revela a un acucioso observador de la vida, del hombre, del mundo, de su circunstancia y de su tiempo. Su obra en prosa periodística sirvió, además, de yunque para forjar su ideología marxista y mostrar sus grandes, sus "ubérrimas" ganas de vivir para ponerse sola y exclusivamente al servicio del hombre.

En este oficio, Vallejo demostró gran facilidad para describir tanto como para narrar que son los cimientos sobre los que se construye todo texto periodístico. En lo que corresponde al periodismo interpretativo, -que ocupa toda su producción textual a diferencia de lo que ocurre actualmente-, es un tejido adornado con tropos literarios de las más variadas índoles: comparaciones, imágenes, metonimias, metáforas, anáforas, etc., producto de su sensibilidad estética, humanismo, y madurez intelectual.
El periodismo de Vallejo no es pedestre, es ilustre. No es un ápice insultativo, es magnánimo, en cambio. Es duro en sus calificaciones, pero responsable de lo que escribe; sus afirmaciones son sutiles y del peso de una pluma; tienen, sin embargo, la contundencia asertiva de una catedral

Además, como ha sido señalado por los lingüistas y estudiosos de su poemática, Vallejo pertenece al escaso número de intelectuales que sintió la carencia de léxico para exteriorizar sus ideas, sus sentimientos, o matizar sus modos expresivos no solamente en lo que respecta a lo poético y a lo prosaico, como se ha dicho tanto, sino también a lo periodístico.
Al momento de escribir, Vallejo se daba cuenta de la falta de términos o palabras que tuvieran el sentido, la tonalidad que precisaba para comunicarse. No era suficiente lo que tenía a la mano, a menudo necesitaba nuevos términos que lo satisficieran emocionalmente. Entonces, ideaba códigos o desenterraba voces que a la generalidad podrían parecer arcaicos, pero que para él los desentierros cumplían una función de vasos comunicantes mucho más eficaz.

En Paris, luego de asistir a una exposición del famoso pintor Paul Cèzanne, escribe un agudo comentario periodístico sobre el hecho y aprovecha para hacer la siguiente mención quejumbrosa, aunque solemne:
"Cèzanne, -dice Vallejo- con ser Cèzanne, aún a los treinta años se dolía hombremente (otra cosa es decir humanamente) de haber visto rechazados del Salón, dos de sus mayores cuadros de todos los tiempos: "Aprez midi a Napoles" y "Femme a la pace·".
Así lo consigna Vallejo, exactamente así, lo cual nos permite percibir la carencia lingüística que sufría para calzar su intento expresivo, tal como podría señalarse perentoriamente de la siguiente manera: La mención de "otra cosa es decir humanamente" colocada por el mismo Vallejo entre paréntesis y dentro de la misma frase, indica que para él existía una carencia expresiva, porque como se puede observar, hay una diferencia marcada entre los adverbios humanamente y hombremente; hay una diferencia aún audible entre el primero y el segundo término.
Desde el punto de vista de la lexicología castellana, este último adverbio no existe. Lo único que existe en el Diccionario de la Lengua son once variaciones relacionadas con el término humano, incluyendo al adverbio humanamente; y diez, relacionadas con el término hombre, aunque sin incluir hombremente, el adverbio vallejiano. Observamos que ninguno de los veintitantos términos lexicales para este caso le servían de nada a Vallejo.
Y sorprende el término hombremente porque las reglas del juego gramatical no aceptan que un sustantivo pueda ser convertido en adverbio sólo agregándole la partícula mente. De piedra, no se puede formar piedramente, ni de puerta, puertamente. Un adjetivo sí puede convertirse en adverbio, como de bueno, buenamente; o de ciego, ciegamente, etc., por lo tanto, resulta imposible convertir a un sustantivo, como hombre, en un adverbio, como hombremente. Para Vallejo, la antigramática era posible.
Porque nadie negará que entre los dos adverbios, el legítimo y el suplantado existe una diferencia semántica de ingente riqueza nocional y emocional, tanto que podríamos extenderle partida de nacimiento, como término de necesidad social absoluta.
Humanamente, es un adverbio natural, sin drama; engloba a toda la humanidad y a todos los actos que realizan sus hombres y mujeres, todo lo común o circunstancial que nos es inherente. Humanamente se nace, se vive, se sueña y se muere.
Pero, otro es el problema de la realización de dichos actos; que la realice -vale la redundancia- el hombre y no la mujer, el hombre a cuyo concepto académico se une el de hombría u hombredad, con lo cual adquiere un valor lexicológico de mucho más quilates o tonalidades; constituye la nota de una partitura señera. El Diccionario, en su segunda acepción, une hombría -tomando al hombre como género-, lo une a exhibir cualidades específicas de entereza y valor. Que todos los hombres lloremos, es humano; pero que un hombre como género en particular llore, -aunque la actitud tampoco es sobrehumana-, de todos modos, no pretende una significación sexista sino otra representación, adquiere una resonancia desconocida.
El adverbio hombremente, -la unión del sustantivo hombre y la partícula mente inventado o empleado por Vallejo en su prosa informativa-, alcanza, pues, otra altura, otro cielo; es fuerte, trágica, triste, denota la soledad del hombre en el universo, su angustia existencial. Ver que mi padre se duele o llora hombremente ante la pérdida de su trabajo, ha de lacerarme muchísimo, pero muchísimo más que si mi mismo padre se doliera o llorara solo humanamente ante el cadáver de mi vecino. En el primer caso el dramatismo adquiere una connotación de mayor sentimentalidad y grandeza. En el caso segundo solo expresa una cierta expresión coloquial, connatural al género humano.
Vallejo empleó hombremente en esa crónica periodística, aunque también en poesía une nada y mente y conforma el adverbio nadamente, como aparece en el poema Trilce LXV: "flotáis nadamente detrás de aquesa membrana que/ pendula del cenit al nadir...". ¿Que grado de metafísica o extralingüística ensaya Vallejo al inventar estos términos?. ¿Hasta dónde pretende demostrarnos que esos adverbios constituyen otro mundo de la sensibilidad humana?. ¿Hasta dónde es que faltan términos en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua?
Cuando su amigo Abraham Valdelomar muere en 1919, Vallejo contó que "Llorando, sin embargo, atravieso el jirón por donde caminé tantas veces con Abraham y sobrecogido de angustia y desesperación llego a mi casa y me echo a escribir precipitadamente y como loco estas líneas".
También lloró en 1918, cuando leyó las últimas obras de El Conde de Lemos, según relata el mismo, pero nunca sabremos cuándo lloró humanamente o cuándo su dolor sobrepasó las lindes de lo humano y lo llevó a llorar hombremente.
Este es, pues, el Vallejo que para expresar sus sentimientos poética o prosaicamente se encuentra con que la lengua castellana no le provee del léxico que precisa. Para dar rienda suelta a su experiencia humana, no encuentra términos apropiados con qué describir una naturaleza humanamente sentida, pero inhumanamente desconocida por los lexicólogos de la Lengua Castellana, por otro lado, inhabilitados para inventar nada. Por eso, Vallejo inventa los términos que denoten sus experiencias o vivencias existenciales.

En su prosa periodística, como en su poesía, Vallejo emplea adjetivos, muchos de los cuales alcanzan la categoría de epítetos o cobran singularidades tonales o semánticas únicas. Hay que advertir que esto sucede más comúnmente en sus primeros escritos periodísticos modernistas y acaso, hechos "pour epater les buorgois", como lo sugiere Jorge Puccinelli en su prefacio a la heroica recopilación escritural de Vallejo "DESDE EUROPA".
Creo que, por ejemplo, cuando califica al café de funéreo, funéreo café, emplea un adjetivo de mortaja, de difunto, de funeral, de presencia depresiva. A nadie se le había ocurrido inventar el adjetivo funéreo para bautizar a una bebida naturalmente alegre, codiciada y a menudo, agradable. A nadie se le ocurrió antes aliar el color del café a una noche de funerales, de lamentos, de cercanías a un cadáver. En todos los velorios y muy especialmente en las oscuras noches de los pueblos andinos en las que se despide a los muertos, nunca se deja de tomar café. Sólo la experiencia y la sensibilidad telúrica de Vallejo pudieron bautizar al café con un adjetivo no unido a una bebida que se sirve en un deleitoso descanso de vida, sino en una noche de dolorosa muerte.

Tal vez esto de la adjetivación corresponde a la disciplina periodística de la precisión que para Vallejo era obsesiva. Así lo declaró cuando el periodista español César Gonzáles Ruano, lo entrevistó en Madrid, enero de 1931, años después de su llegada a Europa.
Allí, entre Pablo Abril de Vivero, Vallejo y Ruano, se suscitó una reflexión en este periodista que lo expresó así: "Veo por de pronto, amigo Vallejo, algo importantísimo en un poeta y sin cuya condición no me interesa ni los poetas ni los periodistas ni las locomotoras: la precisa adjetivación: "flojo coñac".
Vallejo le había confesado a Ruano: "La precisión me interesa hasta la obsesión. Si Ud. me preguntara cuál es mi mayor aspiración en estos momentos no podría decirle más que eso: la eliminación de toda palabra de existencia accesoria. La expresión pura, que hoy mejor que nunca habría que buscarla con sustantivos y en los verbos...! ya que no se puede renunciar a las palabras!."
El periodista Ruano exalta aquí la confesión de Vallejo, luego de escuchar a Abril de Vivero recitar en la tertulia, los versos melancólicos de:

"Ahora que me asfixia Bizancio y que dormita
la sangre como flojo cognac, dentro de mí....

"Flojo" coñac, por otro lado, resulta un excelente adjetivo para la imagen poética de Vallejo al comparar la sangre con el cognac, una bebida espirituosa, cuyo uso era -y no sé si lo seguirá siendo-, de necesidad vital para aplacar el frío cuando el boom de la minería y el transporte en mulas por las jalcas serranas de La Libertad y aún en los hogares de la más modesta burguesía, era de imperio. El cognac, de la más rancia estirpe francesa tiene mucho de parecido a la sangre, aunque el licor que se desplazaba por las venas de Vallejo era un cognac flojo, un licor aligerado, un agua-chirle -como se diría en el idiolecto santiaguino-; que no tiene vigor o está mal atado o es tardo en las operaciones, tal lo registra el Diccionario de la Lengua. Esto evidencia una vez más que cuando Vallejo escribía, o tenía intuitivamente la precisión o la buscaba para no enervar su poesía o su prosa.

Porque para los periodistas, repito, la precisión es uno de los principales componentes de nuestro código textual. Nuestro programa técnico impone otras características, como la claridad, la concisión, la brevedad, etc., pero, la precisión es fundamental. Vallejo, en este sentido, es un ejemplo de periodista preciosista porque es preciso, además que, innovador, creador del cielo y de la tierra aunque esa sea ya parte de su genialidad.
Muchos periodistas tenemos miedo de calificar a nuestros sustantivos con adjetivos que puedan resultar no sólo insólitos sino incomprensivos. Pero, Vallejo parece tenía otra percepción del fenómeno comunicativo. Para él, lo más importante era satisfacer sus deseos de informar sus sentimientos, de dar a conocer la conciencia que tenía de las cosas por medio de la palabra: yo quiero decir esto, decir lo que yo siento, lo que yo preciso, -el yo mayestático- y Vallejo lo hacía. El quería comunicar tal cosa con tales términos y escribía tal cosa con tales términos, algunos de los cuales, formalmente, nos podrían parecer ahora aun crípticos.

Debemos recordar aquí que la preceptiva periodística señala que hay una clase de crónica a la que se le llama "interpretativa" porque constituye una relación subjetiva de los hechos, un enjuiciamiento personal del acontecimiento o de la realidad, aunque no una opinión; una crónica con visos de lo que profesionalmente se llama "agilidad periodística". Todas las crónicas de Vallejo son ágilmente interpretativas.
El dispone, además, de una natural "expresividad estilística" que, según el maestro español Luis Núñez Ladevéze, "está ligada a la habilidad para construir imágenes y combinar registros para expresar ideas, evocar ambientes y suscitar emociones". Parece que ésta fuera la estrategia extralingüística de Vallejo: el impresionismo para denotar su desgarramiento existencial y alertar así o mantener despiertos a sus lectores o feligreses, más propiamente dichos.

No hay que olvidar tampoco que Vallejo, desde cuando arriba a Europa, se apercibe de que la finalidad del lenguaje debe ser cognoscitivo, mostrar la realidad social desde los fondos con intenciones de conocimiento. Este descubrimiento lo asombra; para él es un horizonte renovado. Lee a Joseph Conrad y se asombra; un terremoto interior lo remece. De él capta lo que podría convertirse en el leit motiv más inmediato de su vida: "Dadme la palabra justa y el acento justo y moveré el mundo", dice Conrad.
Entonces, Vallejo con su verbo, como Arquímedes con su palanca, pretende mover el mundo, más que nada, intencional y emocionalmente, hacia la humanización. Todo su trabajo, a partir de ahora, estará aún más encuadrado en una recia filosofía de vida y de obra, como periodista y como hombre; en fondo y forma cambios humanísticos más acendrados y formidables.

Cuando critica a nuestra idiosincrasia social como anómala o derrotista, Vallejo dice: "Nos volvemos pesimistas estériles, ciudadanos malvados, corazones dispépticos y riñones diputados". Corazones dispépticos o sea, de digestión palpitativa imperfecta o mejor aún, inservibles por reflejo; y riñones diputados. Nada mejor que los riñones, -qué tales riñones de los señores diputados de ayer y de hoy-, funcionando como máquinas filtrantes de argucias aguachentas o tratando de convertirlas en jugos vitales, aunque interesados; en la práctica, inútiles de toda inutilidad, que es lo que posiblemente Vallejo buscaba y consideraba necesaria para su adjetivación esplendentemente irónica.
Habla de obesidad ambiente, o ambiente obeso, en referencia al espectáculo pseudo intelectual que presentaba Lima en la segunda década del siglo XX, -según Vallejo- y no muy diferente al ambiente de hoy, lleno de egolatrías, de círculos viciosos, de argollas, de prejuicios y de vacías testas. Nada más espectacular que retratar a ese ambiente como obeso, antipoético, repleto de flatulencias o de grasas; y de cabezas clavas.
En la misma entrevista a Valdelomar, cuando éste le refiere a Vallejo sobre una de sus obras en preparación relacionadas con la ley del ritmo que gobierna al universo, el periodista Vallejo vuelve a inventar otro término que le sirve para compendiar su idea de orquesta y de ritmo o tonalidad; inventa un adjetivo preciso: orquestónica. Vallejo habla de la naturaleza orquestónica del ritmo.
Como se podrá apreciar el término no forma parte de nuestro léxico. Es necesario señalar que la Naturaleza vive a un ritmo que se concatena, que no anda suelto; una secuencia que no camina en desbandada sino que está orquestada; ritmos que palpitan por su cuenta, como armonizados en una orquesta. Entonces, inventa ese adjetivo cuya síntesis lo satisface a plenitud, y también, innegablemente, a nosotros.

Al describir a Ventura García Calderón, el periodista Vallejo lo señala así: "Ventura grandiánimo y frutal, deja caer su ayuda y sonríe noblemente". Se supone que Vallejo también ha unido el adjetivo grande al sustantivo ánimo para formar otra palabra novedosa: "grandiánimo".
En el Diccionario de la Lengua no existe este término, aunque sí otro parecido, el de "grandánime" que indica tener grandeza de ánimo. ¿Vallejo quiso decir lo mismo e ignoraba este registro, o lo que quiso decir de García Calderón era solamente que tenía mucho ánimo, disponía de un gran ánimo o ánimo grande o estaba muy animoso?. Porque, como se puede comprobar, los dos términos tienen distinto significado. Grandánime, incluso, delata una prosopopeya más distintiva.
En lo que respecta a la calificación de "frutal", este es un adjetivo conocido pero novedoso e insólito cuando Vallejo lo emplea para dibujar a una persona. Frutal merece una lectura no denotativa sino connotativa. ¿La personalidad de Ventura era apetecible como una manzana o una naranja? ¿O su edad cronológica o intelectual alcanzaba la sabia madurez de una fruta?. ¿Qué quiso decir Vallejo al describir a García Calderón grandiánimo y frutal?. Los periodistas de ahora, aparte de no describir así estilísticamente ¿sabemos, acaso, conformar una metáfora quitándole a la comparación el adverbio como interpuesto entre el sustantivo y los adjetivos que lo califican?. Fácil será comparar en este caso, la imagen poética propuesta por Vallejo cuando dice: ¿Qué estará haciendo a esta hora/mi andina y dulce Rita de junco y capulí?, y aprender. Vallejo ya no precisa de explicarla porque nosotros la entendemos y nos regocijamos en nuestro corazón más que en nuestra mente, pues, se trata de Rita "con su talle como de junco" y "su color como de capulí"

En función de lo preciso, Vallejo, en un artículo publicado en 1924, referido a la última generación de la Literatura Peruana, afirma que: "Junto a Valdelomar surge también Percy Gibson, bello vegetal lírico, en cuya obra se maridan triunfalmente la salud de pan bueno del Archipreste de Hita y el humorismo inglés de sus ancestros".
Aparte de la alta calidad formal modernista e intelectualizada de este párrafo, Vallejo dice que ambos autores se maridan, o sea, una forma de mayor exactitud expresiva que sus sinónimos: se juntan, se unen, se alían, se alinean, se parecen, etc. Maridar es, según el Diccionario de la Lengua, unirse en matrimonio; pero, en sentido figurado, significa unirse o enlazarse. Para Vallejo, los valores intelectuales Valdelomar y Gibson no sólo se unen adjetiva sino sustantivamente, sus valores literarios se machihembran o se casan, tales marido y mujer. Los periodistas, en general, no nos esforzamos por encontrar el verbo, el adjetivo, la palabra, el término preciso, más preciso, para expresarnos; casi siempre empleamos lo primero que se nos ocurre.
Vallejo, en situación parecida, escribe que "Toño Salazar, el gran artista centroamericano, que tiende a hombrearse con Bagaría en lo del caricato, etc.", emplea el verbo "hombrear" porque es de mucha mayor significación que sus sinónimos. Por ejemplo, "compararse", "igualarse", objetivamente son mucho más débiles que ponerse hombro a hombro, hombrearse.
También en TRILCE, el solitario poema publicado en la revista Alfar (Paris) y exhibido en Montevideo (Uruguay), como un ícono o una pieza de museo, inédita e irrepetible, Vallejo dice: Más el lugar que yo me sé/en este mundo nada menos/hombreado va con los reversos". Aquí, el lugar que él se sabe, poéticamente, también va hombro a hombro con los reversos.

En lo que respecta al comportamiento deontológico, cuando habla de los diplomáticos de viejo cuño, el periodista Vallejo alaba al paso a los jóvenes, con ágiles crayones descriptivos: "Como se comprenderá -dice- estos diplomáticos de nuevo estilo carecen de la notoriedad de similor de los otros. La recepción brillante, el hábil discurso, la levita irreprochable, el lujoso carruaje de tres aurigas y cinco alazanes, -todo aquello que vocea ante las multitudes al histrión del protocolo- caracterizan justamente al diplomático clásico. Dentro del espíritu protocolar clásico, el destino permanentemente de los pueblos depende del pulquérrimo nudo de una corbata o, a lo sumo, de la astuta declinación de un verbo".
Este preámbulo es parte de una entrevista realizada por Vallejo a un diplomático peruano en Madrid, lo cual lo preocupa hondamente por el lirismo apologético empleado. Le confiesa a Pablo Abril de Vivero. "He pensado mucho en este artículo y me parece que él lleva cierto ribete oscuro de ambigüedad moral, que no está de acuerdo con mi manera de ser. He pensado mucho en esto y me disgustaría que se publique ese artículo". Tal su responsabilidad, autocrítica y honestidad periodísticas respecto a dicha entrevista. (Entrevista y no "artículo" como él lo llama, y mejor publicara que publique, sic, aunque ahora, académicamente, un americanismo consentido).
Una semana después vuelve a escribirle a su amigo Pablo para decirle si debe o no debe publicar la entrevista. Finalmente, se publica en Lima (Variedades, 30.7.27), aunque "los malvados paisanos dirán que he sido pagado para escribir o que el Gobierno me tiene asalariado. Pero, usted sabe –se duele ante su amigo Pablo- que no es así. Y tal es mi destino. Mientras otros venden sus estupideces, yo sólo cargo con el ·"se dice" sin sacar de ello un pan siquiera. Está muy bien. Cada cual debe seguir su vida, unos a la derecha y otros a la izquierda y otros al centro. Así es la vida", se conduele Vallejo, luego de retratar su ámbito que no ha cambiado mucho, porque hoy, todavía hay quienes vendemos mucha estupidez.

Vallejo no empleó nunca la interlínea ni el sesgo. Fue un periodista responsable que emitió sus opiniones en lo político y artístico, etc., sin cortapisas. Fue irónico, fue tajante, inflexible en sus convicciones. Es preciso insistir, sin embargo, que Vallejo ejerció el autocontrol para no emitir juicios peligrosos, ambiguos o maledicientes. Fue exageradamente pulcro.
Vallejo pone en evidencia, una vez más, su honestidad profesional y su respeto a la técnica periodística y al fondo de lo que escribe cuando el 7 de mayo de 1927, la revista Variedades de Lima publica su artículo "Contra el Secreto Profesional" relacionado con la producción literaria de intelectuales latinoamericanos, como Neruda, Borges o Chocano, y el anuncio de la publicación de un libro de su amigo Pablo Abril de Vivero.
Vallejo descarga sus baterías contra toda la cáscara que envuelve a los creadores de entonces, pero lo más saltante de todo es que, luego de enviado el artículo desde Paris a Lima, encuentra que no está escrito correctamente ni en forma ni en fondo. Entonces, corrige afiebrado, corrige, corrige y el artículo reescrito lo envía a Repertorio Americano de San José de Cosa Rica donde aparece el 13 de agosto de 1927, tres meses después de publicado en Lima.
¿Cuál es la magnitud de este episodio?. Vallejo realiza lo que según se puede encuestar, ningún periodista, en ninguna oportunidad ni en ningún lugar del mundo, -como he escrito alguna vez- ha realizado: corregir un artículo publicado para volverlo a publicar, ahora sí, oleado y sacramentado. Después de leer y releer "Contra el Secreto Profesional", Vallejo le hace 38 sustituciones, 16 supresiones y 12 agregados, además de colocar o quitar algunas comas y puntos aparte o seguidos; un exagerado respeto a la profesión, a sí mismo y a los demás. A través de este tasajeo se puede observar la delicadeza del autor, su responsabilidad, su cálculo político, su sindéresis, su perfeccionismo, su tratamiento del contexto, su humildad. Suprime la frase "Levanto mi voz", porque tiene que haberse preguntado, ¿quién soy yo para levantar mi voz?. Los periodistas actuales somos soberbios. Decimos sin escrúpulos: "yo soy el rey y ¿qué hay?".

Hace 75 años, Vallejo vislumbraba para la sociedad mundial, un estado de cosas miserable donde la cantidad se impondría a la calidad, la pulcritud a la suciedad, el orden al desmadre. Tal sucedía, entonces. Vallejo escribió con hálito de profecía: "Se busca la cantidad, mayor o menor para todas las cantidades de medida. La calidad de los actos queda, de este modo, completamente fuera de la vida, o si ella entra para algo, es siempre para medirla por el sistema métrico decimal. En el box, un recto es mejor que otro, en el sentido en que hizo inclinar un adarme, en favor del majador, la balanza de la pelea. En el criterio de récord, hasta la gracia, cuando la hay, es apreciada cuantitativamente".
En efecto, hoy, el mercado de la información dispone de un argumento llamado rating, por ejemplo, para conseguir más televidentes, y también tiene argucias para ganar más oyentes o más lectores a como dé lugar, no importa que sea basado en chismes, injurias, violaciones a la intimidad, ampayes, o pus antes que colirio, nalgas antes que sesos, burdel antes que justicia social.

Finalmente, se debe señalar que César Vallejo periodista nos dejó una enseñanza ética que muchos de nosotros profesionales o no, debemos aprender y concienzar como norma de vida para contravenir a quienes pretenden imponernos los códigos contemporáneos de una conducta ruin.
Tomando como guía una frase de Antenor Orrego sobre que "La vida, como match, es una desvitalización de la vida", Vallejo afirmó que, en efecto, la vida como "Pulpa moral del match es la esclavitud y el amujeramiento. Yo no vivo -expresó Vallejo- comparándome a nadie ni para vencer a nadie y ni siquiera para sobrepugnar a nadie. Yo vivo solidarizándome y, a lo sumo, refiriéndome concéntricamente a los demás, pero no rivalizando con ellos. No busco batir ningún récord. Yo busco en mí el triunfo, libre, universal, de la vida. No busco batir el récord del hombre sobre el hombre, sino la superación, centrípeta y centrífuga de la vida".

Eso dijo César Vallejo, el poeta, el escritor, el antihéroe del periodista de hoy. Eso lo dijo hombremente, César Vallejo, el peruano inmortal.

Saturday, December 25, 2004

¡NAVIDAD, NAVIDAD, DULCE NAVIDAD

(Crónica del día)

En la noche de Navidad, el mundo cristiano celebra el nacimiento de Jesús. Inútil pretender exhimirse del acontecimiento.
Mientras llegan las doce de la noche, hora de la celebraciòn, recorro brevemente la ciudad.
Para empezar, en ninguna otra ciudad del mundo que no sea Lima-, he visto a niños y niñas muy pobres todos, haciendo malabares cuando la luz roja de los semáforos detiene el tránsito vehìcular.
Algunos, con pelotitas de jebe o de celuloide ensayan juegos de manos, las lanzan al aire una tras otra sin dejarlas caer, las pasan por detrás de la cabeza, las hacen pirutear en el aire y finalmente, las detienen. Calculan exactamente dos o tres segundos antes de que cambie la luz. Entonces, se acercan a los automovilistas y les piden “una propinita, por favor”. Les den o no les den, ellos siempre dicen, “gracias, caballero”.
Otros dan saltos mortales. Son ágiles de cuerpo. Saltan en el aire y caen de pie y siguen haciendo sus piruetas sobre la cochina calle en vez de una pista de circo. A veces, trabajan en pareja, compiten, cuàl hace una maroma más difícil. Luego, como los anteriores, se acercan a pedir propina.
La mayorìa son niños, pero también hay niñas de no mas de 15 años, tal vez 12 o 13. También piruetean, por diez céntimos
Las pruebas las realizan a cualquier hora, pero especialmente cuando el tránsito se intensifica, escogen las horas punta, cuando hay más automóviles en circulaciòn.
Un poco mayores ya, trabajan en la noche con palotes encendidos o mechones. Esto es más riesgoso porque se ha visto que algunos se quemaron. Tan riesgoso, que dos o tres municipios han prohibido estas pruebas en las calles. Pero, el hambre puede más, hasta ahora, las ordenanzas no han surtido efecto, los muchachos pobres, los payasitos de a dos por medio, siguen haciendo sus piruetas para ganarse “alguito”, qué importan los alcaldes..
Ahora, veamos el comportamiento de los automovilistas.
Por ejemplo, en el cruce de Angamos con Tomás Marsano, los 4 niños que “trabajan” en una hora recogieron un promedio de 4 soles cada uno. Esto quiere decir que sobre unos 400 vehiculos que pasaron por el cruce, los conductores dieron un promedio de 10 centavos cada uno, una miseria Alguien dio un nuevo sol, pero la mayorìa dio solo evasiones, no tengo sencillo, mañana te doy, te felicito, muy bien, chau .
Hay niños famélicos que sonríen ante estas respuestas piadosas que en nada van a remediar sus necesidades. Juan Antonio Luque, de 9 años, entrenó 4 meses y cuando estuvo listo se lanzò a la pista. Nunca ha recogido más de 10 soles en un dia de 10 horas de trabajo. Tiene papá y mamá y 5 hermanos, no ha ychamba pa’¨mi viejo, viven en una barriada sin nombre, más allá de Villa el Salvador, un Pueblo Joven pujante, pero que todavía tiene enormes bolsones de miseria.
Pedro, “El tuerto”. le dicen sus amigos de esquina porque tiene un párpado caído, se quemò con una gota de agua hirviendo cuando tenía 5 años y quería él mismo ponerse su desayuno. Ahora tiene 12 y piensa que va a ser doctor. Pero, por ahora, es saltarín. Se da hasta dos saltos mortales en el aire y muy rara vez falla. Una vez lo hizo mal y estuvo una semana sentado, le dolía mucho la espalda y la pierna izquierda.
Maritza parece un muñeca de trapo mal vestida, despeinada, tiene vergüenza hablar, solo se rie cuando le hago preguntas que ella debe considerar torpezas, por ejemplo cuando le inquiero ¿qué es lo que más te preocupa en la vida?. Juega con las pelotitas de jebe en las manos sucias (de Sartre) mientras me mira con lástima.
Hay un joven con melena y blue jean desastrozo, zapatillas flamantes y camiseta roja con una leyenda en inglés, tampoco quiere decir nada. Es medio “aristócrata”. Me ve que me acerco y me rehuye. Es el que más gana, porque él juega con mechones ardientes. Los mechones suben al cielo en la oscuridad del crucero y atrae a más automovilistas. La prueba es espectacular y de alto grado de destreza. Casi nadie le niega una propina. Trabaja 4 horas por noche y gana unos 20 soles diarios. “me va bien, gracias a dios y usté”, es lo único que alcanza a decir en minúsculas y con errores de ortografía.
Son las 8 de la noche; dentro de unas horas el mundo cristiano estará celebrando el nacimiento del Niño- Jesús.
En muchos hogares ricos, y ahora, también en hogares pobres, se prepara la cena de Navidad. Los mercados populares y aquellos gigantescos pertenecientes a empresarios chilenos, estuvieron abarrotados todo el dia, millones de panetones y de pavos de San Fernando fueron vendidos para esta noche, a pesar de las recomendaciones del joven naturalista Escardó: “Salve la vida de un pavo esta noche, no coma pavo en esta Navidad”. No obstante, en muchas mesas habrá pavo, como en las de los Congresistas de la República que son los que más ganan y los que menos vergüenza tienen en todo el Perú. Pero, en muchas mesas no habrá ni pan siquiera.
Por las calles deambulan figuras del Papa Noel nórdico, arropado para evitar el frío, personaje cada vez más metido en nuestro absurdo mundo cultural. La imagen del “nacimiento del Niño-Dios", que los curas españoles nos trajeron con la Conquista, se bate en retirada. Hoy, Lima ha sido inundada por juegos de luces electrónicas que retratan ese nacimiento con pocos asnos y pocos bueyes y corderos, pero con muchos renos. Muchos renos y muchos trineos que los limeños no han visto jamás.
Una fiesta cristiana que en el Perú se celebra llena de contradicciones: Navidad, Navidad,Dulce Navidad, como dice la canciòn angelical; y Próspero Año Nuevo, como dice la frase hecha, aunque la pobreza supera a ambas frases y a la ficción; aquí hay mucho desamor humano, mucha corrupciòn política y mucha pena existencial.
De todos modos, los gritos resuenan a lo largo y ancho de toda la ciudad y de la noche de Navidad, como la de ahora.

JOSE MARIA ARGUEDAS Y MARTIN

Un homenaje esplendoroso

De las revistas MARTIN publicadas por la Universidad Particular San Martín de Porres, la correspondiente al 10ª. y 11ª nùmeros dedicada a exaltar la figura de José María Arguedas, parece ser la más ambiciosa, la más trascendente, la más hermosa de todas las aparecidas hasta hoy.
Tal vez sea cuestión del personaje, tal vez del tema, tal vez de las artimañas de la electrónica, o tal vez del drama del Perú Profundo revelado una vez más; el hecho es que tal ediciòn ya puede equipararse con una obra de arte no producida por las manos ni la mente ni la creatividad de Jesús Ruiz Durand, sino producida por su corazón.
Vayamos de frente al grano: el poema visual de Ruiz Durand creado alrededor del poema: “Llamado a algunos doctores” , -que en quechua Arguedas tituló: “Kuk Doktorkunaman Qayay”, es algo que no se ha visto antes.
Alguna vez dije que la presentaciòn formal de todos los trabajos de Ruiz Durand en cooperaciòn con la electrónica son esplendorosos o sea, la técnica es formidable. La máquina hace maravillas, pero claro, las hace porque hay una mano que pulsa las teclas y una mente que dirije el diseño, pero, por sobre todo eso hay un sentimiento que lo gobierna todo. En este caso, Ruiz Durand exprimió sus sentimientos hasta la última gota, no dejò nada en sus adentros para la espectativa.
De golpe, José María aparece en una no muy conocida fotografía con la luz que apenas siluetea su cabeza, su rostro donde aparece la tristeza original que es como cuando se creó el mundo.
Ruiz Durand apeló, luego, a fotografías de lo más comunes que retratan la vida, pasiòn y muerte de los peruanos, pero de los peruanos de a verdad, de los autènticos, de los serranitos, de los cholitos; fotografías no pertenecientes a ningún doctorcito ni a sus helicópteros ni a sus largavistas ni a sus sesos. Claro que “nuestro corazón tampoco conviene a los tiempos”, como dijo JM, qué va a convenir. La tristeza no es de nuestra era ni de este espacio, la tristeza pertenece solo a esa estirpe de gente que vive entre el cielo y la tierra del Perú.
Apoteosis del color a lo largo del poema, fuerza ecuménica en los cuerpos de los danzantes de tijeras y la voz de JM: “Ninguna compleja máquina hace lo que sé, lo que del gozar del mundo gozo, sufro canto y bailo”. Pies con alas, tijeras de hierro forjado para cortar el hilo de vidas absurdas al estilo griego, zapatillas danzarinas y sombreros magníficos forrados de arco iris.
Y, ¿Victor Humareda?, ¡Presente en su oleo de santos patronos y toros echando candela por la boca y osos sincréticos y máscaras de ojos rojos de furia: “No huyas de mí, doctor, acércate. Mírame bien, reconóceme ¿Hasta cuándo he de esperarte?”.
Y mujeres en el incendio de las tardes cantando, llorando y buenas en el ocaso arando, arando.
Y en las partes finales del poema, silencio de coros de vírgenes del sol y de ángeles aimaras y quechuas, y carneros y toros de Pukará de morrillos fornidos como catedrales y JM rotundo, desafiante y definitivo: “Sobre la tierra, desde la nieve que rompe los huesos hasta el fuego de las quebradas, delante del cielo, con su voluntad y con mis fuerzas hicimos todo esto”.

MARTIN dedicado a Arguedas contiene valiosos textos escritos por estudiosos de su trabajo intelectual, rasgos de su vida y sus intimidades que, como dice el rector de la San Martín, José Antonio Chang, pertenecen a un “ilustre aldeano universal, a un escritor que solía decir: “Yo soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz habla en castellano y en indio, en español y en quechua”.
El contenido de esta ediciòn última, supera toda especativa. Ensayos de Maria Madelaine Gladieu, Ina Salazar, Stefano Varese, Américo Mudarra, Gonzalo Espino Reluce, María Luis Rosi, Rolland Forgues, Vicente Otta, y de muchos otros insignes más, apiñados en 200 páginas plenas de diversidad y altísima calidad ensayìstica, merecimientos a José María.
Y digno de resaltar, por insólito, un texto de Máximo Damián Huamaní, que no es intelectual sino el violinista de san Pedro de Ishua, sin cuyo sentimiento los Danzantes de Tijeras no podrian celebrar bien el rito de la tierra ni la sumisiòn a los apus, que es su ley. (Con José María fui, en varias oportunidades, a visitar a Damián. Luego de cruzar un humilde laberinto de Creta esquinado entre las Avenidas Sucre y La Marina lo encontrábamos esperándonos con cancha y mote fresco. Ellos hablaban en quechua y se adormilaban contándose sus cosas, sin permitir el ingreso de extraños a su banquete. Damián tocaba el violìn y en dos oportunidades hizo llorar a José María, yo lo vi llorar. Muerto ya JM, Damián me autografiò el libro de los zorros que el escritor a él se lo dedicò).
Insòlita también, la cantata “Kaipichus saypichus qayakuq” (¿Es acaso aquì?) del mismo Ruiz Durand, lamentablemente sin traducciòn al castellano, aunque solo ver escrito u oir el quechua ya cualquier aculturado (palabra que usó José María para defenderse de los doctorcitos que pretendían arrinconarlo y que no está considerada por la RAE)) siente una singular hermosura.

Los textos escritos por José María son implacables y nunca pasarán de moda mientras subsistan terratenientes o mistis que todavía tienen sus fincas de discriminaciòn racial y social en nuestro país. Su breve autobiografia retrata, acaso, lo que jamás pudo superar José María, la orfandad en su niñez, pero en todo sentido, no solo la falta de amor maternal, sino de amor humano.
Gustavo Gutièrrez, desde su perspectiva, más social que religosa, comenta a grandes rasgos su obra calificada de citadina, es decir, sin ámbitos de cerros ni de aguaceros ni de chacras de cebada ni de alpacas, sino de desiguladades e infraternidades. El famoso teólogo universal recuerda a Arguedas en su prédica: “Estos (tres) libros han ido creciendo, pero la doctrina que los sstenta es la misma, la doctrina que sustenta el autor es que el individualismo agresivo no es el que va a implulsar bien a la Humanidad sino que la va a destruir; es la fraternidad humana la que hará posible la grandeza no solamente del Perú sino de la Humanidad”.

Y de pronto, en las páginas de MARTIN se escucha la voz de Sybila Arredondo hablando desde Santiago, recordando cómo conociò a Josè María y cómo tasa su personalidad, cómo lo recuerda cuando era feliz y cuando era triste exageradamente cuando caía en insondables pozos de angustia. Siempre recordaremos, -quienes conocimos a Sybila-, cuidando de cerca o de lejos al mítico andahuaylino, aunque para ella y para muchos de nosotros, es un mito localista con visos de universalidad.
Casi todas las referencias a la obra de Arguedas están empozadas en Los Ríos Profundos. Este es otro acierto de Ruiz Durand: haber escogido fotografías que retratan de cuerpo entero y en toda su desnudez al Perú Profundo de la novela que fue el ámbito de Arguedas. Nada puede provocar más ternura que el rostro de un niño indìgena, -verlo en la página 24-; ni fotografía más significativa que la de Arguedas, de espaldas, abrazado sin fingimiento a una campesina en una fiesta a 5 mil metros sobre el nivel del mar, es decir, muy, mucho más cerca del cielo que nosotros; ni fotografías más sublevantes que las marchas callejeras de los andinos llevando como banderas de guerra o trofeos, los rostros angulosos de Tupac Amaru

Dificil repetir otro MARTIN como este recién aparecido. Ojalá la Universidad de San Martin, el editor Guillermo Thorndike y el director de ASrte Jesús Ruiz Durand, y los intelectuales que han colaborado con su corazón y su cabeza en esta ediciòn puedan repetir tanto esplendor.
La pregunta pendiente es: ¿sobre cuál otro ícono semejante a José María Arguedas?.¿Quién podría ser? ¿César Vallejo, acaso? ¿Ah? ¿De dónde sacar otro, como ellos, ahora? ¿Ah?-

Wednesday, December 22, 2004

Crónica

EL JIRON DE LA UNION
YA NO ES EL MISMO



Los viejos limeños afirman que el Jirón de la Unión, ya no es el mismo de antes; en vez de ser una pasarela por donde desfilaban las más hermosas y elegantes limeñas, ahora se ha convertido en un largo, abigarrado, desgarrado, mercado popular.
Ya no están los lugares antañones como el "Palais Concert", un café donde solían sentarse a conversar los intelectuales bohemios de las primeras décadas de este siglo capitaneados por Abraham Valdelomar, el malogrado escritor que de un gallo hizo un héroe: "El Caballero Carmelo".
Ahora, todo es tiendas de comercio, peatones desorientados de todos los rostros y todas las sangres, ambulantes que te meten sus baratijas por las narices, pintores al carboncillo que hacen retratos al gusto del cliente, restaurantes al paso de pollos crocantes o sandwiches de chorizo gigantes; y de guachimanes que fingen severidad en las puertas de los bancos, pero que no pasan de ser sino mansos corderos.
El monumento al Libertador Ram¢n Castilla no se ha movido de su sitio y la Iglesia de la Merced siempre con su talante de joya colonial, con sus bordados barrocos de piedra rosada y sus medigos cabeceando al pie del enorme portón de pino importado.
El empedrado de antes ha sido reemplazado por lozetas de colores grises que forman un interminable tablero de ajedrez sobre el que caminan hombres y mujeres, cada cual llevando encima el fardo de sus propios problemas sin posibilidades de dar jaque-mate. No vi a nadie que mostrara los dientes, porque la crisis no esá para sonrisas.
Desde las puertas de las tiendas de largas calles interiores donde se exhiben breves piezas de ropa interior y blujens apretados, con sus ojos vivos y sus cabezas calvas y sus piernas y sus brazos sin vellos adorables, los maniquíes de plástico, son testigos mudos y pacientes de cómo transcurre la vida limeña, Jirón de la Unión, de un año cualquiera de estos.
Los cambistas de dólares venidos a menos esperan al ingreso del Jirón, entrando por San Martin; parecen cancerberos guardianes del infierno de la desesperante economía nacional, menos cotizada en la moneda americana coloreando a euros; qué tiempos aquellos cuando diez soles peruanos se pareaban con una libra esterlina; ahora no valen ni medio.
En el lugar donde antes funcionaba el diario La Prensa, que en la década del 50 se erigió como uno de los primeros en puntear la fisonomía de un periodismo más dinámico, se han instalado ahora vendedores de carteras. Las mujeres las miran, las tocan, las voltean, preguntan por sus precios, pero nadie compra una; ante la maldiciòn de los vendedores.
Recuerdo que una vez, en el Cine Bijou, situado en la 5ta. cuadra del Jir¢n, proyectaban la película "Indochina" que es casi un documental sobre la guerra independentista de los vietnamitas para romper el yugo del colonialista imperio francés que los uncía ferozmente.
Yo había visto la película en Madrid, pero quize repetir el plato, compré mi boleto y entré para verla por segunda vez. Me sirvió para confirmar mis conceptos sobre algunos valores eternos: la libertad, el amor, el destino del hombre.
La película es una mezcla de dramáticos casos de amores imposibles, fortuitos, desesperados, que se entrecruzan y desmadejan irremediablemente; y de luchas por la libertad en las que el terrorismo y el asedio policial son personajes principales. ¿Hasta dónde el terrorismo se puede justificar, hasta dónde a causa de la toma de conciencia se pueden sacrificar intereses sentimentales, pero valiosos, por humanos?. ¿El amor a la libertad puede valer más que la vida de los padres, de los maridos, de los hijos? Una respuesta acerca de esas inqusiciones conflictivas la podía dar "Indochina".
Cuando terminó la película me di cuenta de que me había sentado junto a una muchacha reflexiva que nunca volvió a mi su rostro cuando yo comentaba en voz baja, que de esos sombreros vietnamitas tengo uno en mi casa y que ese paisaje lo conozco, porque allí estuve cuando presencié parte de la tormentosa Guerra de Vietnam, etc.
Al terminar la película noté que la muchacha tenía el rostro parecido al de la actriz de la película, aunque ésta se peinaba con el pelo hecho un elegante nudo francés; y el de la limeña era una cabellera larga y suelta y tenía unos reflejos dorados.
La muchacha se fue hacia el norte y yo, hacia el sur, cada cual por su propio camino. Entonces, me apercibí de cuán duro y tan común es que los destinos de dos personas no coincidieran en lo absoluto.
Me sentí desdichado, pero la vida es un permanente equilibrio de poderes, de consuelos y de desconsuelos, de lo contrario no sería vida; porque cuando pasé por el lugar donde se apuestan ilusiones, escuché que adentro gritaron: ­!Bingo, la cartilla ganadora se lleva 250 dólares...!.
Yo me hice la idea de que el ganador de esa lotería popular era yo. Mi imaginación me hizo el hombre, más rico y más feliz de la tierra.
Luego, la noche empezó a caer de golpe, a oscurecer drásticamente los rostros y las cosas; pero mañana, el Jirón de la Unión -que de elitista ya no le queda sino sólo el recuerdo-, seguirá funcionando igual como si nada hubiera pasado.

Tuesday, December 21, 2004

TRUJILLO ERA UNA FIESTA

(Este fin de semana estuve en Trujllo. Viaje a participar en la entregar de los premios del IV Concurso de Periodismo Universitasrio "Manuel Jesús Orbegozo". La entrega se realizò en la Municipalidad de la ciudad, presidida por el Alcalde José Murgia Zannier. Eso fue el sàbado, el domingo, ocurriò lo que detallo al pie:)


Trujillo sigue buscando la originalidad cultural. Hace años, se le dio por agasajar a la marinera e inventó un concurso al que asisten los bailarines de todo el país a rendir examen caso de que pretendieran pasar a la historia como tales. Instituyó EL Concurso Nacional de la Marinera y así, Trujillo se convirtió en el Vaticano del baile nacional. Si pretendes consagrarte tienes que participar en dicho concurso organizado anualmente, y si quedas en el primer lugar, ya puedes aspirar al Guinness de la Marinera.
Después inventó la Fiesta de la Primavera. Esta es una estación que, como ocurre en todas las ciudades del mundo, llega con su cabellera suelta sus ojos frescos y su alegría y sus risas desparramadas porque metafóricamente esta considerada como la estación más hermosa de la vida. Trujillo quiso ser original, es decir, recibir a la primavera como se merecía y entonces, sé registró para el mundo, como “Trujillo: la Ciudad de la Primavera”.
Y así, por el estilo, Trujillo tiene una manía edisoniana, se pasa la vida inventado cosas insólitas, con la mayor naturalidad. Un día, por ejemplo, inventó a María Julia Mantilla. Cuando tuvo 20 años la envió primero a Lima y luego, el Perú la envió a China. En Pekín se realizaron elecciones generales. Y asi, sin que mediaran planillones firmadas por votantes falsificados, Maju Mantilla fue elegida por todos los chinos “La mujer más Hermosa del Mundo”.

Hace siete años, Trujillo se preparaba a recibir la Navidad y de pronto se le ocurrió una idea original: cambiar le fecha de nacimiento del Niño Jesús: había que adelantar la fecha. ¿Por qué siempre tenía que ser el 25 de diciembre?. Bueno, claro, para el mundo cristiano sigue siendo la misma fecha, pero para Trujillo, no.
Así ha sido. El domingo 19, por séptima vez consecutiva, a las 7 de la noche se celebró una misa cantada en la iglesia Catedral, la Sinfónica trujillana –creo que venida a menos en cantidad pero no en calidad-, tocó unos bellos trozos de música alusiva a la fiesta cristiana universal y luego, el Alcalde de la Ciudad, la gerente del diario La Industria y otras autoridades y personajes locales, se dirigieron al centro de la Plaza de Armas a inaugurar el “Nacimiento” del Niño Jesús, como sucedió hace 2,004 años.

José Murgia Zannier, Isabel Cerro de Burga y Miguel Cabrejos Vidarte, principales personajes de esta original puesta en escena cultural religiosa, estuvieron muy felices al comprobar el desborde de alegría con que la comunidad recibía la idea de este nacimiento anticipado.
Escribo “original” porque el montaje no podía serlo más. Un solo detalle soprendente: en el rústico “nacimiento” montado al pie del clásico Monumento a La Libertad, una gallina miraba con sus ojos de asombro lo que estaba ocurriendo a su alrededor, cosa que nunca le había sucedido en su gallinero mochero.
A propósito, el nacimiento tiene mucho más detalles de originalidad. Por ejemplo, se ha apropiado de un hecho ecuménico. Según los mocheros, Jesús no nació en Belén. En un letrero muy visible con grandes letras negras se podía leer lo siguiente: “En Moche nació Jesús”, aunque yas un famoso cantante cirollo había compuesto un tondero que empieza diciente: “En Trujillo nació Dios, etc.”..

(Hacia unas horas había leído que “El pueblo de Santa Lucía de Moche, inmediato al Mar y apartado de la ciudad cerca de dos leguas al Sueste, camino Real para Lima se compone de ciento diez y ocho Indios y ciento cincuenta y siete Indias. Son aplicados a la labranza, y juntamente a ser Pescadores: la iglesia se maltrató con el Terremoto dicho, mas ya esta reparada a esfuerzos de la piadosa diligencia de los Indios, estimulados de su Parroco”. Relacion descriptiva de la ciudad,y provincia de Truxillo del Perú… según el real orden dirigido al Excelentísimo señor Virrey Conde de Super-Unda, escrita por Miguel Feijoo, Corregidor de dicha Ciudad y Contador Mayor de Tribunal yAudiencia de Cuentas del Perí, que la dedica al rey Ntro.Señor. Madrid, año de 1722). De lo que entonces era Moche habian transcurrido 282 años)

El alcalde Murgia, la señora Burga, del diario La Industria, organizadora de esta nueva atracción citadina, y nonseñor Cabrejos coincidieron en que se esperaba que la fiesta de la cercana Navidad sirviera para conducir al hombre hacia una recuperación de valores, hacía el bien, hacia la fraternidad y la caridad, base de la prédica de Jesús
La paloma que fue soltada cuando la entrega de los tributos dentro de la Catedral, voló vigorosamente buscando una rama donde posarse, pero luego se desorientó y cayó a las manos de alguien de la multitud. Como el hombre: pretende volar, vuela, pero, o se enceguece o se envanece, se atolondra y cae. Habría que ser más cautos en la vida, no pretender volar si no se tienen alas o intentarlo, pero si es hay dónde posarse.

Otro detalle de gran ternura se generó cuando el niño Manuel Vásquez Monzón, - quien sufrió quemaduras mortales y luego fue curado casi totalmente de sus heridas-, puso en manos de Monseñor Cabrejos, un cordero (“de Dios que quitas los pecados del mundo”) en medio de los aplausos de quienes presenciamos la escena. Monseñor Cabrejos había donado su anillo episcopal para curar las heridas del niño Manuel. Asi como Manuel hay mucho niños heridos de pobreza o de la muerte. ¿Por qué otros arzobispos no entregan sus anillos de oro episcopales de oro y piedras preciosas para aliviar la pobreza o curar esas heridas de muerte?.
Inmediatamente que se produjo el “Nacimiento del niño Jesús”, los árboles (poncianas) que rodean las Plaza de Armas, empezaron cada cuala incendiarse con el neón, inaugurando lo que oficialmente se denomina Festival Navideño de Luces y Colores.

Como alguna vez, Ernest Hemingway escribió que “Paris era una Fiesta”, nosotros podemos parangonar al gran periodista y escritor norteamericano y afirmar, en referencia a ese domingo 19, que también: “Trujillo era una fiesta”.

Thursday, December 16, 2004

EL MUSEO CASSINELLI NO ES MUSEO

Si alguna vez, para proveerse de gasolina usted se detiene en el grifo ubicado en la intersección de la vía a Huanchaco y la Panamericana Norte, Trujillo, usted ignora que está exactamente sobe un tesoro arqueológico invalorable: el "Museo Cassinelli".
Caso de que su curiosidad lo incite a visitarlo, usted ingresará por una estrecha escalera alfombrada hasta alcanzar un sótano de 5 x 5; donde se dará de cara con el asombro.
Aunque permanezca diez minutos o más recorriendo el Museo, cualquier cantidad de tiempo será suficiente para sentirse irremediablemente envuelto en dos sensaciones contradictorias: por un lado sentirà una gran alegrìa de haber conocido el Museo, pero por otro lado, se preguntará angustioso: "¿Es este, realmente, un Museo?. ¿Puede promocionarse como Museo este amontonamiento de huacos increibles?.
Frente al espectáculo que acaba de presenciar, no le queda sino reir y llorar a la vez, dos raras sensaciones naturales convertidas en una paradoja brutal. Tanto que si usted es demsiado sentimental, entonces, su decepción lo llevará a maldecir o a romper en llanto.
O sea, usted se alegrará sobremanera al comprobar que en Trujlllo está montada una exhibición de piezas aqueológicas consistentes en huacos y otras piezas incas y preincas muy hermosas y únicas en su especie, capaces de encrespar su asombro hasta la altura de un maremoto. Piezas antiguas de cientos o tal vez miles de años de antiguedad pertenecientes a culturas cuyo talento artístico o utilitario lo sorprenderán hasta la incredulidad. ¿Henry Moore, Picaso, Picabia, se copiaron de los dibujos o las formas empleadas por los antiguos ceramistas del Perú?
Todo esto sinembargo, todas estas piezas amontonadas casi una sobre otra, con pequeños letreros indicadores de su procedencia, en una salita por donde no se puede ni caminar libremente, en realidad dan pena.

EL ARTIFICE
Un hombre, de hablar apasionado, -cuya caracterìstica facial más saltante es un recortado bigote cano-, tratará de explicarle con ardor y sapiencia las características de los modelos acunados en los precarios compartimientos de su colección.
Este hombre es José Cassinelli Mazzei, hijo del genovés José Luis Ignacio Chiappe, y nieto de dos abuelos suyos que llegaron al Perú en los días de la infausta Guerra del Pacífico. (Aunque esta es otra historia, bueno es recordar que dos hijos de los Cassinelli que estaban entre los italianos fundadores de las Compañias de Bomberos Lima y Roma, fueron fusilados cuando intentaron apagar el incendio provocado por los chilenos, incendio que como se sabe, dejó a Chorrillos en cenizas).
José, proveniente de esos héroes, trujillano de nacimiento, se ha pasado casi toda su vida coleccionándo amorosamente las piezas de cerámica, sin avaricia ni ánimo de juntarlos para volverse rico y desfondar sus cuentas en los bancos.
No fue así, Cassinelli lo hizo por algo que nos falta a casi todos los que hemos nacido en este privilegiado país llamado Peru. A él le sobra lo que a muchos de nosotros nos falta: identidad nacional, peruanidad, amor a la tierra donde hemos nacido.
-¿Sabes quièn es el hombre más peruano que he conocido en vida?, se pregunta derepente José Cassinelli.
- Mi padre, -se contesta el mismo-. El me dijo, una de las tardes en que juntos visitamos las ruinas de Chanchán y hablamos del pasado cultural del Perú: "Amalo- me aconsejó- ama al Perú porque es uno de los países más grande de América y del mundo.

MUSEO FALLIDO
Pepe Casinnelli, como lo llaman sus amigos, está doblado sobre sus vértebras y sin embargo, amanece y anoche caminando en pos de cómo construir un Museo digno de las piezas que tiene en su poder, arrinconadas, encostaladas, encajonadas, durmiendo -no el sueño de los justos, sino- el de la impotencia de no poder ser exhibidos.
Usted se habrá alegrado de conocer en el Museo hermosos huacos de las culturas prodigiosas de Chavín, Recuay, Virú, Cajamarca –de poco tiempo antes de la llegada de los españoles-, Huari, Salinar y Nazca, además de las cercanas a Trujillo: Mochica y Chimú. Pero, lo que usted vio en el "Museo" fueron sólo unas mil piezas del conjunto. Pepe Cassinelli tiene mucho más de 5 mil ceramios, heramientas, tejidos, etc., arrumadas en cuartos llenos de sombras, humedad y arañas, no obstante sus cuidados por la preservación.
Aquí viene entonces, la paradoja: usted se alegra de haber visto huacos, piezas de alfareria tan asombrosos como únicos en el "Museo Cassinelli", pero usted mismo razonará y se preguntará: "¿es éste realmente, un museo?. ¿No será sólo un remedo de museo?. ¿No será esto una humillación para nuestros antepasasdos, para nosotros y para las futuras generaciones de peruanos?-
Aquì, pues, se completa la paradoja: usted se apena y acaso rechaza el comportamiento de quienes tienen la obligaciòn de velar por los aspectos culturales del país. Usted, que está al tanto de lo que ocurre en el país, maldecirà la hora en que se derrocha el dinero de todos nosotros cuando en Palacio de Gobierno le ponen más fulgor a las salas de estar, enjoyan W. C.,aumenta las cerámicas extranjeras y e instlan modernos jacusis donde refrescar las francachelas. Usted criticará que las autoridades encargadas de velar por los valores culturales, dispendien el dinero de los contribuyentes en estupideces y no construyan un musieto más cuando, cmose sabe, en el Perú solo hay un par de museos de ley.
Pepe Casinelli tiene su proyecto listo. Su nieta, la aquitecta Luisa Fernanda Robas Cassineli, ya tiene el plano dibujado. Sobre más de 5 mil metros cuadrados de su propiedad quiere levantar un complejo turìstico cuye eje lo constituya un Museo digno de las 5 mil piezas de cerámica prehispánica de su propiedad.

LA CASA DEL ARTISTA.
El hombre de esta historia nació para constituirse en un apasionado promotor de la cultura. Una ruinosa casa, en la que vivió con sus padres desde 1938 hasta 1994, la convirtiò en La Casa del Artista, funcional y hermosa para la intelecualidad trujillana. Invirtiò todo lo que tenìa en sus bolsillos para cambiar paredes, puertas y ventanas: la llenó de luces de león y lámparas de cristal y mobiliarios. Todo iba viento en pompa hasta que un día el arzobispo Manuel Prado Pérez Rosas lo enjuiciò porque consideraba que esa casa pertenecía a la Iglesia. Pérez Rosas era un ambicioso. Cuando los ex alumnos del Colegio Seminario de Trujillo - clausurado y arrendado por la iglesia sin título legítimos de propiedad-, Pèrez Rosas se los entregó después de árdua lucha, segùn documento notarial, los leguleyos y sus secuaces lograron que el Colegio regresara a la iglesia.
El arzobispo actual, Hector Miguel Cabrejos Vidarte ha seguido la misma lìnea del avaro Pérez Rosas y La Casa del Artista construida por Cassinelli no le ha sido devuelta aún y más bien, ahora se la quiere entregar a la Universidad Catòlica.
La administración del Instituto Cultural Nacional de La Libertad, -por fin recientemente renovado-, jamás moviò un dedo en defensa de dicha casa ni menos hizo algo por la contrucción del Museo. Los artistas y la opiniòn pública trujillana detestaban este modo de instinto anticultural.

HAY QUE APURARSE
Mientras algunas piezas de este "Museo" se exhiben ahora en Florencia: mientras Francis Devigne en su libro Tesoros Olvidados le dedica numerosas páginas para resaltar la valiosa cerámica de la colecciòn Cassinelli; mientras Christopher Donnan y Donna McLeland lo alaban en su ensayo Mode Fineline Painting, el tiempo sigue su marcha. Mientras la Consejera de Prensa y Cultura de los EE. UU. viaja expresamente a visitar el Museo y se acongoja al ver su precariedad, estudia una proposiciòn de Cassinelli: realizar una colecta pública en su gran país a 50 centavos de dòlar por persona para juntar fondos y construir el edificio. Una iniciativa con características de solidaridad cultural inédita que podría sacar de los rincones del olvido a tanta grandeza ahora oculta.
Casinelli no solo es un coleccionista de huacos, tambièn es un estudioso que ha elaborado sus propias teorías para afirmar, por ejemplo, que mientras el sur peruano estaba constituido por guerreros, los hombres del norte solo amaban la paz, erán demócratas genuinos. Por eso, cuando aquellos los invadieron, estos no tenían con què defenderse.
En fin, queda poco tiempo pero muchas esperanzas para levantar dignamente el Museo Nacional Cassinelli y, luego, convertirlo en un eje cultural de primera calidad para el turismo mundial. Entonces, un largo sueño de 83 años, se habría convertido en deslumbrante realidad.


Wednesday, December 15, 2004

Miami

Diccionario perentorio sui generis

Miami es la ciudad más latinoamericanizada y turística de los Estados Unidos de Norteamérica, con características muy propias. Tal vez, se podría sintetizar algo de esta apreciación con ciertas palabras que conformarían un diccionario inglés-español sui géneris, utilizable hasta más allá del siglo XX. Caminando por las calles de la ciudad, se me ocurrió proponer algunos vocablos claves, un breve diccionario al paso. Por ejemplo:

Acuarium: Es un centro de recreación donde hay delfines y ballenas asesinas. Los delfines, por un dólar agujereado, nadan estilo-espalda, bailan ballet, dan saltos mortales, se ríen y hasta te saludan en inglés. Las orcas o ballenas asesinas humanizadas, o sea, menos asesinas que los hombres, como forradas en una enorme pieza de hule negro con manchas blancas, hacen sus piruetas con ternura, después de lo cual, lo único que te queda es exclamar: ¡Increíble! Al final, saltan fuera del agua y le dan un beso a su domador. Realmente, es el mejor plato turístico que te puede servir la latinoamericanizada Miami, no porque compruebes qué tan inteligentes son los animales, sino qué tan feroces somos los hombres que hasta nos matamos entre nosotros por detalles ínfimos.
Cubans: Los hay de toda edad, sexo y condición social, económica o política. Hay la metamorfosis completa, desde el gusano hasta la mariposa. Algunos viven de su trabajo, muy pocos, del trabajo de los demás. Han impuesto, por lo menos en el renglón culinario, su célebre plato isleño, el del “Arroz a la cubana”, (harto arroz, un plátano y dos huevos fritos y connotaciones eróticas). Ahora, hay un millón de cubanos, pero cuando llegue el año 2000 van a ser tantos que hasta podrán imponer condiciones, según los augurios de la informática.
Shops: Te atarantan. En una tienda como le llamamos nosotros, o stores o shops como les llaman ellos, encuentras de todo, desde un par de “earrings”, hasta vestidos de buzo, pasando por camote frito bien envasado, sombras (“nada más/ entre tu vida y mi vida”, bolero) para los ojos, agujas para cirujano, chocolates relajados, y los últimos inventos caseros, como ultrapeladores de papa, recogedores automáticos de basura; en vez de encendedores, apagadores de cigarrillos; etc.
Hamburgers: Los hay en todas las esquinas, en los bares o en las carretillas ambulantes. El MAC BIG es, por ejemplo, un monstruo de tres tapas con bastante carne molida, lechuga, tomatoes, pepinillo y mostaza. Y es el más barato de todos sus congéneres, como que apenas cuesta one dollar (o sea, 17.50 soles al cambio de Ocoña Street, en el 85; 2 nuevos soles 26 centavos en 1995; 3-50 en el 1999). También los había con huevo encima o jamón abajo, pero esto ya está por sobre las posibilidades de un turista de medio pelo. Antes de comprar, tienes que pensarlo 2 veces. Hasta 3.
Police: Los policías de Miami son unos hombrones tipo “Sheriff” norteamericano, aunque ahora hay dentro de los cuarteles, bastante cubano nacionalizado. Visten uniforme azul con adornos o regatones plateados, pistola al cinto y “walking-talkings”, silbato, esposas o marrocas, libreta de apuntes y placa con su nombre completo. Caminan lentamente sobre zapatos de hule negro, número 43/49. Son serviciales, pero no quieren ayudarte, te revientan cuando te dicen: “Mi no hablar español”.
Ambulants: Como en todo sitio se cuecen habas, Miami no es ninguna excepción. Hay ambulantes que venden de todo: cocas, sanguches, helados, peinillas, mondaderas de papas, palos de dientes, etc. Frente a sus carretillas de latón aséptico y bajo sombrillas de colores como carpas de circos individuales, los vendedores vegetan añorando sus tierras lejanas, porque la venta ambulante sólo les está reservada a los inmigrantes de los países subdesarrollados. Muy raro, imposible sería encontrar un ambulante danés o alemán.
Candles: Son velas de cera de colores fuertes y están dedicados a santos un tanto desconocidos por nosotros, por ejemplo, a la Virgen de la Caridad, Virgen del Cobre, a San Lázaro, a la Virgen de la Regla (“inmenso abismo de piedad”); a San Alejo (de repente, del verbo alejar porque una imprecación dice: “Aléjame de Satanás”); también hay velas de la Suerte, velas que no producen incendios; también velas “for our Lady of Las Mercedes” y para San Martín. Nuestro santo no figura con escoba ni perro ni pericote ni gato. Sencillamente, figura con oraciones al pie, como “En ti, beatito Martín, pongo toda mi esperanza”. En los altares de la iglesia de S.E. 2 y Miami Av., las velas se van consumiendo en un mar de lágrimas de cera y un humito apenas visible.
Vitamins: Se pronuncia “vairamins” y cubren todo el espectro de tus necesidades. Hay Vitamina V2, V3, hasta V12. Las vitaminas, según la propaganda, te vacunan contra todo, pero no por eso, los norteamericanos ni los inmigrantes se convierten en inmortales. Como todos nosotros, los norteamericanos nacen, crecen, se reproducen (poco, porque no son chinos), y mueren. Para morir o pasar sus últimos días, los viejos se van justamente a Miami.
Zodiac: Para no creer, pero en Miami, también se vive pendiente de los horóscopos. Si eres de tal signo, hoy recibirás una sorpresa, etc., generalidades, igual que los pronósticos de Zandrox que sólo son engañamuchachos. “Un hombre no creyó en su horóscopo y se murió al día siguiente, tal como se lo había pronosticado”, me contó muy preocupado un cliente de los horóscopos y de Madama Isis. Ella, como otras “madames” es experta en nigromancia y acaba de llegar de la India donde anduvo bajo la advocación de Bramaputhra. En los volantes, ella dice que te solucionará cualquier problema, si se te ha ido la mujer, ella te lo hará regresar, etc. Mentira. (Esto es lo que me pasó a mi con un brujo nativo, en Puente de Piedra. Cuando le fui a hacer la consulta, me dijo, tráigame la foto de la mujer que se le ha ido y yo se lo hago regresar en 15 días. Le llevé la foto. El hombre la miró, se lamió de gusto y me dijo: No tenga cuidado, váyase tranquilo. No se desespere que dentro de 15 días, esta hermosa hembra regresará a su lado”. Esperé años. ¿Qué iba a regresar si la foto que le llevé al brujo era la de Anita Eckber?). Así, en Miami, tú concurres a la dirección, le pagas, mínimo 20 dólares (340 mil soles de entonces, 1985) por la consulta. Entonces, te sientas a esperar, porque tu mujer no volverá jamás.
Electronic: Los grandes almacenes te atosigan. Cualquier artefacto en el que de alguna manera intervenga la electrónica encontrarás en Miami. Calculadoras, máquinas fotográficas, televisores, y computadoras que recién habían aparecido; así como hornos para calentar la comida al toque, en fin, maquinas electrónicas de toda laya. Tú te entusiasmas y envidias a qué nivel electrónico han llegado los “gringos”. Y compras, aunque un poco desengañado, porque lees que lo que has comprado fue “made in Taiwan”.
Plastic: Alguien ha dicho que vivimos la Era del Plástico. Todo lo que empezó con adminículos para control de la natalidad ha terminado en una plaga mundial, como lo es la contaminación. Todo es plástico ahí, bien, como en todo el mundo desarrollado y en desarrollo. Desde bolsas para maní, hasta guardapolvos descartables. Miami, para los recolectores de basura, amanece atestado de frascos, cajas, bolsas, botellas, jeringuillas que sirvieron para inyectarse LSD y preservativos, muchos preservativos y eso que el SIDA todavía no estaba en auge. Mañana los incinerarán y tú verás toda esa basura, elevarse al cielo hecho un humo negro de muerte.
Hotels: Qué bárbara cantidad de hoteles en las riberas de Miami Beach. Por lo general, allí van a parar los turistas del primer mundo para entreverarse con los del tercer mundo de la vejez. Un 90 por ciento de jubilados, va a pasar allí sus vacaciones que nunca sabe si serán las últimas. Los hoteles fungen de ser de primera categoría, pero no lo son, aunque prima la limpieza y todos tienen su playa particular para estacionamiento, porque en Miami, casi todo el mundo tiene automóvil, aunque no sea de último modelo. Hay automóviles que parecen acorazados, de esos se ríen los playboys.

Estas son algunas observaciones al paso que podrían utilizarse como mediana información turística. Puede ser parte de un nuevo diccionario inglés-español relacionado a Miami, la ciudad norteamericana con la que todos los turistas del tercer mundo y más aún, de los llamados de medio pelo, soñamos o queremos conocer. Y, finalmente, llegamos a conocer, como es mi caso.

Sunday, December 12, 2004

¡LOS QUE VAN A MORIR (EN IRAQ) TE SALUDAN!

Mas de mil soldados americanos han muerto ya en Iraq. Más de mil jóvenes vidas se ha extinguido ya, la mayoría de las cuales cuando aún no habían bebido una copa completa del champán que ofrece la vida.
Mas de mil vidas que la estadística las muestra como una cantidad x, como un simple guarismo, un nùmero de caídos en la contienda en la que nada tenían qué hacer. No se trataba de defender a la patria que, por lo general, es lo único por lo que un soldado muere combatiendo.

Al presidente norteamericano George W. Bush se le ocurriò un día, afirmar que Iraq era una país diabólico porque el árabe Hussein estaba engendrando armas quìmicas para utilizarlas en arrasar a la humanidad, y entonces, ordenó atacar a Iraq; un fiasco.
Y lo atacó luego de convencer a dos o tres poderosos países europeos en contra de la opiniòn de la mayoría de países agrupados en la ONU que se mostraron reticentes. Kofi Annan, por ejemplo, el rey negro de ese organismo mundial, se mostró decididamente en contra; un pecado que Bush no se lo va a perdonar nunca.

Una guerra inútil la de Iraq, coo fue la guerra de Vietnam y la reciente invasiòn a -afganistán. Guerras inventadas solo para poner a prueba el poderío armamentista destructivo de los Estados Unidos de Norteamérica. Claro que no desde el punto de vista econòmico, porque cientos de empresas de ese país estan trabajando en Iraq desde el siguiente día en que cayó Hussein. Trabajan en la explotación de inagotables pozos de petróleo para la exportacíon e industrias petroquìmicas u obras de reconstrucciòn de las grandes ciudades iraquiés devastadas. Porque las guerras de ahora no son como las de antes en que no había cohetes inteligentes, los encuentros armados eran de fusilería. Ahora, donde los tanques ponen el ojo, ponen la bala y arrasan con todo lo que encuentran, vuelan ciudades enteras como cajas de fósforos con todas las gentes que se encuentren dentro.
Pero, lo más triste de esta guerra, de toda guerra en general, lo constituyen los dramas personales, por ejemplo, la muerte individual de muchachos de 20 años que soñaban con ser médicos, ingenieros. mécanicos o generales y soñaban con tener novias o ya las tenían y abrigaban planes para casarse y tener hijos o seguir amando a sus padres o ayudando a sus hermanos sanos o con síndromes de Dawn.
En la película Farenheit 11/9, Richard Moore muestra a una madre nacionalista norteaericana, orgullosa de su páis porque todos los días izaba la bandera de las estrellas en el porche de su casa, como signo de patriotistmo tratando de moler a Iraq, hasta un día en que un emisario le tocó la puerta y le entregó una comunicaciòn del Departamento de Estado en el que le informaba que su hijo había muerto heróicamente en una emboscada en Iraq. La madre del soldado norteamericano x, ahora anda loca buscando la forma de que su país le devuelva a su hijo. No lo quiere muerto, lo quiere vivo, lo quiere tal y conforme se embarcó un día para irse a pelar a otras costas.

Y dos madres peruanas también estan viviendo el mismo drama.”Will fue el mejor tesoro que traje del Perú” dijo doña Janette Dávila, la madre de Will cando los reporteros se acercaron a preguntarle sobre su hijo. Wilfredo tenía 20 años y soñaba con ser médico. Un día, el ejército lo llamó y èl tuvo que alistarse. Pero, luego las bombas de un suicida árabe lo destrozaron y lo hicieron volar en pedazos. Y la señora Jannette no lo quiere creer. Claro que a Will lo han enterrado con pompa. Llevaron sus restos en una carroza desde la catedral de Saint Christopher de Merrick Road, en Baldwin, hasta el cementario de Long Island y ahí los enterraron con fanfarrias militares. Pero, eso no detiene las lágrimas de Janette. Ella no quiere medallas ni condecoraciones, quiere nada más que la simple presencia de su hijo.

Lo mismo le pasa a doña Doris Tamayo de Gonzàles, en representación de los padres de Andréw Aviles Tamayo, cusqueños. Doris vivía con su sobrino Andy, marine de los Estados Unidos, en la ciudad de Tampa. La guerra lo llamó en días pasados y Andy tuvo que alistarse. En la toma de Bagdad, Andy muriò como muere una persona cualquiera, ajena a los intereses abusivos de las potencias, mirando a un cielo absolutamente desconocido para él. Claro que sus familiares han recibido el Corazón Púrpura que asi nomás no se lo dan a cualquiera. Pero, los famliares de Andy no quieren corazones púrpuras ni entierros fastuosos, quieren el corazòn vivito y coleando de Andréw Aviles Tamayo, y nada más, nada más quieren.

Pero, el presidente Bush se rie de Richard Moore y de los padres de los peruanos Andrew y Will, de los mil soldados que hasta hoy han caido en una guerra en la que los muertos nada tenían que ver salvo los intereses económicos y “democráticos” de la potencia más grande del mundo.



Thursday, December 09, 2004

UN VIOLINISTA EN LA CALLE

(Crónicas de ayer)

UN VIOLINISTA EN LA CALLE

Señor Director de la Sinfónica Nacional:

Me dirijo a Ud., para informarle que el martes reciente, por la noche, iba por el Jirón de la Unión abriéndome paso por entre mis cavilaciones y los ambulantes que a esa hora, desesperadamente, tratan de hacerte atracar a uno a como dé lugar; digo, iba caminando, cuando en esto vi un rostro que me pareció conocido. Era el rostro de un ambulante, joven, que vendía lapiceros y que gritaba alargando la mano como la alargan todos los ambulantes del mundo.
Yo seguí caminando, pero pensando en dónde había visto ese rostro. Cuando llegué a la altura de la Iglesia de La Merced, me detuve en seco. «Creo que es él. Creo que lo he visto en el Campo de Marte». Entonces retrocedí, porque pensé en que podía ser o no, regresé con una especie de espina en el corazón. Cuando me acerqué al ambulante, éste me ofreció su mercadería, compre, son únicos, no hay dos iguales, oiga, véalo: y me alcanzó un lapicero al que le di vuelta entre los dedos, mientras en mi cabeza daba vueltas a ese rostro y entonces, creí estar seguro de haberlo visto en el Campo de Marte, pero, me asaltó una duda tremenda porque sencillamente, eso no podría ser aunque al final lo que parece imposible, no lo es. A veces uno cree que el mundo no es tanto como se dice, pero a la larga, señores y señoras, el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el 506 y en el 2000 también, y, entonces, ya no aguanté más y le pregunté a boca de jarro: Disculpe, joven, ¿Ud. no toca en la Sinfónica Nacional?

El joven ambulante me contesta que sí, sin apesadumbrarse ni querer ponerse disfraz, él toca en la Sinfónica, él es primer violín de la Sinfónica y ahora viste un bluejean y una camisa blanca que debe ser la misma que usa en sus presentaciones de gala, porque, realmente, lo que gana no le alcanza para darse el lujo de tener una camisa para el Municipal y otra, para el Jirón de la Unión, señor Director, y entonces me quedo medio mudo y no sé como seguir la conversación, si 1) preguntándole por qué esta vendiendo lapiceros; o 2) preguntándole si no le da verguenza vender en la calle, porque de todos modos siempre albergamos ridículos prejuicios pequeño-burgueses, señor Director, hasta que le hago las dos preguntas y él contesta: 1) «Vendo lapiceros porque lo que gano en la Sinfónica no me alcanza para vivir» y 2), porque «no tengo pretensiones de ninguna naturaleza. El trabajo dignifica y no humilla».
Le estoy hablando, pues, señor Director, de Ricardo Talledo Sotelo, uno de los músicos de la Orquesta que Ud. dirige, de 28 años de edad, la mitad de los cuales se los ha pasado tocando el violín. Ricardo, ahora «Ricardo, Corazón de Violín», estudió en el Conservatorio de Trujillo de donde egresó con las más altas calificaciones y un premio especial que se lo prendió en su frac alquilado, el Ministro de Educación de entonces. Vino a Lima, después de ejecutar a Vivaldi en «Las 4 estaciones», a Bach en su Concierto No.1, y a Mozart, en sus Conciertos Nos. 4 y 5 (Le pregunté en un aparte qué le parecía Mozart; me contestó que magnífico, pero a veces, no lo sentía magnífico, especialmente, cuando lo interpretaba con un vacío en el estómago).
Yo lo había oído tocar en el Campo de Marte, en marzo del año pasado, señor Director, y me pareció muy buen ejecutante, tanto que me grabé su joven rostro sudoroso, el mismo que esa noche lo tuve frente a mí como un rostro más de vendedor ambulante, !lapiceros, lapiceros de chonta, para regalo, señor, llévese uno, no le va a pesar!. Digo, esa noche le pregunté también sobre Beethoven y él me contestó que es un genio, pero que nosotros no debemos olvidar a nuestros músicos que también son buenos, no serán como Beethoven, pero debemos mencionarlos: Guevara Ochoa, Edgard Valcárcel o Pulgar Vidal.
Ricardo «Corazón de Violín», señor Director, es nacionalista por lo que dice, por ejemplo, cuando le pregunté si pensaba irse al extranjero, me contestó que no, porque la crisis de la Sinfónica tiene que ser superada, confío –dijo- en las autoridades que tienen en sus manos los problemas de la cultura.
Pues, de esto se trata, señor Director de ver cómo se puede solucionar el problema de la desintegración que amenaza a la Sinfónica, no podemos esperar a que se desintegre, los músicos se están desgranando como una mazorca de maíz. Antes, desde el podio, usted tenía un horizonte de 86 profesores, ahora tiene usted 62.

De repente, se puede quedar sin Orquesta. Usted dice que han renunciado más de 30 en estos últimos dos años, pero lo peor es que la Sinfónica se va quedando sin organicidad. Usted confirma que éste es un problema viejo, que viene desde muy atrás y que, fundamentalmente, es de tipo económico, los sueldos están congelados desde 1965 y como se verá, esto es muy poco para que un profesor no sólo viva dignamente, sino para que viva, simplemente; y no recurra, como Ricardo, a vender lapiceros de chonta después de haber estudiado más de 10 años y esto hace pensar en la suerte que tenemos algunos que saltamos a la palestra y sin saber leer ni escribir llegamos a ocupar tremendos puestos y a ganar tremendos sueldos, seguramente porque nacimos de pie y porque sabemos sazonar nuestras vidas con pimienta (audacia); hay que tener suerte, señor Director, veamos al cantante español, vini vidi, vinci, viene, ve y se lleva un montón de plata, si mi lascia non vale y quiero decir su nombre, pero pueden creer que es envidia, el caso es que los músicos de la Sinfónica no ganan mucho y además tienen que comprarse sus instrumentos, las cuerdas de sus violines, cada cuerda que se rompe les representa 500 soles, no pueden ni comprarse otro frac. Al respecto, usted también tiene su anécdota, señor Director. Se cuenta que una vez, una señora fanática de la Sinfónica fue al INC y pidió hablar con la Directora. Le dijo: «señora, no es posible que el Director (Leopoldo La Rosa) de la Sinfónica no pueda cambiarse de frac, toda la vida se presenta con un terno brilloso que da asco».

Yo pienso, señor Director, que el problema, lógicamente es difícil, pero hay que encararlo. Porque es un problema cultural de primera categoría. Carmen Moral dijo: «Todos los países del mundo tienen su Sinfónica, en todas las capitales del mundo hay una sinfónica, sin Museos ni Bibliotecas es la muerte». Yo, también digo: «Esto es cierto. En todas las capitales hay sinfónica, por ejemplo, en Hanoi hay Sinfónica. Recuerdo que cuando llegué –los norteamericanos acaban de realizar su última escalada de muerte- los vietnamitas, me programaron dos conciertos en su primer teatro. Una noche fuimos. Recuerdo que arrancaron los timbales como si se hubiera desatado una tempestad sobre la tierra, después, entraron los cornos, luego los violines, los metales, las cuerdas, habían como lamentaciones y otra vez los metales soplaban como vientos de ira, música extraordinaria. Hacía un mes que había muerto Ho Chi Minh y estaban estrenando una Sinfonía a su nombre. Cuando terminaron de tocar vi cómo los campesinos y soldados aplaudían a rabiar, pero también vi cuántas lágimas corrían bajada abajo en sus mejillas.
Yo le pregunto a Carmen Moral si lo de la Sinfónica tiene prioridad. Ella dice que sí, como lo dice usted también, señor Director, y entonces, yo francamente no sé como podríamos todos solucionar el problema. Sé que nada hacemos enterrando la cabeza como las avestruces, hay que afrontar la crisis. Ahora, lo que no sé es cómo; yo creo que usted debe iniciar las gestiones, mover cielo y tierra en todos los sectores. Esa sería la voz. De lo contrario, dentro de poco vamos a ver más solistas en el Jirón de la Unión: Una viola vendiendo ruleros, un fagot vendiendo ganchos para colgar, otro violín vendiendo tamales. Ricardo ya viene vendiendo baratijas y sandwiches desde hace tiempo. Diré que ganaba entre 300 y 500 soles vendiendo los sandwiches de pollo con mayonesa, pero que se dio cuenta que se estaba alejando de la música, estonces optó por seguir como ambulante, pero sin comprometerse demasiado. Ricardo más ambiciona la gloria que el dinero.

Esa noche, señor Director, veía a una señora de sayonaras que no despegaba la oreja de lo que estábamos conversando; entonces, le dije a Ricardo que nos fuéramos a otro lugar y caminamos; y la señora atrás, ahí fue que hice un gesto de incomodidad como diciendo quién será esta señora que tanto nos sigue; entonces, Ricardo, me dijo: «Es mi mamá. Yo estoy trabajando aquí para ayudarla. Yo mantengo a mi mamá». Esto me hizo, algo así como tragar saliva.
Llamé a Redacción y vino Vicente Montes a tomarle unas fotos en plena venta de lapiceros y después invité a Ricardo, a la Redacción.
Al siguiente día, Ricardo llegó con su violín para tocarnos a Vivaldi, a Paganini. Ricardo parecía un violinista en el tejado caliente, porque sudaba a chorros. Quiso limpiarse el sudor y no tenía pañuelo. Le di el mío. Cuando intentó devolvérmelo, le dije que se lo llevara, que era un recuerdo. Se lo regalé porque uno se queda con grandes dudas, de repente, lo que gana no le alcanza ni para comprarse un pañuelo. Pero, para qué vamos a hacer una telenovela de este hecho real, señor Director, lo que me parece mejor es ponerse manos a la obra, tenemos que ayudar a Ricardo, «Corazón de Violín», ya que ayudarlo a él, viene a ser lo mismo que ayudar a la Sinfónica.

Muy atentamente,
Manuel Jesús Orbegozo (*)


(*) Informe del Jefe de Redacción de El Dominical de «El Comercio» al Director de la Orquesta Sinfónica Nacional de cómo encontró al Primer Violín de la OSN en el Jirón de la Unión vendiendo lapiceros como ambulante. Sucedió el 21 de noviembre de 1976..

CADA DOMINGO DESPUES DE LA MISA

En efecto, cada domingo después de la misa, los niños con síndrome de Down, aquellos que no pueden mantener la cabeza sobre los hombros, los que babean y se mueven como marionetas desprendidas de los dedos de Dios, los hombres con síntomas de vejez en último grado, con rostros donde ya no entra una arruga más; los caducos, los fiduciarios, los miserablemente abandonados, los pobres desterrados hijos de Eva; todos abandonan la capilla y regresan como si lo hicieran al paraíso.
El paraíso, para ellos, queda al lado de la iglesia y forma parte de la casa de las madres de la Congregación Misioneras de la Caridad, fundada por la madre Teresa de Calcuta. Ellas los esperan para asearlos, acariciarlos, consolarlos y luego, darles de comer en la boca, a la vez que insuflarlos de fuerza espiritual para soportar lo poco que han de vivir.

Uno de esos domingos, el padre Kevin refirió -en un intermedio de la misa- que todos estamos invitados al banquete que Dios nos ofrece como parte de su infinita bondad. Los niños anómicos en sus sillas de ruedas, y los viejos y viejas con sus remiendos, mugres y bolsas de rezagos, le sonrieron al padre Kevin cuando les dijo que ellos son los primeros invitados de Dios al banquete de la gracia, a lo cual le contestaron en coro que sí, que lo son porque todos los hombres les pueden fallar menos Dios.
“Aunque no lleven frac ni corbatas michi -les advirtió el padre Kevin- con que tengan limpio el corazón es suficiente, con que estén vestidos de buenos sentimientos basta para que se presenten al banquete elegantemente vestidos por dentro”, expresó Kevin.
En el templo de una sola cúpula escucharon la misa con verdadera unción y yo, como pecador contrito, me confieso y digo que una sola vez en mi vida presencié una misa con mistica semejante. Fue en Gdansk, Polonia, donde los polacos en los tiempos de Solidaridad, creían que Dios estaba con ellos porque sólo así podrían soportar las iras de Jeruzelwski. Allí, los fieles también tenían fe de que Dios estaba con ellos porque era el único modo de poder soportar las iras de la vida. Por eso, cuando al leer el Evangelio, el sacerdote les preguntó ¿Quién es amor?, todos contestaron que Jesús, que está presente aquí, dijeron a una voz. Luego, recibieron la hostia como si realmente se tratara del cuerpo de Cristo. Todos estaban felices, y también Kevin y Phillip, estaba felices.

Aclaración necesaria: Kevin es un sacerdote inglés que da la vida por los pobres de la Congregación Misioneras de la Caridad, mientras que Phillip es un ingeniero danés que dejó su vida cómoda en su país para venir a servir a los más pobres de entre los pobres que viven en el hospicio, a la sazón. fundada por la madre Teresa de Calcuta, en la esquina de las avenidas Aviación y 28 de Julio, La Parada (Lima, Perú), en 1973.
El hospicio ha cambiado notablemente desde entonces. Antes, las madres eran las únicas que atendían a los pobres, inválidos, huérfanos, amargos, cruelmente abandonados a campo traviesa. Ahora, hay 20 o 30 muchachos y muchachas y señoras que todos los domingos después de la misa, ingresan al hospicio a ayudar en las tareas de amor realizadas por las monjas de la Caridad.
La madre Fausta, superiora de la orden en Lima, hindú de nacimiento, de pequeña estatura, envuelta en su sari blanco con filos celestes, dijo que luego de la muerte de la madre Teresa se obra un milagro diariamente.
Refirió que ahora, las lechugas, las papas, las carnes, los frejoles, llegan por sus propios pies. Pero, asimismo, los practicantes del amor al prójimo arriban también en abundancia. Se produce el milagro de la multiplicación de los peces y los panes, sentenció la madre Fausta en voz tan baja como revelando un secreto.
- ¿De qué lugares de la ciudad vienen, madre?
- De varios lugares.
- ¿Vienen de Miraflores, por ejemplo, de San Isidro...?
- Vienen de San Juan de Miraflores, llaman de por acá cerca, de El Agustino, de El Rimac, a veces de Comas, de Villa el Salvador.
O sea, no de los barrios de lujo sino de los nombrados Pueblos Jóvenes o barriadas, de los pueblos expulsados a la periferia.
Llaman y llegan atraídos por la mística de hacer el bien sin mirar a quién, arriban todos los domingos después de la misa a ayudar en la cocina, a servir los platos, a dar de comer a los hambrientos. No es fácil, porque los niños con síndrome de Down no pueden ni abrir bien la boca ni pasar los alimentos; entonces, hay que tener mucha paciencia para manejar la cuchara sin aburrirse, eso se puede conseguir sólo poniendo más amor que empeño, más ternura que pericia.

Al hospicio concurre toda una corte de los milagros, formada por niños contrahechos, jóvenes anómicos, viejos deshechos, como si fueran parte de la basura que diariamente vara el mar social.
La madre superiora, mientras habla en voz baja con sus hermanas -la de México, la de Bangladesh, las indúes y las practicantes peruanas- comenta que esa parte olvidada por la sociedad en cualquier lugar de la Tierra fue lo que inspiró a la madre Teresa a fundar hospicos de moribundos, asilos o huérfanos, casas de refugió, de leprosos, entre otros, para cobijar a tanto desheredado de la vida, lo cual, alguna vez vi con mis propios ojos en la misma Calcuta..
Las escenas de amor al prójimo que se pueden ver en ese ambiente rodeado de borrachos, drogadictos, camioneros, moscas y basura, muchas moscas y mucha basura, explican de que sólo un ser superior es capaz de hacerles trabajar con los niños con síndrome de Down y demás.
¿Quiere usted convencerse de lo que le estoy contando?. Perfecto, vaya al edificio azul de la Congregación Misiones de la Caridad, en La Parada, esquina de Aviación y 28 de Julio y compruébelo usted mismo, vaya y vea estas escenas, cualquier domingo después de la misa.

FINAL FELIZ: Esta nota realizada hace algún tiempo tuvo un final feliz: Conversando con Miguelito, el carpintero de la comunidad o sea, el que hace los ataúdes con inútiles como burdos cajones de frutas para aquellos que nunca soñaron tenerlo, me dio una buena noticia. Me dijo: "En días recientes la Madre Superiora me advirtió que muy pronto el hospicio tendrá su cementerio propio, se nos acaba de asignar un pedazo de arenal en “Lomos de Corvina” donde enterraremos a nuestros muertos futuros". Gran noticia. Cuando alguna vez tuve el privilegio de conversar con la Madre Teresa, me repitió aquello de que lo importante es dignificar al hombre, aunque sea en la hora de la muerte. En el hospicio mueren altamente dignificados y ahora seán debidamente sepultados.
!Aleluya! ¡Aleluya!, –como gritan los creyentes. !Bendito sea el Señor!, ¡Aleluya!.